Sin pensarlo dos veces, abrio la puerta de par en par de un fuerte empellon y salio detras de ella para detenerla, como si se hubiera arrepentido de su acto. En el preciso instante en que la luz de la farola de la calle lo alcanzo, volvio a dejarse caer hacia adelante.

Las hojas de la puerta de la estancia contigua estaban abiertas y permitieron su entrada precipitada. Apenas hubo superado la puerta cuando tropezo con algo blando.

Volvio la cabeza y echo un vistazo por todo el salon, intentando adivinar por donde apareceria su enemigo. Cuando se hubo cerciorado de que no habia tal enemigo presto a saltar sobre el, dirigio la mirada hacia un lado y sus ojos se encontraron con los de una mujer muerta.

Al menos pasaron cinco minutos hasta que Bryan consiguio serenarse. Los cuerpos que yacian a su lado estaban sin vida. No conocia a la mujer, pero el hombre al que ella estaba agarrada era el hombre de los ojos inyectados en sangre, Stich. Tambien estaba muerto; todavia caliente, pero muerto.

La vision, a pesar de la oscuridad, no daba lugar a equivocos. Las convulsiones todavia se reflejaban en los rostros y los ojos lividos y sin brillo de los cadaveres, como la pelicula que cubre la yema de un huevo pasado.

El hombre de los ojos enrojecidos aun apretaba entre sus manos lo que les habia quitado la vida. Esa era la razon por la que la luz no se habia encendido. Bryan miro los dos cables y estuvo a punto de vomitar. Sobre los labios de Stich corria una linea blanca de carne quemada. Los cadaveres desprendian un hedor agrio y extrano. Como el de un horno de gas sucio. La muerte de Stich fue tan siniestra como lo habia sido su vida.

Y se habia llevado a la pobre mujer consigo.

CAPITULO 58

«Cuando llegue a la altura de la casa, apagare el motor y dejare el BMW aparcado en la carretera.» Bryan repaso la situacion. Era aconsejable proceder con prudencia. La ultima hora le habia resultado demasiado agitada.

Y no habia avanzado nada.

Un mundo desconocido se habia tragado a Laureen y a Petra.

Bryan habia hecho muchos descubrimientos terribles durante el repaso del piso de Stich. A pesar de la escasa luz de su encendedor, los testimonios del verdadero yo de Peter Stich no dejaron lugar a las dudas. Un cajon tras otro, estante tras estante, estancia tras estancia, todo evidenciaba que el anciano habia seguido viviendo en su feroz pasado. Fotografias de muertos, armas, medallas, banderas, estandartes, relieves, figuritas, revistas, libros y mas fotografias de muertos.

Bryan habia abandonado el piso de Stich sin llamar la atencion. Desde Luisenstrasse se habia dirigido al palacete de Kroner, que ya habia tenido bajo vigilancia dos veces antes. Estaba convencido de que aquella seria la ultima vez.

El enorme jardin de Kroner estaba envuelto en la oscuridad cuando Bryan por fin llego a la casa, y a punto estuvo de desanimarse por ello. La unica senal de vida era la debil luz de una bombilla en el primer piso. Por lo demas, la casa parecia deshabitada.

Despues de llamar al timbre un par de veces, Bryan volvio al jardin. Una vez alli, cogio una piedra en el sendero y apunto. El cristal de la ventana del primer piso apenas tintineo una decima de segundo. Luego arrojo unas cuantas mas. Al final bombardeo todas las ventanas y la gravilla rebotada por los cristales cayo sobre el cesped.

Y entonces se dio cuenta de lo estupido que habia sido.

Bryan miro por la ventanilla lateral. Todavia no habia salido la luna. Los vinedos estaban ocultos en la oscuridad.

Antes de llegar al desvio que llevaba a la hacienda de Lankau, Bryan se dio cuenta de que la luz del patio ya no estaba encendida. Cuando apago los faros, la oscuridad lo envolvio. Un par de cientos de metros mas adelante supero la zanja a tientas y, encogido, bordeo el vinedo. Al abrigo de la primera hilera de vides, llego a la parte trasera de la casa y se acerco a la ventana del frontis para echar un vistazo al interior del salon en el que habia dejado a Lankau atado a la silla.

Estaba a oscuras y en silencio.

Tendria que volver a buscar la verdad en aquella casa. Mientras habia estado contemplando la casa de Kroner, apenas veinte minutos antes, se habia dado cuenta de que probablemente solo Lankau podria ayudarlo a seguir adelante. La casona de la ciudad habia estado vacia. Kroner habia abandonado su nido y seguramente ya se habia ocupado de que Petra y Laureen estuvieran controladas.

Bryan permanecio un buen rato escuchando en medio de la oscuridad. Nada parecia indicar que Kroner se le hubiera adelantado. Los unicos sonidos que le llegaron fueron los graznidos de pajaros que tantas veces lo habian acompanado en sus paseos por Dover. Los vinedos les pertenecian.

Alzo la vista hacia el oscuro cielo y luego se deslizo los ultimos veinte metros al descubierto, siguiendo el muro que lo separaba del patio.

CAPITULO 59

Esta vez, Lankau no estaba dispuesto a dejarse sorprender. Tras haber abandonado a Petra en el cuarto de la prensa, se habia pasado la mayor parte del tiempo sentado en una silla, explorando la oscuridad. Hubo un momento en que la mujer larguirucha se habia puesto algo histerica. Se habia despertado sobresaltada y habia mirado a su alrededor, dando claras muestras de extravio. Cuando se dio cuenta de que estaba atada y sola, tiro de las cuerdas y profirio algunos sonidos guturales que la mordaza apenas dejaba salir. En el momento en que Lankau salio de su rincon, la mujer enmudecio como por arte de magia.

– Por lo visto, no eres tan muda como querias dar a entender -susurro Lankau, sonriente, y se acerco a ella.

Cuando le aflojo el panuelo que hacia las veces de mordaza y que se le habia hundido en las comisuras de la boca, Laureen echo la cabeza hacia atras mostrando todo su odio reprimido.

– Me parece a mi que no eres muda del todo -volvio a intentarlo Lankau, esta vez en ingles-. Pues si, estas sola -dijo alternando los dos idiomas-. ?La pequena Petra no esta aqui! ?La echas de menos?

Lankau se rio. Sin embargo, la mujer no reacciono.

– Venga, deja que te oiga hablar una vez mas, querida Laura, o como sea que te llames -dijo sentandose en cuclillas delante de ella-. ?Que te parece, por ejemplo, un pequeno grito?

Lankau levanto el puno y abrio la mano delante de su rostro. Luego lo agarro como si fuera una enorme piedra que quisiera lanzar muy lejos. Y al cerrar el la mano a su alrededor llego el grito. Sin embargo, Lankau no consiguio sacarle ni una sola palabra.

El hombre del rostro ancho apreto el panuelo y volvio a ocupar su silla delante de la ventana.

La primera vez que vio a Amo von der Leyen fue cuando este salio del BMW aparcado en la carretera. La vision de la figura encogida lo lleno de alegria a la vez que lo excito. Lankau deslizo la mano por el alfeizar de la ventana sin perder de vista a su victima. Cuando alcanzo el cuchillo que habia dejado listo al lado de la manzana a medio comer, se volvio decidido hacia la mujer atada en la silla. Tras haberlo rumiado un segundo, decidio que, de momento, la dejaria vivir.

El golpe que le propino en el cuello, justo por encima de la clavicula, la dejo inconsciente.

La silueta desaparecio un tiempo, oculta detras de la vides. Lankau intento detectar algun movimiento en el terreno. Al no conseguirlo, volvio a la ventana.

Aunque no habia humedad en el aire, el patio daba la sensacion de estar resbaladizo. Bryan adelanto los pies sobre los adoquines con mucho cuidado y, aun asi, estuvo a punto de resbalar varias veces sobre la capa de musgo. No le gustaba la idea de introducirse en la casa sin antes saber por que no estaba encendida la luz del patio. Pese a la Shiki Kenju que sostenia en la mano, resultaba dificil sentirse totalmente seguro. La oscuridad habia sido su companera desde que se habia escurrido al interior del piso de Stich.

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