Y ya no le hacia ninguna gracia.

Al dar el primer paso por el pasillo registro algo conocido. Incluso antes de que tuviera tiempo de reconocer lo que era, sintio un profundo pinchazo en el costado. Al caer hacia adelante por el efecto de shock que le produjo el pinchazo, volvio a notar lo que habia notado antes. Viva y fervorosamente.

La pistola volo de su mano de un puntapie, y entonces se encendio la lampara del techo.

Lo unico que pudo ver Bryan fue a Lankau, que ocupaba todo su campo visual. La luz del techo lo rodeaba como una aura. La luz lo habia cegado e, instintivamente, Bryan rodo hacia un lado y choco con algo duro e irregular. Lo agarro inmediatamente y lo arrojo contra la cabeza de su contrincante con todas las fuerzas que pudo movilizar.

El resultado fue abrumador. La silueta cayo al suelo con un rugido.

Bryan se incorporo dolorido y se echo rapidamente a un lado buscando apoyo en la pared. Los contornos y la composicion de la estancia se le revelaron de pronto. Delante de el yacia Lankau mirandolo con una expresion enfurecida. Todavia sostenia el cuchillo en la mano, pero aun no estaba listo para saltar sobre el. Era facil ver por que. Una brecha corta pero profunda recorria su nariz dejando entrever un pedazo de cartilago de color blanco azulado.

Bryan noto un dolor agudo en el costado y miro hacia abajo. Lankau le habia clavado el cuchillo en el costado, debajo de la tercera costilla. De haberlo hundido cinco centimetros mas, le habria perforado el pulmon. Y si hubieran sido diez, ya estaria muerto.

La sangre abandonaba su cuerpo muy lentamente, pero tenia el brazo izquierdo anquilosado.

En el momento en que lo descubrio, Lankau avanzo hacia el, arrastrandose por el suelo. Bryan busco a tientas por el suelo y encontro un leno igual que el que habia lanzado contra su agresor. Cuando Lankau se disponia a lanzarse contra el, Bryan lo golpeo en el brazo con tanta fuerza que tanto el leno como el cuchillo salieron despedidos por el aire.

– ?Cerdo! -rugio Lankau mientras luchaba por incorporarse.

Ambos respiraban con dificultad, aunque no perdian de vista al otro ni por un momento. Tan solo los separaban un par de metros.

– ?No la encontraras! -gruno Lankau al ver que Bryan recorria el suelo de la estancia con la mirada.

Movio los ojos con mayor rapidez. Ni el cuchillo ni la Kenju podian estar muy lejos. Cuando su mirada alcanzo el encendedor que, hacia tan solo un par de meses, le habia regalado a su mujer, se le helo la sangre. De pronto fueron apareciendo las pequenas pertenencias de Laureen diseminadas por la superficie ruda del suelo. Al volver la cabeza y ver unos pies atados a las patas de una silla le sobrevino el mayor susto de su vida. En ese mismo instante, reconocio la sensacion que habia tenido al entrar en la estancia: una impresion pesada e insistente que deberia haberlo puesto sobre aviso; una insinuacion ligera e incitante del perfume que Laureen habia utilizado a diario durante los ultimos diez anos.

El perfume que, en su dia, el mismo le habia pedido que usara.

El jadeo que profirio al ver a su mujer atada a la silla, palida y con la mirada embotada y sonolienta, se interrumpio de golpe.

Lankau aprovecho un momento de descuido, cuando Bryan habia buscado los ojos de Laureen con la mirada, para abalanzarse sobre el con todo el peso de su cuerpo, y la herida del costado se volvio a abrir.

Lankau se habia quedado con la boca abierta. El aliento fetido y la saliva viscosa le salia a borbotones. Estaba profundamente concentrado en las llaves de lucha libre que intentaba aplicar a su victima. Toda su fisonomia parecia avida de infligir dolor. Las manos de Bryan buscaban febrilmente atajar aquella coraza. Tuvo que atrapar punetazos, interceptar golpes, detener puntapies y rodillazos. Las bocas de ambos eran como tijeras cortantes que se abrian y cerraban sin cesar, buscando el cuello del otro.

La fuerza centrifuga arrojo los cuerpos sobre el contenido del bolso de Laureen: paquetes de tabaco, tampones, perfiladores de ojos, polvera, agenda, apuntes y otros objetos de caracter indefinido. Chocaron contra los muebles, arrancaron mantelillos de encaje de los aparadores, volcaron figuritas negras de Kenia y rompieron carcajes zulus como si de cascaras de huevo se tratara.

En el preciso momento en que Bryan habia conseguido liberar una mano con la que agarrar a Lankau por la entrepierna, el gigante se revolco y alejo a Bryan de un empujon.

Separados por apenas un par de metros, los dos hombres intentaron formarse una idea general de la situacion y de las posibilidades de cada uno mientras recuperaban el aliento. Un viejo que lo habia aprendido todo acerca del arte de matar y un medico de mediana edad que sabia que la suerte no es un valor eterno. Sus ojos no buscaban lo mismo. Lankau buscaba cualquier objeto que pudiera usar como arma; Bryan solo buscaba la Kenju.

Lankau fue el primero en encontrar lo que buscaba. A Bryan no le dio siquiera tiempo de verlo lanzar su pieza de artilleria. El aparador lo alcanzo de lleno en la clavicula, cortandole la respiracion. En ese mismo instante, el hombre corpulento salto sobre Bryan como si de pronto tuviera alas.

Mientras su brazo derecho impactaba contra el diafragma, el otro se cerraba alrededor del cuello de Bryan, atrapando los pelos de la nuca que Laureen siempre habia intentado que se afeitara. Aquel brazo, tan grueso como un poste, estuvo a punto de romperle el cuello. El nudo en la garganta crecio de manera casi sobrenatural. Entonces Lankau volvio a ponerse en pie y, con una fuerza sobrehumana, lanzo a Bryan contra la pared en la que estaban colgadas las cornamentas. Uno de los trofeos de los ultimos anos colgaba a la altura del pecho. Los pequenos y afilados cuernos desgarraron la americana de Bryan con tanta facilidad que podria creerse que la tela de la que estaba hecha tenia varios cientos de anos.

El grito de Laureen hizo que Bryan volviera la cabeza. Lo siguiente que noto fue la colision con el cuerpo de Lankau. Uno de los cuernos reboto en la columna vertebral de Bryan con un chasquido aterrador que hizo que Lankau soltara un rugido de alegria y se ensanara con Bryan con fuerzas renovadas.

Fuera el dolor o la intuicion lo que lo llevo a hacerlo, el caso es que Bryan alzo los brazos, que fueron a dar contra la cornamenta de otro de los trofeos de caza de Lankau.

Cuando finalmente los dedos alcanzaron los cuernos del trofeo, la sangre salia a borbotones de su espalda. Aplicando el peso de su cuerpo, Bryan logro arrancar la cornamenta de la pared y continuo e! movimiento descendiente con tal fuerza que los cuernos se clavaron en los recios musculos de la nuca de Lankau. El hombre de la cara ancha reculo de un salto con una expresion de sorpresa y el craneo del ciervo sobresaliendole de la cabeza.

Estaba visiblemente afectado y dio unos pasos titubeantes que suelen preceder al desplome. En el momento en que cayo sobre el cuerpo de Laureen, Bryan tuvo que reconocer que Lankau todavia guardaba un as en la manga.

Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, el hombre corpulento se habia puesto en pie y habia rodeado la silla. Desde aquella postura agarro el cuello de Laureen con su brazo derecho. La intencion era clara: un solo tiron de aquel fornido brazo, y la vida de Laureen habria terminado.

Lankau no dijo nada. Se limito a respirar pesadamente y miro a Bryan fijamente a los ojos mientras su mano izquierda buscaba la cornamenta que pendia de su carnosa nuca. Bryan se separo de la pared en el momento en que Lankau tiraba hacia arriba. Sus alaridos de dolor se fundieron en un largo grito aterrador.

– ?Tu te quedas donde estas! -rugio Lankau inmediatamente al ver que Bryan daba un paso adelante-. ?Un solo movimiento en falso, y le rompo el cuello!

– No me cabe la menor duda.

Bryan sabia que no se trataba de una amenaza vana.

– Coge esa cuerda de ahi. ?Ya sabes perfectamente donde encontrarla!

– Me desangrare si antes no encuentro algo con lo que cubrirme las heridas.

El ojo ciego de Lankau se entreabrio al fruncir el ceno. No habia el menor rastro de misericordia en aquel hombre. Se quedaron inmoviles, midiendose mutuamente.

La expresion en los ojos de Laureen era desgarradora. La presion del brazo tensaba los tendones de su cuello haciendo que parecieran cuerdas de una guitarra a punto de romperse. Si Lankau le rompia el cuello ahora, la lucha todavia no habria terminado. Ambos lo sabian y por eso Bryan podia permitirse desafiarlo y levantarse la camisa. La herida en el costado soltaba un constante y lento reguero de sangre. Se paso la mano por la espalda con mucho cuidado. La piel alrededor de las profundas heridas provocadas por los cuernos estaba desgarrada. Bryan decidio arrancarse la camisa y la americana.

El vendaje era mas que provisional, pues se caia a trozos. Lankau sonrio al ver como Bryan hacia tiras de la

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