De momento, a Lankau le habia cortado las alas. En cambio, de Kroner solo podia esperar lo peor. Por dulce que le hubiera parecido al verlo con su nino en brazos, sin duda seguiria siendo un asesino competente. Habia muchas cosas que podian torcerse en el terreno de los simuladores. Probablemente conocian todas las calles y los rincones de la ciudad. Eran dos contra uno. Seguramente se habian preparado y llevaban armas. El intento de atentado de Lankau habia fracasado, eso ya debian de saberlo Stich y Kroner. Al fin y al cabo, Stich lo habia visto en la casa de Kroner.

Y ahora sin duda se habrian armado.

No cabia duda de que el viejo ya habria preparado la proxima jugada. Se suponia que, dentro de muy poco, Bryan atravesaria el parque de la ciudad, en direccion a una calle de nombre Langenhardstrasse. El viejo se habia esmerado en explicarle el camino que debia tomar para llegar al lugar.

Si Bryan hacia lo que esperaban que hiciera, tendria que estar muy atento y alerta.

Pero ?acaso le quedaba eleccion? Si no estaba equivocado, Stich lo conducirla a Laureen.

Bryan volvio a alzar la vista hacia la segunda planta. De pronto, se le ocurrio algo. Ahora mismo, la iniciativa era de los simuladores. Pero a lo mejor habia algo en el piso que pudiera ofrecerle la ventaja que tanta falta le hacia.

Cruzo la calle, llamo al timbre del interfono y luego salio corriendo, de vuelta a su escondite debajo de los arboles. La segunda planta seguia estando a oscuras. Espero un rato mas.

Aparentemente no habia nadie en casa. A lo mejor ya habian ocupado sus puestos en prevision de lo que iba a ocurrir en la segunda parte del juego.

El piso de Stich era demasiado centrico. Holzmarkt y las calles colindantes todavia estaban llenas de vida y de gente en aquella tarde temprana de sabado, cuando las tiendas acababan de cerrar y los habitantes de la ciudad se dirigian a sus casas.

Bryan echo un vistazo a su alrededor: siempre caras nuevas, alegres y ocupadas. Sin embargo, veinte minutos mas tarde era el unico en la calle.

Al menos a primera vista.

Pues aunque no lo pareciera, tenia que partir de la base de que lo vigilaban. Incluso era posible que lo hicieran desde distintas posiciones. De momento, los arboles lo resguardaban de ser descubierto desde arriba, pero no lo protegian a nivel de calle. Bryan cruzo la calzada, rodeo el edificio y doblo la esquina para introducirse en el patio trasero.

El patio estaba a oscuras. Las siluetas de los cipreses y los tejos podian ocultar a cualquiera y nadie lo descubriria. Reculo hacia un anexo menor que habia en el patio y se fundio con la fachada. Espero un rato hasta que se hubo acostumbrado a la oscuridad y a los ruidos de la zona. Bryan alzo la mirada hacia la segunda planta. Era un acceso ideal al edificio.

Solo tenia un pequeno inconveniente: si alguien lo estaba esperando en el piso, tambien esperaria verlo entrar por alli.

La puerta de la escalera de servicio estaba cerrada con llave. Bryan la sacudio y miro hacia arriba. No hubo ninguna reaccion. A la derecha de la escalera, la parte inferior de todas las ventanas estaba tapada con unas cortinas blancas. Bryan se puso de puntillas en un intento de ver lo que habia al otro lado de la ventana. Pese a que estaba demasiado oscuro para ver algo, supuso que eran las cocinas.

Volvio a mirar hacia arriba. El canalon parecia solido y subia por la fachada entre las ventanas de la escalera de servicio y las de las cocinas. Tiro de el. No era la primera vez que habia tenido que recurrir a esa via de acceso. De pronto recordo el tejado del lazareto. De eso hacia mil anos.

El tacto era bueno… El canalon estaba seco y bien fijado al muro. Se agarro a el con las dos manos y se impulso hacia arriba con los pies.

Pesaba mas de lo que habia pensado. Sus fuerzas apenas lo alcanzaban.

Estuvo a punto de rendirse antes de llegar a la cornisa de la primera planta. El corazon le latia amenazadoramente y le dolian las puntas de los pies. Cada planta superaba los tres metros. Todavia le quedaba un largo camino por recorrer.

Cuando llego a la segunda planta, sus dedos se habian vuelto insensibles de tanto tirar del resto del cuerpo. En el preciso momento en que se echo hacia atras para agarrarse a la ventana de la cocina, los remaches del canalon se dieron justo por encima de su cabeza. Con la mano que quedo libre oprimio el cristal inferior de la ventana. Cada presion ejercida contra el cristal supuso que crujieran las juntas y los herrajes del canalon. La sexta vez que intento hundir el cristal, el canalon se desprendio ligeramente del muro y envio una cascada blanca de revoque sobre su cabeza. No lo penso dos veces y cambio de mano, liberando la izquierda, que estaba mas cerca de la ventana de la escalera de servicio. El marco estaba podrido y un poco mas bajo que el de la ventana de la cocina. Con la palma de la mano ejercio una presion ligera pero rotunda contra el cristal, que se encorvo justo antes de ceder.

El ruido no daba lugar a dudas.

Bryan descolgo el gancho y se metio por la ventana.

La escalera de servicio era fria y humeda y unos grandes pedazos del revoque se desprendieron al apoyar la mano contra la pared para subir a tientas hasta el siguiente rellano. Antes de probar la puerta de la cocina, se quedo unos segundos inmovil y en silencio. Estaba cerrada con llave. Con mucho cuidado apreto el pie contra la esquina inferior mas alejada de los goznes. La puerta cedio un poco. Luego apreto la mano contra la cerradura, donde la resistencia era mayor. Gracias a Dios, la puerta tenia una sola cerradura. Bryan intento evaluar la solidez de la estrecha puerta. Lo habia visto hacer muchas veces en las peliculas. Lo unico que tenia que hacer era darle un puntapie a la parte inferior de la puerta mientras tiraba hacia abajo con fuerza de la manija. A la vez debia apoyar el cuerpo contra ?a puerta dejandose caer hacia adelante, hacia el interior de una estancia que desconocia.

Eso era todo. Bryan se estremecio.

Si alguien lo esperaba al otro lado, solo podria defenderse dando patadas a diestro y siniestro mientras caia al suelo.

Resultaba algo arriesgado. Bryan empezo a sudar y se saco la pintura de la cintura de los pantalones.

Primero la puerta; luego se quedaria inmovil esperando ver que pasaba.

Un segundo despues, Bryan estaba tirado en el suelo de madera, retorciendose de dolor. Seguia estando en la escalera. Le dolia el pie, sin duda se habia roto algun hueso. No habia hecho demasiado ruido, pero su esfuerzo tampoco habia tenido las consecuencias deseadas: la puerta seguia estando cerrada.

Bryan aguzo el oido. Lo unico que oyo fueron sus propios sollozos reprimidos. No salio nadie por la puerta para acabar con el. Ningun vecino dio la voz de alarma. No paso nada.

Entonces se puso en pie y empujo el pie sano contra la parte inferior de la puerta con todas sus fuerzas, una y otra vez. Y la situacion parecio mejorar. Hacia adelante y hacia atras, como cuando un nino se toquetea un diente de leche hasta que este terminar por soltarse.

La puerta cedio silenciosamente y le permitio echar un vistazo al interior de una estancia oscura. Espero un par de minutos antes de entrar y luego lanzo el felpudo al suelo de la cocina.

Y tampoco paso nada.

El olor de la cocina era indefiniblemente mugriento y acre. Encendio el fluorescente y su luz fria casi lo cego. La estancia era un vestigio de un pasado lejano: hileras de platos colgados en la pared de un tono suave y verdoso, utensilios de cocina de hierro esmaltado y encimeras gruesas y rayadas. Sobre una de las mesas habla un tarro de mantequilla y unas galletas. Bryan dio unos pasos hacia adelante hasta llegar a un pasillo oscuro y busco a tientas el interruptor.

No funcionaba. El malestar que le produjo lo llevo a apretarse contra la pared y a extender la mano en la que sostenia la pistola. El haz de luz que ofrecia el fluorescente de la cocina apenas iluminaba los primeros metros de la estancia contigua, donde habia una mesa redonda cubierta con un hule ajado, y una miserable silla de comedor delante de un plato con cuatro galletas; una de ellas estaba mordida.

Bryan trago saliva, tenia la boca seca. Daba la sensacion de que en aquel piso la vida se habia visto interrumpida precipitadamente. La estancia desierta y la luz que no funcionaba no presagiaban nada bueno. Bryan se seco la frente con la mano libre y se arrodillo con mucha cautela. Desde aquella postura, medio recostado en el suelo, pudo introducir la mano por la hendidura de la puerta que daba acceso a la estancia contigua. Con la mano recorrio el marco de la puerta a tientas hasta que sus dedos encontraron el interruptor de baquelita. El chasquido mecanico fue sonoro, pero la luz no se encendio.

Вы читаете La Casa del Alfabeto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×