– ?Matare a tu esposa si no lo haces!

– ?Y que? ?A mi que mas me da? -Lankau se despego un poco del asiento. La mesa maciza era mas pesada de lo que habia imaginado. Requeriria una fuerza sobrehumana lanzarla. Respiro profundamente.

– ?Y a tu hijo tambien!

– ?Bueno! -repuso Lankau apartando el boligrafo aun mas.

Gerhart se lo quedo mirando un buen rato y dijo:

– Fui yo quien mato a Kroner y a Stich. -No le quitaba los ojos de encima a Lankau, que respiraba sosegadamente, y noto que su rostro ya no irradiaba desafio-. A Stich le quite la vida con corriente electrica. Y a Andrea tambien. Y, ?sabes que? Se comportaron como unos mezquinos de principio a fin. Al final ni siquiera olian bien.

Gerhart se detuvo un momento. La saliva se le habia secado en las comisuras de la boca. Se metio la mano en el bolsillo y lo sacudio. Se oyo un ruido caracteristico, como el de un frasco de pastillas. Su mirada se perdio. Lankau lo miro con curiosidad. Parecia que sufria algun tipo de sindrome de abstinencia, como si tuviera unas ganas terribles de tomarse un par de pastillas o tres.

– ?Te encuentras mal, Gerhart? ?Dimelo! ?Quieres que te ayude? -dijo Lankau notando que sus palabras se extinguian.

– Y a Kroner lo ahogue -explico Gerhart finalmente con voz queda, y se incorporo-. De la misma manera en que querias ahogar a este cerdo. ?Lentamente!

– ?Creo que mientes!

No es que a Lankau no le afectara, pero opto por adoptar una postura despreocupada, echandose hacia atras en el asiento. Si combinaba aquel movimiento con un fuerte empujon a la mesa estaba seguro de que podria librarse de su presa.

– ?He tenido muy buenos maestros!

La sonrisa que se extendio por los labios de Lankau mas bien parecia querer mostrar que se sentia honrado. Sin embargo, las palabras de Gerhart Peuckert expresaban una verdad peligrosa.

– ?A que te refieres? -pregunto Lankau.

– ?Ya lo sabes! -dijo Gerhart secandose la boca y escupiendo al suelo.

– ?Tienes sed, Gerhart? Tengo un excelente vino del Rin en el cobertizo. ?Te apetece?

Lankau se humedecio los labios y parpadeo.

– ?Callate! -replico Gerhart en seguida.

Se oyeron unos lastimosos intentos de devolver procedentes del suelo. Ni Gerhart ni Lankau les prestaron atencion.

– ?No recuerdas que os divertiais contando historias de como matabais a la gente? Creo que si. Yo al menos si me acuerdo. Tambien me amenazasteis a mi!

– ?Tonterias! Jamas te amenazamos. Bueno, tal vez muy al principio. -Lankau lo miro como queriendo disculparse-. Era antes de que supieramos que podiamos confiar en ti.

– ?Eres un mentiroso! -bufo Peuckert hacia el rostro ancho que lo miraba fijamente. Lankau se estaba preparando para el salto.

El olor a vomito se hizo evidente. El hombre echado en el suelo gimio, regurgito una vez mas e intento incorporarse.

– ?Matalo, James! -se oyo quedamente.

Sin embargo, el objetivo de su plegaria era inalcanzable.

– ?Tu fuiste el peor, Lankau! -El desprecio irradiaba del cuerpo del demente-. ?Recuerdas que pretendias que me bebiera la sangre de los animales que acababas de cazar? -Peuckert dio un paso a un lado. Lankau lo recordo y tuvo que esforzarse por no reaccionar. Ahora tenia a Peuckert a sus espaldas-. ?Y que me dices de la orina de los perros? ?De mi propia mierda? -grito.

Las traicioneras perlas de sudor preocupaban a Lankau. Todavia estaba convencido de que podria convencer al idiota con palabras. En un juego como aquel, el sudor era un factor irracional; imposible de controlar y revelador. Lankau levanto el brazo con cautela y se seco la frente con la manga de la camisa.

– ?No recuerdo nada de lo que me estas diciendo! Debio de haber sido Stich. ?Era muy capaz de comportarse como un demonio, cuando le daba la gana!

El hombre que tenia detras se quedo callado. De pronto le golpeo la nuca con la Kenju. La pistola se disparo. Lankau echo la nuca hacia atras, sorprendido por seguir con vida. Le pitaban los oidos. Miro a un lado. El proyectil habia pasado justo por encima de la cabeza de Amo von der Leyen. La mujer se habia quedado callada, pero seguia llorando.

Gerhart Peuckert miro sorprendido la pistola. El no habia disparado.

– Ten cuidado con esa pistola, ya te lo he dicho. ?A la minima se dispara!

El sudor se helo en su frente. Lankau sacudio la cabeza.

– ?Le tienes miedo, Lankau? ?No deberias! -La excitacion de Gerhart Peuckert provoco un pitido aun mas fuerte en los oidos de Lankau-. ?Acabaras suplicandome que la use! ?No olvido lo que dijiste en la terraza!

– Fuiste tu quien mato a Petra, Gerhart. ?Recuerdalo! ?Fuiste tu quien puso la prensa en marcha!

– Y a ti te tengo preparada una muerte aun peor, si no escribes lo que te voy a dictar. ?Recuerdas cuando me amenazasteis con sosa caustica? ?Me tomabais el pelo amenazandome con que me obligariais a bebermela!

Lankau giro el cuerpo todo lo que pudo. El sudor volvia a brotar de su frente. Gerhart se volvio y echo a andar en direccion a Amo von der Leyen.

– ?Levantate! -le grito al borracho, que estaba tendido sobre sus propios vomitos.

– ?No entiendo lo que me estas diciendo! -dijo quedamente desde el suelo-. ?Hablame en ingles! Please, James! ?Hablame!

Gerhart se quedo un buen rato mirandolo.

Lankau se dio cuenta de que su respiracion se habia hecho mas entrecortada que de costumbre.

– ?Levantate! -ordeno Peuckert lentamente en ingles. El miedo se apodero de Lankau. De pronto cayo en que su valoracion de la situacion era fatalmente erronea y que las conclusiones a las que habia llegado durante todo el dia estaban equivocadas.

Amo von der Leyen alzo la vista inmediatamente. Lankau vio que la mirada que Peuckert le brindo al hombre maniatado seguia siendo fria y malefica. Si realmente existian lazos entre aquellos dos hombres que los unian, seguian siendo un enigma para el.

– James -fue lo unico que salio de la boca del hombre que estaba en el suelo.

– ?Levantate! -La mano de Peuckert seguia asiendo la Kenju con firmeza. Respiraba profundamente. Lankau percibio con inquietud su excitacion-. Tienes que ir a la cocina a por algo y traermelo. ?Te desatare una mano! - Peuckert dio un paso a un lado y golpeo a Lankau en la espalda-. No te hagas ilusiones, ?me oyes?

Aunque Lankau no dudaba de que Peuckert fuera a llevar a cabo su amenaza, opto por obviar las amenazas. De momento tenia la mesa bien agarrada. Habia movilizado todas sus fuerzas en este ultimo intento, que deberia de salvarlo de la muerte.

Arno von der Leyen se incorporo sobre las rodillas. Por lo visto no comprendia lo que Gerhart Peuckert pretendia que hiciera. Las heridas en el costado y la espalda parecian molestarle lo indecible. Peuckert no hizo ningun ademan de querer ayudarlo.

La humedad en la espalda de Lankau habia empezado a dispersarse.

– Debes traerme la sosa caustica del armario de la cocina. ?Se llama Atzmittet. Traemela junto con un vaso de agua, ?has entendido? Y no se te ocurra intentar nada. ?No te saldrias con la tuya! -Arno von der Leyen se puso en pie e intento estirarse. Se recosto atormentado hacia un lado y volvio a mirar el rostro impasible de Peuckert-. Quiza te de una muerte mas benigna si haces lo que te mando. ?Y a la mujer tambien! -dijo.

– ?Muerte? -Parecia que Arno von der Leyen intentaba sacudirse el estado etilico que lo embargaba-. ?De que me estas hablando, James?

– ?No te esfuerces, cerdo! -grito Lankau, sorprendido de sus propias palabras-. ?Esta loco de atar!

Arno von der Leyen apoyo la cabeza contra el pecho de Peuckert.

– ?James, pero si soy yo! ?Bryan! ?He venido a buscarte!

Los ojos empanados parecian suplicar: «?Escuchame!» Peuckert no reacciono. De pronto, Von der Leyen se enderezo y las heridas volvieron a abrirse dibujando unas sombras oscuras en el costado del jersey.

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