de enfermos se pusieron en pie y zarandearon a sus vecinos con delicadeza hasta que estos tambien se incorporaron. Al final, solo unos seis o siete hombres permanecian tumbados sobre sus colchones.
Seguido de cerca por un par de enfermeros, el oficial del abrigo le hizo una pregunta a uno de los que seguian echados sin recibir respuesta. Con una sena indico a sus ayudantes que lo levantaran por las axilas y lo pusieran en pie. Cuando lo soltaron, el enfermo se desplomo y fue a dar con la nuca en el suelo entre los colchones. Bryan no pudo evitar estremecerse. Los enfermeros miraron al oficial mientras se arrodillaban para devolver al hombre inconsciente al jergon, pero por entonces este ya habia dirigido sus pasos hacia donde se hallaba Bryan.
Cuando Bryan se encontro con aquel rostro palido que lo observaba fijamente, opto por ponerse en pie inmediatamente.
El tambaleo y el temblor de las rodillas eran autenticos. Llevaba varios dias echado. La sangre volo hasta su cerebro y se mareo. Sin embargo, se mantuvo en pie cuando lo soltaron. De los siete, tan solo James siguio su ejemplo.
Durante el despiojamiento doloroso que siguio, Bryan intento acercarse a James, pero las mujeres no dejaban de batir las palmas enguantadas contra los delantales de goma en un intento de mantener al grupo en movimiento constante.
James hacia cola pegado a la pared alicatada, con el camison numerado apretado contra el regazo, esperando que la siguiente hilera de duchas quedara libre. Uno de los hombres desnudos habia vuelto la cara hacia el chorro de agua y mantenia los ojos abiertos. Cuando, poco despues, empezo a gritar de dolor, los alaridos se propagaron de demente a demente hasta que formaron un coro de lobos.
Con la misma rapidez con que se habia producido el caos, el orden fue restablecido mediante golpes y amenazas. El enfermo que habia desencadenado el alboroto recibia los azotes con los globos de los ojos inyectados en sangre, tan aturdido que ni siquiera alcanzaba a darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Entonces lo agarraron por el pelo y lo arrojaron contra la pared. Cuando finalmente lograron ponerle la camisa de fuerza y se lo llevaron, sus alaridos cesaron.
Lo ultimo que Bryan vio cuando los devolvieron a la sala fue como un James que volvia a canturrear sonriente y aparentemente apatico se dejaba empujar bajo la ducha helada, todavia con el camison en el regazo.
Cuando todos hubieron vuelto a la sala, les suministraron un par de zapatos del mismo numero a cada uno y los dispusieron en tres filas paralelas a las paredes cubiertas de espalderas, de cara al centro de la sala. Separaron a unos cuantos inmediatamente y los colocaron contra una de las paredes. Bryan reconocio a un par de los que habian osado coger una manta durante la noche. Por lo visto, aun no habian comprendido que se les estaba dando un trato especial.
Mientras tanto, unos hombres colocaban unas mesas delante de los cortinajes. El oficial se habia quitado el abrigo y estaba sentado entre otros oficiales de seguridad y representantes del cuerpo medico. Ya no quedaba ninguna mujer entre ellos.
Al oir su nombre, uno de los pacientes del grupo dio un respingo. Un soldado se encargo de llevarlo ante la comision investigadora. Llamaron a varios por su nombre, pero ninguno reacciono y uno de los oficiales consulto su lista y empezo a llamarlos por el numero que, segun dedujo Bryan, correspondia al camison que les habia sido asignado. Cuando le llegara el turno, Bryan esperaba poder distinguir el suyo. Presto atencion a los numeros. Cuando todo empezaba a darle vueltas en la cabeza, un oficial lo senalo con el dedo y un soldado lo arrastro hasta la cofa que se habia formado.
James fue uno de los ultimos en ser llamado. Seguramente los habian llamado por orden alfabetico, muy en la linea de la habitual eficacia prusiana. Tambien tuvieron que arrastrar a James a la cola.
Los pobres desgraciados permanecian unos dos o tres minutos detras del cortinaje antes de ser trasladados a la pared del fondo, donde volvian a formar una fila siguiendo el orden antes establecido. No parecian haber sido sometidos a vejaciones, sino que adoptaban la posicion de firmes de una manera ridicula y exagerada, con una expresion extranamente vacia en sus rostros mortecinos.
De detras de los cortinajes llegaban susurros apagados, crujidos y agitacion. Uno de los pacientes proferia sus respuestas como si se tratara de ordenes, lo que hizo que un par de los enlamas que aguardaban su turno dieran un taconazo y adoptaran la posicion de firmes sacando pecho.
Detras de la lona verde y descolorida, un oficial repasaba el historial de Bryan sentado detras de una mesa escritorio coja, mientras un medico que estaba de pie intentaba echarle un vistazo por encima de su hombro. El soldado que lo habia traido sento a Bryan de un empujon en una silla delante de la mesa y salio. A medida que el dedo del oficial iba bajando por la pagina del historial, la actitud de los dos hombres fue cambiando. Inclinaron la cabeza amablemente y le hablaron en un tono respetuoso. Mientras, Bryan intentaba controlar el miedo y el desasosiego a los que su cuerpo estaba a punto de ceder. Aunque ahora le sonreian, su actitud podia cambiar en cuestion de segundos, y aquellos hombres podian convertirse en sus verdugos.
Las preguntas que le hicieron flotaron en el aire sin recibir respuesta. El oficial estaba a punto de perder la paciencia y sus dedos habian empezado a tamborilear contra el borde de la mesa. Entonces dirigio la mirada hacia el medico, que inmediatamente agarro la muneca de Bryan para tomarle el pulso. Luego dirigio una linterna a sus ojos, le golpeo la cara y volvio a encender la linterna. Bryan estaba sobrecogido por el miedo y ni siquiera se dio cuenta de que el medico lo habia rodeado. El repentino chasquido de manos que restallo delante de su cara lo hizo parpadear y encoger los hombros en un respingo que recorrio todo su cuerpo. Sin embargo, a los dos hombres que lo tenian en observacion no les sorprendio su reaccion.
El medico se coloco detras del oficial, que habia vuelto a alzar la vista de los documentos, giro sobre las puntas de los pies, agarro un objeto que habia sobre la mesa y, en un solo movimiento, lo arrojo contra Bryan. Aunque lo hubiera intentado, Bryan no podria haberlo esquivado. Un dolor en la nariz le hizo abrir los ojos de par en par.
Por lo demas, ni se inmuto. De la cabina contigua se oyo un golpe que provoco los quejidos del paciente, seguido por otro que lo hizo enmudecer. El oficial de seguridad sonrio a Bryan y se giro hacia el medico, a quien le hizo una consulta. El medico contesto con tal prontitud y precipitacion que Bryan ni siquiera habria sido capaz de captar sus palabras si las hubiera pronunciado en su lengua. El oficial se encogio de hombros y se puso en pie cuando condujeron a Bryan junto a los demas pacientes.
Al traspasar el cortinaje, Bryan se encontro cara a cara con James, que todavia aguardaba su turno en la, por entonces, corta cola. El camison, totalmente empapado, seguia pegado a su cuerpo. Justo debajo del escote se dibujaba una sombra negra. Bryan se quedo helado. James habia vuelto a ponerse el panuelo de Jill. A pesar de que se trataba de una locura peligrosisima, James parecia estar relajado y tranquilo. Pero Bryan sabia lo que le estaba pasando. Bajo aquella apariencia, bajo la apatia que atravesaba su rostro, brillaba el terror. Todos sus sentidos estaban alerta. Despojado de su talisman, James no tendria nada a lo que agarrarse.
Sin embargo, tambien podia significar su muerte si no se deshacia de el.
«De acuerdo», musito Bryan entre dientes, pero James se limito a sacudir la cabeza quedamente y dio un paso adelante siguiendo los movimientos de los demas que conformaban la cola.
Finalmente, el oficial de seguridad en jefe se puso en pie y con un gesto de la mano dio a entender al pequeno grupo de la esquina, compuesto por los que habian cogido una manta durante la noche, que formaran delante de la cabina mas cercana a la puerta.
Detras del cortinaje restallaron algunas descargas colericas y la lona empezo a moverse como si alguien peleara detras de ella. El rostro del jefe de seguridad estaba ardiendo cuando descorrieron el cortinaje de un tiron y sacaron al interrogado a rastras. En su rostro se dibujaban visiblemente el dolor y el miedo.
Acudieron dos guardias en ayuda del oficial y agarraron al hombre por los brazos. El pobre desgraciado repaso al grupo de hombres apaticos que se habian congregado a su alrededor, buscando en vano algo a lo que aferrarse. Bryan lo miro con los ojos desenfocados. La sangre corria por su frente; tambien a el lo habian golpeado con un objeto. Tal vez habia cometido el grave error de intentar zafarse.
El jefe se sento pesadamente en una de las esquinas de la mesa que tenia a sus espaldas y, con una sonrisa cruel dibujada en los labios, siguio a los guardias con la mirada mientras arrastraban al paciente hasta el centro de la sala para que todos pudieran ver a la victima de cerca. Entonces borro la sonrisa de sus labios, aspiro profundamente como para concentrarse y, con un rugido salvaje, lanzo su acusacion a las hileras de hombres que volvian a agitarse. Las palabras salian a borbotones de la boca de aquel hombre furibundo que mantenia las manos detras de la espalda mientras se balanceaba hacia adelante y hacia atras. Hubo una unica palabra sobre la que Bryan no tuvo ni la mas minima duda.