entusiasmo.
Entonces la reclamo la supervisora.
Los segundos que siguieron fueron como la eternidad misma.
– ?Bueno, amiguito! -Lankau sonrio al Hombre Calendario-. Ahora vamos a jugar un poco. ?Acercate! -le espeto mientras apretaba la sabana alrededor del cuello de su victima.
Tal como habian planeado, el nudo cubria la carotida palpitante. Seria una caida corta y eficaz. Si habia que colgarlo, tambien habria que desnucarlo.
Los simuladores sabian lo que hacian. James seguia echado en la cama, hiperventilando, mientras el Hombre Calendario se reia como un nino en mitad de un juego. A instancias de Lankau, se llevo a Bryan al hombro. Le dio unas palmadas en las nalgas desnudas y dio saltos de alegria que el hombre de la cara ancha acompano con risas, mientras abria de par en par la ventana que habia detras de la cama de Bryan. Los demas simuladores se limitaron a contemplar el espectaculo como si no tuvieran nada que ver con lo que estaba ocurriendo.
Las palmadas, los grunidos y el ritmo violento del Hombre Calendario despertaron a Bryan, que abrio los ojos de golpe. Confundido por la postura en la que se encontraba y por la superficie fria, dura y angulosa del alfeizar, alzo la cabeza gritando como un condenado.
– Pero agarrale los brazos, por Dios -profirio Kroner inmediatamente y salto de la cama.
Kroner le propino un fuerte golpe en el hombro a Bryan. De pronto, el Hombre Calendario se detuvo y solto a su presa, aturdido por el repentino y grave giro que habia tomado el juego. Mientras se retorcia y gimoteaba, les iba dando golpes desganados a Lankau y a Kroner con el dorso de la mano. Estaban uno a cada lado de Bryan, intentando sostenerlo. La figura desesperada tenia ya una pierna fuera de la ventana y con la otra se agarraba como podia al alfeizar.
El Cartero no se movio de la cama, pero, en cambio, el flaco se incorporo de un salto y, lleno de odio y de ira, se lanzo contra el abdomen de Bryan. El efecto que produjo aquella reaccion fue inesperado. Bryan solto un rugido y su cuerpo se precipito hacia adelante con tal impetu que el chasquido que se produjo al golpear la frente contra la cabeza del flaco sono como un martillazo. Dieter Schmidt cayo al suelo sin mediar palabra.
– ?Alto! -grito el Cartero.
Con aquella escueta orden envio a los simuladores a sus camas. Habia oido los pasos apresurados que se acercaban por el pasillo antes que los demas.
Los dos camilleros se detuvieron en seco al encontrar a Bryan tendido en el suelo. Su rostro irradiaba locura y los jadeos eran entrecortados debido a la sabana que atenazaba su cuello.
– ?Esta totalmente ido! ?Sujetalo! -dijo uno de los camilleros mientras cerraba la ventana-. ?Mientras tanto yo ire a por la camisa de fuerza!
Sin embargo, no tuvo tiempo; las sirenas se habian puesto en marcha.
CAPITULO 23
La evacuacion a los sotanos tuvo lugar a toda prisa e hizo cambiar de idea a los dos camilleros. A medida que pasaron los dias, Bryan fue convenciendose de que se habian olvidado de dar parte de aquel incidente y dio gracias a su Dios de que no hubieran tenido tiempo de ponerle la camisa de fuerza. De haber sido asi, habria sido una presa facil para los simuladores.
El bombardeo de Friburgo no habia causado danos en la zona.
Habian empezado a construir unos barracones menores en la plaza de actos, destinados, aparentemente, a aliviar la saturacion que sufrian las secciones. Con ello, la fuga por aquella via habia quedado descartada. Ademas, todas las alambradas habian sido proveidas de aisladores de porcelana y de senales de advertencia. Sin embargo, dejando de lado esta circunstancia y los semblantes compungidos del personal, todo seguia su curso habitual, para todos menos para Bryan.
Durante las siguientes cuarenta y ocho horas no durmio. A pesar de la experiencia traumatica y las complicaciones de la ultima sesion de electrochoque, se sentia fuerte y decidido. Aunque los simuladores lo mantenian bajo una ferrea vigilancia y se dirigian a el de forma virulenta y amenazante, Bryan no sentia, en medio de aquella situacion desesperada, ni miedo ni impotencia.
El hombre de los ojos inyectados en sangre le sonreia amablemente y pasaba las horas echado de lado en la cama vecina, contemplandolo alegremente con muestras de franca curiosidad. Cuando Bryan intentaba evocar el episodio, tenia la sensacion de que aquel hombre le habia salvado la vida. El eco de su voz seguia retumbando en su cabeza.
Era, pues, la segunda vez que el hombre de los ojos inyectados en sangre habia acudido en su ayuda. Durante la visita medica, tomo nota de su nombre: Peter Stich. Bryan le devolvio la sonrisa, como si entre ellos se hubiera cerrado una alianza reconfortante y prometedora.
La pequena Petra entraba en la sala una y otra vez para echarle un vistazo a James. Bryan solo conseguia atrapar la mirada de su amigo en contadas ocasiones, pero tenia el presentimiento de que las cosas le iban mal. Y, sin embargo, Petra parecia estar enormemente satisfecha.
Durante la siguiente visita medica, el equipo medico habia pasado un buen rato discutiendo a los pies de la cama de James. Posteriormente, lo habian llamado en varias ocasiones a la consulta, al fondo del pasillo, para examinarlo a fondo.
Contra su costumbre, aquella misma noche, el medico mayor habia apretado la mano de James jovialmente. Mientras tanto, Petra habia aguardado sonriente a su lado, con los brazos cruzados y dando unos saltitos retozones apenas disimulados. Le hablaban con toda normalidad, pero James no les contestaba aunque si los miraba fijamente a los ojos, como si entendiera todo lo que le estaban diciendo.
Bryan se alegro por el curso que estaban tomando las cosas. La confianza en que pronto podria incluir a James en los planes de fuga empezaba a crecer.
Durante la noche siguiente, los simuladores discutieron entre si de forma controlada y vigilante. Incluso el hombre de los ojos inyectados en sangre habia dado a conocer su parecer, comentando desapasionadamente la charla de los demas mientras mantenia la mirada clavada en el techo. Bryan lo interpreto como si estuviera mofandose de los demas, atribuyendo a su demencia y a su brutalidad el que los demas lo dejaran tranquilo. Cada vez que Bryan lo habia mirado, le habia parecido que James irradiaba desagrado.
Bryan no le dio mayor importancia.
Una de las enfermeras nuevas encendio la luz e hizo una reverencia ante los ocupantes de la habitacion, que se apresuraron a dar fin al cuchicheo. Luego abrio la puerta giratoria y la sostuvo para dejar pasar a un oficial hasta entonces desconocido que, a su vez, iba acompanado por un Thieringer que sonreia ampliamente. El joven oficial dijo unas palabras dirigidas a la habitacion y luego le dio la mano, tanto a la enfermera como al medico. Dio un taconazo y profirio un respetuoso
Los simuladores parecian afectados por el incidente y siguieron cuchicheando en la oscuridad hasta que el sonido silbante de sus voces, sorprendentemente cercanas, acabo por adormecer a Bryan.
El joven oficial habia llegado al hospital al mismo tiempo que el. Asi pues, se habia recuperado lo suficiente para que lo devolvieran al teatro de la guerra, mas vivo que muerto, mas sano que enfermo. Un buen ejemplo para todos.
Los pensamientos se fueron fundiendo unos con otros, de la misma manera en que las voces fueron desapareciendo. Todos los cabos que lo mantenian con vida habian sido cortados. La cuerda sobre la cama de Bryan que estaba conectada a la campanilla habia desaparecido. James no tenia. El joven oficial volvio a proferir un ultimo
Y entonces Bryan se durmio.
Todos los sonidos metalicos transportan su propio mensaje. Cuando es una ala de un bombardero B-17 que se desgarra suena distinto de cuando lo hace el fuselaje. Un martillo pesado que golpea un clavo pequeno suena distinto de un martillo pequeno golpeando un clavo grande. El sonido se propaga totalmente en sus elementos metalicos, dando cuenta de su viaje a traves del aire. Sin embargo, aquel sonido era dificil de descifrar, metalico y sonoro, pero nuevo. Los parpados de Bryan eran tan pesados que tuvo que conformarse con dejar la pregunta sin contestar un rato mas. Un resplandor blanquecino le dijo que volvia a ser de dia y que habia sobrevivido a la noche. La estancia parecia otra.