ahogada y extrana que lentamente se fue propagando por todo su cuerpo. Cuando de pronto irrumpio en una risa desenfrenada, Bryan no supo contenerse y la acompano con su risa.
Gisela Devers se dio la vuelta inmediatamente. Habia olvidado por completo la presencia de Bryan y nunca lo habia mirado directamente. Sus ojos brillaban, embriagados por la risa.
Y aquel brillo la dejo paralizada.
En los dias que siguieron, Gisela Devers se fue acercando cada vez mas a la cama de Bryan. Por lo visto, el silencio y la distancia que Bryan mantenia la habian cautivado. Bryan no habia oido nunca hablar tanto aleman. Gisela era ceremoniosa, rigurosa en la eleccion de las palabras y hablaba lentamente, como si supiera que se requeria algo especial para romper las barreras de Bryan.
Y lo consiguio. Poco a poco, la repeticion les fue infundiendo significado a las palabras. Finalmente Bryan empezo a dar muestras de que la entendia. A ella le divertia, y cuando el asentia apasionadamente con un gesto de la cabeza, ella solia cogerle la mano y le daba una palmadita. Mas tarde empezaria a acariciarla carinosamente.
Gisela Devers era encantadora.
El flaco ya habia traspasado el limite de la paciencia de los guardias. En una de sus eternas rondas, durante las que solia fisgonear por toda la seccion, habia ignorado por enesima vez sus advertencias. En el vano de la puerta de la habitacion de Bryan, uno de los guardias lo agarro por detras sin previo aviso, mientras que el otro le metia los dedos en lo mas profundo de la garganta. Unos sonidos guturales acompanaron los vomitos que le obligaron a limpiar con las mangas del camison despues de propinarle una patada que lo envio de cabeza a aquel mejunje. Durante la inspeccion de la tarde, Bryan pudo escuchar comodamente como la supervisora lo reganaba por la cochinada que habia dejado en el suelo.
Gisela se sorprendio al oir que los guardias se reian.
La joven senora Devers no se daba cuenta de la mayoria de las cosas que pasaban en aquella seccion. Por lo que Bryan alcanzaba a comprender, ella suplia ese desconocimiento hablando de si misma con entusiasmo. Aunque nunca dudo, ni por un instante, de que ella lo denunciaria si conociera la verdad, la deseaba con todas sus fuerzas. Sentia la misma pasion por ella que ella sentia por Amo von der Leven.
A pesar de aquel engano, resultaba delicioso cuando ella deslizaba su mano por debajo del edredon y le susurraba palabras dulcemente extranas al oido.
Un dia, cuando Bryan menos esperaba que ella fuera a hacer realidad sus insinuaciones, la hermana Petra habia aparecido en el umbral de la puerta y se habia quedado alli hablando un buen rato, echando miradas furtivas al traje negro de Gisela Devers.
La senora Devers apenas se habia inmutado, y se habia limitado a saludar a Petra secamente con un gesto de la cabeza, sin preocuparse siquiera por participar en la conversacion, ni por mostrar el mas minimo interes por las palabras de la enfermera.
En el momento en que una llamada desde la sala de guardia arranco a Petra de la puerta, Gisela Devers giro la cabeza y miro a Bryan a los ojos. Sus labios se separaron. Dejo caer al suelo el libro que tenia en el regazo y cerro la puerta cuidadosamente. Se quedo un rato apoyada en el vano mirandolo fijamente. Entonces adelanto la rodilla y empezo a suspirar profundamente. Aquellos suspiros se hicieron audibles.
El escalofrio libero el cuerpo de Bryan de la tension que habia acumulado, dejandolo ardiente y traspuesto. Entonces Gisela dio un paso adelante y se le acerco tanto que los pliegues de su traje que moldeaban la curva de sus muslos ocuparon el campo visual entero de Bryan. Gisela se inclino hacia adelante y subio la rodilla hasta el borde de la cama. Bryan la tomo en sus brazos cuando ella le rodeo el cuello. Todas las capas de ropa eran lisas, flexibles y frescas. Su piel estaba humeda.
Aquellos abrazos se repitieron muchas veces, aunque por poco tiempo. Los ritmos que regian la seccion cambiaban constantemente. Resultaba dificil encontrar un momento de tranquilidad en medio de todo aquel ajetreo. Ambos tenian razones mas que sobradas para mostrarse cautelosos.
Al final eran capaces de contentarse dejando pasar las horas con la mirada fija en el otro. Solo en contadas ocasiones sus cuerpos se rindieron al deseo. La voz de Gisela emanaba amor. Todas las demas mujeres dejaron de existir para Bryan, se tornaron borrosas.
Uno de aquellos dias, su gorjeo se especio con un nuevo matiz; un matiz concreto y directo.
La alarma se disparo en el interior de Bryan. En un primer momento, habia entendido que el Gruppenfuhrer Devers pronto recibiria nuevas visitas.
Mas tarde se dio cuenta de que Gisela le estaba hablando de el, de Amo von der Leyen; que lo admiraba y que estaba segura de que volveria a casa antes de Navidad; que pronto recibiria una visita importante de Berlin. Que lo echaria en falta.
Miro hacia su marido con desprecio.
Eran noticias aterradoras, si es que lo habia comprendido todo correctamente.
Despues del traslado, a Bryan empezo a costarle mantenerse al corriente de los dias que iban transcurriendo y llego a odiarse a si mismo por aquella negligencia. Al oir el retumbo de la ultima gran ofensiva contra Karlsruhe, Bryan habia calculado que era el 5 de noviembre, dos dias antes de su cumpleanos. Desde entonces debian de haber pasado unos quince dias, mas o menos.
Ya no pasaban desapercibidas las batallas al otro lado del Rin, aunque no podia saber de que lado estaba la fortuna. Lo que, en cambio, habia quedado bien a las claras era que los pacientes del lazareto podian ser trasladados en cualquier momento, si el avance de los aliados llegaba a suponer una amenaza para la region.
Esta vez lo conseguiria.
Todas las noches, mientras hacia su guardia, que debia resguardarlo de los ataques de los simuladores, le daba vueltas a los planes de fuga y pensaba en James.
Habia que meditar sobre varios inconvenientes: la ropa y el calzado; la manera de superar todas aquellas miradas despiertas y de escapar de aquel edificio; las patrullas de perros y la nueva alambrada electrica; la pared rocosa en medio de la oscuridad; el transito de los caminos del valle, ahora que habian extremado la vigilancia al maximo; el frio de la tierra mojada, y los arroyos y riachuelos; la amplia y llana region que se extendia hacia el Rin de, por lo menos, seis millas; la duda de si todavia estaban en epoca de vendimia, a pesar de lo avanzado del ano.
Y luego estaban las aldeas y los pueblos alla abajo, y todas las sorprendentes coincidencias y extranos quehaceres de las pequenas sociedades del valle. Habia que superar todo aquello.
Bryan sabia que ya no podria dirigirse hacia el sur. La concentracion de tropas cerca de la frontera suiza probablemente fuera la mas densa del mundo. Tendria que optar por escapar en direccion oeste, tomando el camino mas corto, en un intento de cruzar las vias del tren que atravesaban el valle del Rin, a lo largo del margen montanoso. Luego intentaria llegar hasta el rio.
Teniendo en cuenta la escalada belica que se habia vivido durante las ultimas semanas, las tropas aliadas debian de encontrarse justo al otro lado del Rin. Pero ?como conseguiria llegar tan lejos?
Aquel grandioso rio, que Bryan habia utilizado tantas veces como referencia en los vuelos de reconocimiento, probablemente era el rio mas vigilado del mundo. El pobre desgraciado que fuera atrapado alli no tendria que devanarse los sesos pensando en el destino que le aguardaba. Cualquier civil sospechoso que pillaran tan cerca de la linea del frente seria tomado por un desertor y ajusticiado en el acto.
Y cuando finalmente tuviera el Rin a sus pies, ?como se suponia que lo cruzaria? ?Que anchura tenia realmente? ?Y que profundidad? ?Y la corriente, como seria?
La ultima pregunta que se hizo tampoco lo volvio loco de alegria. ?Y si lograba llegar al otro lado del rio? ?Acaso no abririan fuego contra el sus propios companeros? ?Acaso no dispararian contra cualquier cosa que se moviera?
A fin de cuentas, no las tenia todas consigo. De nino, Bryan habia aprendido de su padrastro que la gente tonta no era capaz de apreciar la importancia de calcular las probabilidades de exito de sus vidas. Por esa razon, esa gente siempre acababa optando, una y otra vez, por los suenos, las fantasias y las ilusiones, que, a fin de cuentas, nunca llegaban a hacerse realidad, en vez de conducir sus vidas hacia unos marcos mas seguros aunque, tal vez, tambien mas banales. Asi, muchas veces se quedaban paralizados, incapaces de tomar una determinacion. Las probabilidades que tendian a obviar a menudo los conducian a un callejon sin salida, ofreciendoles unas posibilidades miserables y convirtiendolos en perdedores.
Y aun asi, Bryan opto, esta vez y a pesar de la educacion que habia recibido, por dejar a un lado las