probabilidades desfavorables de salir airoso de aquella situacion y aplicar otro aspecto importante de su aprendizaje que, en cierto modo, contrarrestaba las expectativas sombrias.
Ese aspecto era, ni mas ni menos, el axioma segun el cual los problemas estan para ser solucionados.
Naturalmente, Bryan no conocia el terreno, de la misma manera en que era innegable su desconocimiento de la lengua. Sin embargo, esta era, por asi decirlo, la terminologia misma de la fuga. Y puesto que ya no podia quedarse alli por mas tiempo, tendria que hacerlo lo mejor que pudiera y hacerlo pronto.
Si finalmente se daba el caso, seria determinante alcanzar el Rin antes del amanecer.
La cuestion que quedaba por determinar era si James lo seguiria.
Bryan habria dado su brazo derecho por poder dar un paseo alrededor de los edificios o por tener una mejor vista desde su ventana.
La alambrada electrica constituia el primer obstaculo que deberia salvar. Incluso si se decidia por dirigirse hacia la pared rocosa, se encontraria con aquella alambrada. Y si finalmente conseguia superar las rocas por otra via, se veria obligado a bordear el complejo hospitalario para alcanzar el camino en direccion oeste.
La manera mas sencilla de salir seria atravesando el portal. Bryan la desecho; tambien seria la manera mas facil de conseguir que lo mataran.
La siguiente posibilidad de escapar era cavando un tunel. Sin embargo, todas las alas que daban a campo abierto eran barracones. Alli no conseguiria cavar sin que lo descubrieran. Y segun los calculos de Bryan, el resto de la alambrada estaba fijada en suelo rocoso.
Por tanto, deberia superar la alambrada sin tocarla.
El recuerdo del frio paseo desde la plaza de actos el dia del cumpleanos de Hitler y los grandes abetos que se inclinaban sobre la alambrada por el costado oriental seguia estando presente en su mente. Un solo paseo, y sabria con toda seguridad si el salto desde alli era posible.
Y luego, a fin de cuentas, tambien habia otra manera de enterarse. Si lograba introducirse en la habitacion de James, en tan solo unos segundos podria calibrar la distancia que lo separaba de los abetos desde la ventana.
Bryan hizo un gesto resoluto con la cabeza. Tendria que hacerlo asi. Al fin y al cabo, tendria que hacer participe a James de sus planes lo antes posible.
La sorpresa habia llevado a Gisela a agarrar su bolso y salir corriendo al pasillo. En el segundo previo al beso que le habia dado a Bryan, habia oido el chirrido de la puerta. Kroner habia aparecido sonriente en la puerta cuando ella se habia escurrido indignada por su lado. Habia estado al acecho, escondido para poder contemplar sus caricias. Los ojos de Bryan y Kroner se encontraron. El brusco despertar del tacto de la seda y las suaves formas del cuerpo de Gisela y el desafio de la sonrisa de aquel rostro picado de viruela hicieron que el odio y el acaloramiento se fundieran, desbocandose en su interior.
Kroner todavia se reia cuando Bryan se incorporo en la cama. El hombre del rostro picado reculo y se deslizo pasillo abajo tapandose los ojos con la mano. Los guardias se sorprendieron al ver que Bryan lo seguia. En el momento en que Kroner logro escapar de su terco perseguidor encerrandose en el retrete, perdieron el interes por ambos. Bryan no sabia realmente lo que queria hacer. Kroner seguia riendose detras de la puerta del vater. Porque,
A pesar de que las ganas de hacerlo fueron aumentando por segundos, un acto asi careceria totalmente de sentido.
Los guardias empezaron a murmurar. Como de costumbre, toda la seccion estaba en alerta permanente. Al lado de la puerta tras la cual Kroner parecia haberse calmado, habla otra puerta que daba golpes; era la de la sala de ducha, que estaba entreabierta, al igual que la puerta que habia un par de metros mas alla. Hasta entonces, Bryan no habia advertido que aquella superficie de color verde claro era una puerta, sino que habia creido que era la continuacion de la pared que iba a dar a la puerta de cristal de la escalera de servicio.
Los guardias ni siquiera se molestaron en reaccionar cuando se acerco a ella y la abrio. Bryan comprendio instantaneamente por que.
Era otro retrete.
Cuando llego la hora de la ronda de la tarde con los enfermeros y el carrito de la comida, Kroner todavia seguia riendose. Levanto las cejas jovialmente hacia Bryan y se le acerco susurrandole aquellas palabras con una gravedad satanica:
Bryan ya habia resuelto uno de los problemas de la fuga. En el retrete recien descubierto habia una ventana. Si bien el debil marco de hierro estaba atornillado a la pared de manera que no se pudiera abrir la ventana, las vistas eran prometedoras.
El retrete en si estaba integrado en la caja de la escalera de servicio. Desde ahi, las vistas a la fachada, pasando por el bano, el retrete, el consultorio, la habitacion doble, la misteriosa habitacion sencilla, hasta la esquina del edificio, eran muy amplias. Una magnifica vision con canalones por cada tres o cuatro metros de fachada. Y sobre todo, el canalon delante de la habitacion en la que nadie entraba, aparte del medico, resultaba interesante por sus grandes anclajes. No porque el canalon bajara hasta un pequeno cercado que albergaba unos cubos de basura y material de construccion sobrante en el basamento del edificio, sino porque hacia arriba estaba anclado en la planta superior, delante de un salidizo del tejado inclinado.
La ventana de la buhardilla estaba abierta y la luz del sol iluminaba los estantes de la estancia y la ropa blanca que alli se guardaba.
Bryan tendria que subir y no bajar.
Gisela Devers no lo visito durante los dias que siguieron.
Bryan echaba en falta su presencia, con un dolor a la vez punzante y dulce.
De pronto, despues de dos noches de pesadillas y dos dias de profunda soledad, volvio a aparecer y la tercera manana tomo asiento al lado de la cama de su marido y se puso a leer, como si no hubiera pasado nada. Durante las pocas horas que transcurrieron, no abrio la boca ni se le insinuo a Bryan.
Justo antes de abandonar la habitacion se sento un rato al lado de la cama de Bryan. Le dio una palmada desapasionada en la mano y lo saludo con un gesto orgulloso de la cabeza. Con unas pocas frases le dejo claro que habia oido decir que el Fuhrer se encontraba en la zona. Acabo embriagandose con sus propias palabras y le hablo de una ofensiva en las Ardenas. Parecia muy optimista y sonrio al mencionar su nombre.
Entonces le guino el ojo. El heroe Amo von der Leyen pronto recibiria una visita; si no del Fuhrer en persona, al menos de alguien muy cercano a el.
La mirada reverencial que Gisela Devers le dispenso al abandonar la habitacion seria el recuerdo que Bryan guardaria de ella.
CAPITULO 26
«Ahora duerme, angelito mio», penso Bryan. Herr Devers era un hombre pesado y le costo sacarlo de la cama. Habia retirado la manta de la cama que estaba lista para acoger a su companero de habitacion. Luego habia colocado el albornoz de Devers en la cama vacia, habia acomodado el bulto cuidadosamente, para que tomara el contorno de un cuerpo tendido, lo habia cubierto con la manta, se habia puesto su propio albornoz y habia abandonado la habitacion, no sin antes asegurarse de que ningun extrano transitaba por el pasillo.
Eran casi las siete de la tarde. La cena habia estado pasada y asquerosa y se la habia tragado en un abrir y cerrar de ojos. Unos ejercicios de evacuacion habian descolocado a todo el personal durante la mayor parte del dia. En un primer momento, Bryan habia creido que se trataba de una evacuacion real y que iban a ser trasladados del lugar inmediatamente. Los reproches que se hizo a si mismo habian abocado en insultos por haber dejado escapar el momento.
Sin embargo, los enfermeros le habian sonreido e incluso Vonnegut habia asomado la cabeza por la puerta y se habia reido. Los medicamentos de la noche habian sido distribuidos varias horas antes de lo habitual.
Habia llegado la hora.
A punto estuvieron los guardias de esbozar una sonrisa al verlo detenerse en el pasillo y rascarse la nuca en un gesto abatido. De pronto, la expresion de su cara se habia esclarecido y Bryan se habia encogido de hombros con una mueca de indiferencia y habia seguido su camino hacia la habitacion de siete camas.