Antes de que el guardia hubiera agarrado el pomo de la puerta, Bryan ya se habia arrojado hacia atras escondiendose detras de la puerta. Habia estado a punto de caerse. El tobillo le latia de dolor y sus ojos estaban desorbitados. A su lado, un estrecho haz de luz atraveso la estancia y le rozo los dedos de los pies.

A menos de diez centimetros de donde se encontraba, uno de los guardias asomo su rostro oscuro. La luz que entraba a sus espaldas rodeo su cabeza en una aureola diabolica. El mas minimo ruido o movimiento, y Bryan estaria acabado. El hombre misterioso seguia tendido en la cama, con la nuca apretada contra la almohada y una sonrisa dulce en los labios. La cortina ondeaba ligeramente. Bryan percibio el aire que entraba por la ventana con una rotundidad inoportuna y vio, para su desesperacion, como el haz de luz atrapaba el pie del marco de la ventana detras de la cortina. El guardia solto un grunido y abrio la puerta un poco mas y, hasta que sus ojos no se hubieron acostumbrado lo suficiente a la oscuridad para poder ver al enfermo recostado en la cama, no se rindio. Ahora el tobillo le dolia tanto que Bryan estuvo a punto de derrumbarse. Tal vez era lo mejor que le podia pasar; dejarse caer, sin mas. ?Acaso todavia le quedaba alguna posibilidad de salir victorioso de aquella situacion? Se deshizo rapidamente de aquel sombrio pensamiento y recupero el equilibrio. Encontrarian un albornoz en la cama de Devers y a Devers en la cama de Arno von der Leyen. Bryan llevaria puestos dos albornoces.

Resultaria dificil de explicar, sin duda.

El Obergruppenfuhrer se incorporo repentinamente en la cama; parecia estar totalmente lucido.

– Cute Nacht -dijo quedamente, con tanta dulzura y claridad que incluso Bryan alcanzo a entender aquellas palabras.

– Gute Nacht -replico el guardia y cerro la puerta suavemente.

Fue todo tan cordial que a Bryan estuvo a punto de parecerle humano.

La noche era humeda y el aire invernal ya habia empezado a morder. No se veia ni una alma en la plaza de actos. El canalon parecia estar solidamente anclado en la pared, pero era mas resbaladizo de lo que habia creido Bryan.

Y, ademas, le dolia el tobillo.

Por esta razon, los escasos apoyos que tuvo que soportar hasta alcanzar el salidizo resultaron ser mas duros y agotadores de lo esperado. La distancia que separaba el canalon de la ventana era insignificante, pero la ventana estaba cerrada. Bryan la oprimio con cuidado. El cristal empanado de la ventana estaba suelto y se movio bajo la presion de la mano de Bryan. El golpe cayo con dureza e hizo saltar el cristal en mil pedazos. Uno de los pedazos desgarro la carne de su mano y le dejo una herida del tamano de un penique. El gancho superior estaba demasiado alto. Bryan agarro el marco de la ventana y tiro de el con todas sus fuerzas, hasta que se solto. El cristal superior se desprendio y se hizo anicos diez metros mas abajo, al chocar contra los cubos de basura. A Bryan, aquel tintineo de cristales le parecio como si el cielo se le hubiera caido encima.

Sin embargo, fue el unico que lo registro.

A pesar de la suerte que habia tenido, no habia adelantado nada. La salvaje ironia del destino habia vuelto a burlarse de el, pues a pesar de que el marco de la ventana ya no suponia ningun obstaculo, tendria que buscar otra via para introducirse en el edificio. Desde que, dos dias antes, habia contemplado el salidizo desde abajo, alguien habia cegado la ventana con un mueble macizo.

Demasiado macizo.

Ante la posibilidad de tener que volver a bajar, Bryan se dispuso a evaluar, una vez mas y a la desesperada, la accesibilidad y las trampas que escondia aquel tejado de pizarra. El tejado era resbaladizo y reluciente como un espejo y reflejaba la debil luz de las farolas al otro lado de las cocinas como una pelicula de espejismos parpadeantes. De aquella superficie negra emergieron varias ventanas en marcos de hierro.

Aparecio un numero cada vez mas abundante de destellos desde el nornoroeste que presagiaban nuevas descargas apagadas y retardadas. Las luchas al otro lado del Rin se habian intensificado considerablemente durante las ultimas horas. Estrasburgo parecia sucumbir a la presion de las fuerzas aliadas.

Desde el salidizo, unos metros mas alla, le llegaron una voces alegres. Bryan supuso que se encontraba delante de las dependencias de las enfermeras. Tambien desde la buhardilla, que se hallaba en algun lugar a sus espaldas, empezaron a oirse algunos ruidos que presagiaban que el equipo de la tarde estaba a punto de retirarse a sus aposentos. Podian descubrirlo de un momento a otro, solo con que uno de los ocupantes de las habitaciones quisiera ventilar su buhardilla o averiguar de donde provenian las detonaciones y los destellos. Era facil que sorprendieran a Bryan; un rapido vistazo al tejado y lo habrian descubierto. A pesar del frio, Bryan sudaba y las manos empezaban a resbalarle en el marco de la ventana. Tendria que encontrar inmediatamente otro acceso al edificio. Dentro de unos segundos, los guardias encorvados doblarian la esquina.

Colgado del techo de aquella manera, no tardarian mucho en distinguir su cuerpo.

Junta por junta, placa por placa, Bryan fue examinando aquel tejado de pizarra por segunda vez. Al ver un marco de hierro, casi oculto por el tejado del salidizo que se hallaba justo encima de su cabeza, sus esperanzas resurgieron. Podria alcanzar aquella ventana si conseguia poner un pie en el desague de la buhardilla.

Los primeros apoyos fueron los mas dificiles. La superficie estaba iria y pringosa por la descomposicion de las hojas que el viento habia transportado hasta ahi. Precisamente en el momento en que Bryan resbalaba y daba un paso atras que a punto estuvo de precipitarlo al vacio, y se apoyaba febrilmente contra el tejado, se oyo el ladrido traicionero que siempre anunciaba la aparicion de los guardias y de sus perros.

Solian venir de dos en dos. Pero, por lo visto, esta vez se habian encontrado dos grupos y habian decidido mantener una cita justo debajo de Bryan.

Los viejos charlaban en voz baja juntando las cabezas para poder oir mejor lo que decian los companeros, mientras se llevaban mecanicamente la mano al bolsillo de pecho, buscando el paquete de tabaco. El cono de luz de la farola bajo la que se habian reunido desvelo cierta jovialidad entre ellos. Sus fusiles colgaban pesadamente de sus hombros y los perros tiraban de sus cuerdas con impaciencia, ansiosos por seguir la ronda. Hasta que Bryan no estuvo a punto de perder el equilibrio de nuevo y tuvo que apoyar el pie contra el lado del salidizo, los perros no se dieron cuenta de su presencia.

Varios montoncitos de follaje viscoso cayeron del canalon y aterrizaron sobre los cubos de basura del cercado. Dos de los perros empezaron a ladrar inmediatamente. Los hombres miraron a su alrededor, visiblemente confundidos. Entonces sacudieron la cabeza, apagaron sus cigarrillos de mala gana y disolvieron el grupo.

En el instante en que se apagaron las voces, Bryan se encaramo al tejado. Un par de segundos mas y se le habria acalambrado la pierna.

La buhardilla no ofrecia nada de interes. Montones de camas viejas y desvencijadas y colchones podridos habian encontrado su ultima morada sobre los tablones polvorientos. Para los ratones, las virutas y los retales de telas viejas constituian un paraiso donde poder reproducirse y retozar tranquilamente. De no haber sido porque las circunstancias obligaban a Bryan a dejar un rastro que revelaba el camino que habia tomado para escapar del lugar, podria haber permanecido alli varios dias, hasta que el tiempo se hubiera suavizado y la fuga no estuviera tan marcada por el peligro.

Tal como estaban las cosas, tendria que seguir adelante inmediatamente; antes, no obstante, deberia buscar algo que ponerse en los pies, y eso no lo encontraria alli.

La escalera que conducia al piso de abajo acababa en una puerta. Es posible que, en su dia, hubiera estado cerrada con llave, pero en ese momento estaba atrancada por la suciedad y la humedad. La estancia que se hallaba en el piso inferior parecia estar vacia; no se oia ningun ruido que anunciara actividad alguna. El estruendo de los bombardeos sonaba distinto desde alli. El tejado inclinado vibraba. La cercania caotica de la destruccion se percibia grave y entristecedora.

La buhardilla que no habia podido abordar desde el tejado debia de encontrarse detras de una de las tres puertas que tenia delante. Unos sonidos que provenian de la puerta de la derecha y la distancia hasta las otras dos le revelaron el lugar en el que debian de encontrarse el bano y los retretes. Por tanto, la puerta del medio debia de pertenecer a la estancia que se hallaba justo encima del consultorio, y la puerta de la izquierda debia de conducir a la buhardilla.

Detras de la puerta del retrete alguien tiro de la cadena y se sono la nariz. Bryan desaparecio en el interior de la buhardilla en el momento en que la mujer abrio la puerta. Sus pasos eran cortos y cansados. Al pasar por delante de la siguiente puerta, la golpeo y grito algo dirigido al ocupante de la habitacion. De pronto, un caos de pasos y voces se apodero del pasillo; una actividad desenfrenada para aquellas horas del dia.

Bryan echo un vistazo a su alrededor. Unos montones de ropa blanca, cuidadosamente doblada, aparecieron en medio de los destellos de las detonaciones. Ni un solo zapato. Solo ropa de cama. Incluso una blusa o unos

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