No lo detuvieron, sino que mas bien parecieron sentirse tan aliviados como lo estaba el.
Los simuladores ya se habian acostado, a excepcion de Rroner, que miro a Bryan con una expresion sarcastica en el mismo instante en que este asomo la cabeza por la puerta.
Kroner se incorporo sobre los codos inmediatamente. James ocupaba la antigua cama de Bryan, la que estaba entre la de Kroner y la del hombre de los ojos inyectados en sangre.
De la cama del fondo asomo un rostro desconocido de entre las mantas que siguio pasivamente los movimientos de Kroner con la mirada, cuando este atraveso la estancia. El hombre de la cara ancha gruno cuando Kroner lo sacudio insistentemente, despertandose a la vez que James.
En la mirada que James le envio habia mas bien una especie de apatia que de cansancio. Era todo cuanto Bryan necesitaba saber: James no podria acompanarlo.
Entonces Bryan se escabullo entre las camas de James y de Kroner y echo un vistazo por la ventana. Los abetos de la parte sur de la pared rocosa estaban a unos seis metros del muro del edificio, pero justo delante de la ventana y, un poco mas alla, la distancia era aun menor.
Las ramas eran de un color verde intenso y estaban llenas de savia, flexibles y densas. Habia mas que suficiente a lo que agarrarse, siempre y cuando el angulo de caida fuera el correcto.
Desde su cama en la planta inmediatamente inferior, Bryan habia dejado que los fundamentos de aquellas gigantescas sombras bailaran prometedoramente ante sus ojos. Pequenos fragmentos de una vida apacible y normal que cabeceaban placidamente al otro lado del cristal; entes inalcanzables y cautivadores.
Y por fin tuvo una vision completa de aquellos arboles.
A sus espaldas, Lankau y Kroner se habian colocado entre las dos camas, barrandole el paso. Kroner estaba tan tranquilo y expectante como Lankau tembloroso y excitado. Bajo la sonrisa torcida del hombre del rostro picado de viruela, el panuelo de Jill adornaba coquetamente su cuello. En el mismo instante en que Kroner se dio cuenta de que Bryan lo habia visto, acaricio el panuelo con el dorso de la mano y esbozo una sonrisa diabolica. Los simuladores habian despojado a James de su ultimo resto de dignidad. Bryan miro a James y el hombre de los ojos inyectados en sangre los contemplo con interes desde la cama vecina.
James ni siquiera pestaneo cuando Bryan le sonrio taimadamente.
Entonces Bryan se levanto el camison y enseno su trasero desnudo. Tanto Kroner como Lankau se rieron hasta que Bryan contrajo el abdomen, lo que resulto en un largo y ofensivo pedo que fue a darles directamente en las narices. La risa de Kroner se helo al instante y el hombre dio un paso atras. Sin embargo, el rugido de Lankau tuvo un efecto contagioso y cuando Bryan tuvo la osadia de mirarlo por encima del hombro con una expresion ingenua de duendecillo, Kroner no pudo mas que estallar en risas.
Bryan poso la mirada una ultima vez en James. Resultaba dificil determinar si le habia guinado el ojo ligeramente. Su rostro estaba palido. La delicadeza y el tormento que este reflejaba obligaron a Bryan a apartar la vista. Bryan se repuso rapidamente y se acerco tanto a Kroner que sus frentes incluso llegaron a rozarse. Y entonces solto un eructo.
El semblante de Kroner se transformo, como si lo hubiera atravesado un rayo. La leve paralisis que se produjo le brindo el tiempo y el espacio suficiente a Bryan para que su golpe alcanzara el pomulo de Kroner de lleno. El hombre del rostro picado de viruela se fue hacia atras y aterrizo entre los brazos de Lankau. La colera de los dos simuladores se desato inmediatamente y ambos saltaron sobre Bryan, sin hacer caso de los gritos del hombre de los ojos inyectados en sangre.
Sin embargo, Bryan habia conseguido lo que habia pretendido desde que entro en aquella habitacion.
Apenas lo hubo agarrado Lankau, cuando solto un grito desgarrador, como si quisiera convocar a sus antepasados para la lucha. Todos los ocupantes de la sala despertaron de golpe y fueron testigos de las tres figuras rodando por el suelo y de los guardias entrando atropelladamente por la puerta como sombras tenebrosas. Los guardias se abalanzaron inmediatamente sobre los combatientes. Tanto el hombre del rostro picado de viruela como el de la cara ancha se habian dejado llevar por la rabia. Uno de los guardias logro liberar a Bryan de las garras de los simuladores, sin que tuvieran ningun efecto los golpes que Lankau dejo caer sobre su uniforme.
Y, de pronto, todos se quedaron inmoviles. Bryan, que se habia quedado sentado en el suelo con las piernas abiertas hacia los lados, empezo a sollozar. El hombre de los ojos inyectados en sangre habia tirado del cordel y los gritos de los enfermeros que se acercaban por el pasillo hicieron que el flaco se dejara caer contra la almohada con un suspiro irritado de resignacion.
Bryan dirigio una mirada a James cuando, entre sollozos, reculo hacia la puerta. Sin embargo, por entonces, James ya se habia vuelto, abandonandose al abrazo de la manta.
Bryan cruzo el pasillo en un par de pasos agiles. Antes de que les hubiera dado tiempo a las enfermeras a abrir la puerta giratoria del hueco de la escalera de servicio, Bryan ya habia cerrado la puerta a sus espaldas y habia detenido sus sollozos. Ahora se encontraba en la habitacion del medio que ocupaba el paciente misterioso.
La habitacion estaba a oscuras.
Bryan permanecio inmovil hasta que se hubo acostumbrado a la penumbra. Ahora, sin duda, administrarian un sedante a Kroner y a Lankau. Era impensable que el personal sanitario abandonara la habitacion de James durante los proximos cinco o diez minutos.
Desde su habitacion al otro lado de la pared se oyo el sonido de la puerta al abrirse. Las voces de los guardias atravesaron la pared con nitidez. Parecian aliviados; ya habian tomado nota de que Bryan se habia vuelto a acostar.
Su vecino inconsciente, Herr Devers, no se habia movido. La dosis de sedantes que le habia suministrado habia resultado suficiente.
Desde la cama sumergida en la oscuridad fue emergiendo el contorno de un hombre que lo miraba fijamente.
Ese era, pues, el hombre al que intentaban ocultar con tanto ahinco.
La inexpresividad de su rostro preocupaba a Bryan. Su falta de reaccion resultaba tan incomprensible como tantas otras cosas en aquella seccion. Bryan se llevo el indice a los labios y se puso en cuclillas al lado del lecho de aquel hombre. La respiracion del enfermo se habia hecho pesada y el ritmo se habia acelerado, como si se estuviera preparando para prorrumpir en un grito. Su respiracion, febril y ardiente, se fue haciendo cada vez mas profunda a medida que pasaban los segundos. El labio inferior le temblaba.
Entonces Bryan retiro la almohada de debajo de los codos del enfermo de un tiron y lo empujo contra el colchon. El hombre misterioso ni siquiera parecio sorprenderse al ver a Bryan alzar la almohada sobre su cabeza. Bryan volvio a bajar los brazos, tapo el rostro del enfermo con la almohada y apreto.
Fue como ver a su mayordomo en Dover agarrar a una paloma y exprimirle la vida lentamente. El hombre no opuso resistencia, ni siquiera pataleo. El cuerpo laxo e indefenso parecia haber sido abandonado, parecia estar tan solo.
Unos brazos delgados se alzaron ligeramente eliminando la voluntad de Bryan de acabar con aquella vida. Se apresuro a retirar la almohada y miro fijamente a aquellos ojos asustados que acababan de ver como cedia la muerte.
Bryan le acaricio la mejilla, aliviado. Cuando le sonrio, recibio a cambio una mirada triste.
Del colgador solo pendia el albornoz reglamentario. Bryan se lo puso por encima del suyo y se ato con fuerza el cinturon alrededor de la cintura. Aunque no le faltaron las ganas de encender la luz y asi poder registrar la habitacion en busca de cualquier objeto que pudiera serle util, no se atrevio a hacerlo.
La ventana se abria en el sentido equivocado, lo cual impedia el acceso al canalon. El paciente solto una risa ahogada, apenas perceptible, cuando Bryan descolgo la ventana de su marco y la deposito cuidadosamente detras de la cortina, al lado del lavabo.
El tumulto que se habia creado en la seccion se habia calmado definitivamente. El personal sanitario habia dejado de vociferar. Las risas de los guardias le llegaban atenuadas desde el pasillo. Habian demostrado su valia.
O, al menos, eso creian.
Bryan contaba con que, si todo iba como de costumbre, pasarian por lo menos unos siete u ocho minutos hasta que se dieran cuenta de su fuga.
Y, de pronto, antes de que diera tiempo para que aquel pensamiento se asentase en su mente, Bryan se quedo helado. Una intuicion inexplicable lo habia llevado a soltar la cortina antes de subir el pie al alfeizar de la ventana; tal vez solo fuera el leve tintineo de unas llaves en el bolsillo de alguien.