por el lado de la salvacion. Su respiracion era pesada cuando volvio a asirse a las rejas para inspeccionar la orilla.
Intentaria salir del rio por alli. Una ligera brisa sacudio los arboles. La vegetacion parecia densa y le procuraria proteccion. Alli entraria en calor antes de emprender el ultimo tramo de la fuga.
Solo un animal se habria percatado del peligro. Bryan estaba tan desprevenido como un anciano que se desploma a causa de un ataque cardiaco cuando una mano lo agarro del brazo.
La sensacion de que algo o alguien habia emergido de entre los muertos para apoderarse de el no era nada comparado con lo que sintio Bryan al ver la cara medio desleida y feroz de Lankau. Bryan solo alcanzo a soltar un grito ininteligible. La mano que se habia cerrado alrededor de su cuello tiro de el y el agua se cerro sobre su cabeza. Su vida habia llegado a su fin. Asi lo habia querido su contrincante.
En un ultimo y desesperado acto de voluntad, Bryan logro posar el pie en una de las barras transversales de la verja y tomar impetu para dar un salto. El hombre de la cara ancha no tenia intencion de soltarlo y rugio de dolor cuando sus brazos se quedaron enganchados en la reja que los separaba. Fue la salvacion de Bryan.
Los disparos llegaron desde atras haciendo aullar a Lankau aun mas. De pronto enmudecio y se desplomo, y solto a su presa. Parecia un hombre normal y corriente agarrado como estaba a la reja, viendo como Bryan seguia adelante hacia la orilla; mortal y vulnerable. La descarga de tiros se detuvo con la misma rapidez que habia empezado.
Los soldados alemanes tenian otras cosas mas importantes de las que preocuparse.
Antes de llegar a la orilla, Bryan tuvo que rendirse. Los miembros de su cuerpo ya no le respondian. La corriente no era suficientemente fuerte para sostenerlo de pie. A pesar de que la orilla salvadora se encontraba tan cerca, Bryan tuvo que doblar las piernas. Unos remolinos lo hicieron bailar en el agua. Entonces se hundio.
Mas tarde, Bryan recordaria que habia empezado a reir. En el preciso instante en que el agua se lo habia tragado, sus pies habian chocado con el fondo.
Las ultimas brazadas hasta la orilla estuvieron acompanadas por el abrazo fresco del alba. De pronto, el chasquido de las armas portatiles le llego desde el lado sur. A pesar de la densidad de la vegetacion, los claros en la maleza de aquella orilla evidenciaban que los ataques nocturnos tambien se habian cobrado sus victimas en aquella margen del rio. Bryan se estremecio al ver el uniforme.
El terreno era llano. El soldado norteamericano habia sido sorprendido por la repentina y traicionera desaparicion de vegetacion. Todavia parecia estar sorprendido. Bryan se echo al suelo muy cerca del cadaver y se pego a el. En aquella postura froto las manos amoratadas contra la ropa del soldado para que, poco a poco, se fueran desentumeciendo.
Las ropas del soldado le aportarian un calor que lo devolveria a la vida.
Bryan miro a su alrededor. El banco en medio del rio estaba muy lejos. Varias gabarras ornaban la punta del islote. Mas arriba, en la orilla occidental del rio, habia otra gabarra amarrada; estaba cargada de abono. El hedor que le llego le recordo tiempos pasados. Los estampidos lo devolvieron a la realidad, relegando a un segundo plano los momentos de tranquilidad que la vision de la gabarra habian evocado.
El rostro de Lankau no era mas que una mancha en medio del rio.
CAPITULO 28
– ?Podria volvera hablarme de aquel Obergruppenfuhrer? ?Estaba bajo custodia? ?Estaba encerrado o realmente estaba loco? ?Que sabe de todo eso?
Las puntas de los dedos del oficial de inteligencia al que llamaban Wilkens tenian un color amarillento. Encendio otro cigarrillo. Sin duda, sus colegas le habian prevenido. Bryan Underwood Scott Young no era especialmente comunicativo.
Bryan fruncio la nariz cuando el humo le dio en la cara.
– No lo se, sir. Creo que estaba loco, pero no lo se. No soy medico.
– Estuvo en aquel hospital durante mas de diez meses. Debe de haberse formado una idea de quien estaba loco y quien no.
– ?Eso cree?
Bryan volvio a cerrar los ojos. Estaba cansado. El capitan Wilkens le habla hecho las mismas preguntas una y otra vez; buscaba respuestas sencillas. Volvio a darle una profunda calada al cigarrillo y retuvo el humo en los pulmones un buen rato mientras contemplaba a Bryan con la cabeza gacha. Alzo la mano con la que sostenia el cigarrillo e hizo un movimiento brusco hacia Bryan como queriendolo ayudar a soltar la lengua. La ceniza aterrizo en el borde de la cama de Bryan.
– ?Pero si ya he declarado en mas de una ocasion que el general estaba loco! ?Al menos, eso creo! -Bryan bajo la mirada al suelo y prosiguio desapasionadamente-: Si, estoy convencido de que asi era, que estaba loco de verdad.
– ?Como va todo? -El medico habia entrado en la habitacion sin que nadie se hubiera dado cuenta-. ?Progresamos, senor Young, sin duda progresamos!
Bryan se encogio de hombros. Wilkens se echo hacia atras en el asiento. No dejo que se notara su irritacion por aquella interrupcion.
– No me gusta hablar; sigo notando la lengua rara.
– Tampoco es tan extrano, ?no es cierto?
El medico sonrio y con un gesto de la cabeza saludo al capitan, que ya estaba recogiendo sus notas.
Bryan reclino la cabeza contra la almohada. Desde que los soldados de infanteria norteamericanos lo habian recogido, tres semanas atras, habia llegado a aborrecer su lengua materna. Lo habian interrogado incesantemente. Los largos meses de aislamiento idiomatico lo habian hecho hipersensible a las preguntas; las respuestas le resultaban tediosas.
Aunque los medicos le habian asegurado que su estancia en el hospital psiquiatrico no le acarrearia danos irreparables, Bryan sabia que no era verdad. Tal vez las cicatrices en el cuerpo se cerrarian, quiza los inexplicables cambios de humor remitirian y el tejido encefalico se restituiria de los tratamientos de choque recibidos, quiza el miedo persistente a perder la vida aflojaria. Sin embargo, la verdadera herida, la sensacion de haberle fallado a James, se hacia mas profunda cada dia que pasaba. Esa herida no podian curarla.
Las noches se hicieron interminables.
Mientras estuvo ingresado en el lazareto norteamericano de Estrasburgo, le llegaron noticias de que el centro de Friburgo habia sido reducido a escombros. «En menos de veinte minutos», habian anadido con orgullo. Desde entonces, James habia ocupado sus pensamientos dia y noche.
Desde que se estrellaron. James y el habian sido declarados desaparecidos. Sus familias habian sido inconsolables durante meses. Lo mas dificil seria mirar a los Teasdale a los ojos. Jamas volverian a ver a su hijo, Bryan estaba convencido de ello. Todo lo demas era incierto.
– Ya vera como la lengua no le causara problemas. Solo es cuestion de tiempo y de entrenamiento, ?Pero si se decidiera a hablar mas durante estas sesiones, el proceso de recuperacion sin duda se aceleraria! Tiene que obligarse a hablar, senor Young, eso es lo unico que puede ayudarlo.
La lluvia habia sustituido la escasa nevada, el vaho impedia que el medico pudiera mirar por la ventana. A menudo adoptaba esa postura cuando hablaba, dandole la espalda a Bryan mientras frotaba el cristal de la ventana.
– Lo han propuesto para una medalla al Merito Militar. Por lo que tengo entendido, piensa negarse a recibirla, ?es eso cierto?
– Si.
– ?Es la historia de su companero, que le sigue rondando por la cabeza?
– Si.
– Supongo que sabra que tendra que colaborar con los oficiales de inteligencia, si quiere volver a ver a su companero algun dia.
Bryan bajo la comisura de los labios.
– En fin. De todos modos, he decidido que permanezca un tiempo mas en el hospital. Sus heridas fisicas