capacidad para comprender que habia que vivir la vida y venerar el pasado constituia una parte importante de su ser.

Por eso, y por muchas otras cosas mas, Bryan la amaba.

Sin embargo, el precio que habia tenido que pagar habia sido encontrarse solo con su pasado, sus pesadillas, sus impresiones y su dolor. Ni siquiera visitaban a la familia Teasdale, A pesar de que las dos familias vivian a escasas calles la una de la otra, Bryan jamas mencionaba ni a la familia Teasdale ni su destino.

De esa forma, el corazon de Laureen podia seguir siendo solo suyo, y el de Bryan solo de Bryan.

En cambio. Laureen sabia manejar de sobra el mundo exterior por los dos.

«?Por que te preocupas por las diarreas y los ileos de los ricos si no te apetece hacerlo, Bryan? Al fin y al cabo, siempre acaban enfadandose contigo cuando les quitas el chocolate caro, los puros y las copas.» Con estas sencillas palabras habia dado paso a una nueva etapa de su vida en comun, aceptando alegremente que, a partir de entonces, podrian verse en una situacion menos holgada que la vivida hasta el momento. Apenas una semana despues, Bryan puso en venta su consulta.

Al principio, la investigacion no habia arrojado beneficios, pero Laureen jamas se quejo. Tal vez fuera consciente de que si las cosas iban mal dadas, la madre de Bryan siempre podria apoyarlos. Pero sin Laureen, el futuro habria sido otro.

Y cuando llego el exito, los alcanzo de pleno.

«?Oh, papa! -habia gimoteado su hija cuando finalmente se establecieron en Londres-. ?Un despacho en Lambeth? Pero si ese no es precisamente un barrio que visitas asi como asi, sin tener una razon apremiante. ?Por que no Tudor Street o Chancery Lane?» Ann era una chica simpatica y desenvuelta cuyo gran interes por el atletismo y, sobre todo, por sus practicantes del sexo opuesto, habia significado, por razones inescrutables, que Bryan, al margen de la investigacion y el negocio, siguiera practicando la medicina y que, durante algunos anos, hubiera puesto sus conocimientos al servicio de la medicina deportiva.

Dietas y tratamiento de enfermedades gastrointestinales agudas. Cuando los problemas derivaban de la zona abdominal, los deportistas solian dirigirse a el y no a las federaciones o a los especialistas de Harley Street.

En resumen, una buena vida.

Bryan encendio otro Pall Mall y recordo los dedos amarillos de Wilkens durante los interrogatorios. Entonces el no turnaba. Inhalo con avidez. La aparicion de Wilkens precisamente aquel dia habia resultado ser una coincidencia de caracter absolutamente sobrenatural.

Bryan solo se permitia enfrentarse con el pasado en contadas ocasiones a lo largo del ano. La pesadilla de la vispera todavia lo tenia agarrotado. Aunque el sueno siempre era distinto de los anteriores, la esencia era la misma. ?Habia traicionado a James! La verguenza lo perseguiria durante el resto de sus dias. Si se encontraba en la oficina, solia recorrer los escasos cien metros que lo separaban del Imperial War Museum para sumergirse en las impresiones. Una acumulacion colosal de miseria y de desdicha que hacia que las penas personales parecieran imperdonablemente nimias. Los errores de siglos pasados, la sangre derramada de cientos de miles de seres humanos, simbolizados por la fanfarroneria monumental de aquellos edificios.

Sin embargo, aquel dia no se vio con fuerzas para visitarlos.

La noche anterior habia recibido la llamada de un grupo de delegados del Comite Olimpico Internacional que le habian insistido en que aceptara el puesto de asesor del equipo medico de los Juegos de Munich.

La llamada habia provocado la pesadilla. Llevaba anos rechazando invitaciones que significaran tener que desplazarse a Alemania. Bryan rechazaba todo aquello que pudiera hacerle recordar los sucesos tragicos de entonces. Todas sus pesquisas habian fracasado. Era inutil; James habia muerto.

Entonces, ?por que martirizarse una vez mas?

Y luego habia llegado la invitacion, la pesadilla y la visita de Wilkens, una coincidencia detras de la otra y en pocas horas. Esta vez, el comite solo le habia concedido una semana para contestar. Apenas faltaba un mes para la inauguracion de los Juegos Olimpicos. Cuando, cuatro anos atras, se habia integrado en el equipo como asesor con motivo de los Juegos de Mexico, habia dispuesto de mas tiempo para pensarlo.

Harper Road, Great Suffort Street, The Cut… Toda la ciudad rebosaba vida por todos los costados, como si un torbellino devastador la hubiera atravesado.

Bryan ni siquiera se percato de ello.

– ?Realmente quieres hacerme creer que has estado deambulando por las calles vestido asi y con el tiempo que hace, y ademas por Southwark, porque necesitabas reflexionar antes de tomar la decision de ir o no a Munich, Bryan? ?Que tiene de especial esa invitacion? Podias haberlo hecho en casa.

Una gota mas, y la taza de te de Laureen se desbordaria.

– [Claro que iba a intentar convencerte para que no vayas! Pero tampoco te vas a librar de ello ahora, lo sabes, ?no?

– ?Vaya!

– ?No estoy dispuesta a soportar una discusion mas despues de lo de Mexico!

– ?Discusion?

Bryan la miro. Habia ido a la peluqueria.

– Demasiado calor, demasiada gente. ?Esos malditos horarios!

Laureen se dio cuenta de su mirada. Bryan la aparto.

– ?No hace calor en Alemania!

– No, Bryan, pero en cambio hay tantas otras cosas. ?Todo es tan… aleman!

La gota y algo mas acabo derramandose por el borde de la taza.

Siempre habian compartido la aversion a los viajes. Laureen, porque temia lo desconocido; Bryan, porque temia el recuerdo de lo conocido. Por tanto, si alguna vez se iban de viaje, por regla general lo hacian arropados por un grupo de gente de habla inglesa con el que compartian intereses comerciales.

Si Laureen no lograba impedir que Bryan se fuera de viaje, procuraba acompanarlo y terminar lo antes posible, de la mejor manera posible y ordenadamente. Asi se habian iniciado muchos de los viajes de negocios de Bryan, y asi pretendia ella que volviera a ser esta vez.

Al dia siguiente, Laureen le habia presentado, fiel al procedimiento habitual y a desgana, los horarios de los vuelos y los billetes. La sorpresa fue minima cuando Bryan le comunico que, a pesar de todo, habia decidido rechazar la oferta del Comite Olimpico Internacional. No pensaba ir a Munich.

Aquella noche, el sueno fue mas agitado de lo que habia sido durante anos.

CAPITULO 30

Ya de buena manana, Laureen estaba en plena actividad.

Ebria de alegria por haberse librado del viaje, se movia ajetreada por toda la casa, haciendo las mediciones pertinentes para las cortinas que estrenaria en otono, con motivo de sus bodas de plata. Bryan se habia ido a trabajar sin decir nada. Dos horas mas tarde volvieron a ponerse en contacto con el. Le hizo un gesto a la senora Shuster, que se apresuro a cerrar la puerta de su despacho sin hacer ruido. La consulta del comite era insolita. Intentaban convencerlo de nuevo.

– Lo siento, pero ahora mismo estamos inmersos en el lanzamiento en toda Europa de un nuevo analgesico de asimilacion rapida contra la ulcera gastrica. No tengo mas remedio que participar en el diseno de nuestra estrategia de ventas y en la seleccion de nuestros socios colaboradores.

Asi termino la conversacion. En lineas generales, todo era correcto; de hecho, se estaba planificando una nueva campana de lanzamiento y se necesitaban nuevos agentes. Sin embargo, desde los mas tiernos inicios de la empresa, Bryan jamas habia tomado parte en las entrevistas a vendedores o distribuidores.

El hecho de que, en este caso, se viera impulsado a hacer una excepcion solo se debia a sus deseos de convertir aquella mentira piadosa en verdad.

De entre cincuenta distribuidores potenciales, el responsable de la logistica de la empresa, Ken Fowles, solo habia seleccionado a diez para la ronda de entrevistas. De estos diez saldrian cuatro, que deberian cubrir su propia zona geografica.

A los ojos de Bryan, todos los posibles distribuidores eran buenos, por lo que se limito a dejar caer algun comentario esporadico durante las conversaciones.

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