rechazo hacia el camarero, que desaparecio detras de unas mesas.

– Ya se que, si siguiera insistiendo eternamente, algun dia tropezaria por casualidad con una pista relacionada con alguien que, en su dia, hubiera frecuentado el sanatorio de Friburgo. Pero, francamente, creo que tardaria anos en encontrarla. Al fin y al cabo, no soy profesional. La pregunta es si realmente soy el mas adecuado para llevar a cabo esta mision.

Welles apreto los labios y prosiguio:

– No dispongo de tiempo suficiente, eso lo sabemos ambos. Hay demasiados centros de tratamiento, demasiados archivos, demasiados historiales medicos y las distancias son demasiado grandes. Y luego esta el Muro. ?Quien dice que sea en la Alemania Occidental donde debamos centrar la busqueda? Si se demuestra que realmente debemos continuar la busqueda en la Alemania del Este, nos encontraremos con problemas de visados y eso requerira tiempo, muchisimo tiempo.

Sonrio e hizo una mueca de disgusto.

– En realidad, lo que usted necesita es un enorme aparato de fisgones y archiveros.

– ?Ya lo he intentado!

– Entonces, ?por que volver a intentarlo ahora?

Bryan se quedo mirando a Welles durante un buen rato. Desgraciadamente tenia razon. Todo parecia indicar que no conseguiria destapar el misterio que envolvia el paradero de James. Tambien era cierto que podria haber encomendado aquella mision a profesionales. El caso era que Bryan no habia tenido intencion de volver a escarbar en el pasado, hasta que la providencia le habia traido a aquel hombre sin afeitar que ahora estaba sentado a su mesa.

Hasta entonces, siempre habia estado convencido de que James habia muerto. Y ahora debia intentar, por ultima vez, desentranar la verdad.

– Me he quedado con la sensacion de que deberia servirme de una mezcla de ruegos y amenazas. Me entristeceria mucho que usted se rindiera de antemano; tanto, que podria incluso llegar a influir sobre su nueva posicion en Bonn.

La reaccion de Welles se reflejo en sus ojos de inmediato. Seria una terrible mezcla; en todos los sentidos, ineficaz.

– Pero soy un hombre de palabra, senor Welles, y usted no me debe nada. Como ya habra podido comprobar, estoy desesperado. Nos estamos adentrando en un terreno que probablemente jamas tendria que haber sido investigado. Me temo que me estoy haciendo un flaco favor. Pero quiero que entienda que el hombre que buscamos era mi mejor amigo. Era ingles y en realidad se llamaba James Teasdale. Lo abandone en el lazareto y, desde entonces, no he vuelto a verlo. Si no aprovecho esta ocasion para enterarme de lo que fue de el, tendre que vivir el resto de mis dias sumido en una terrible incertidumbre. Porque no volvere a reunir fuerzas suficientes para volver a intentarlo.

Mientras hablaban, la plaza se habia ido vaciando de gente. Incluso los camareros, que habian estado toda la tarde pendientes de ellos, intentando que consumieran mas o que abandonaran la terraza y dejaran la mesa a otros clientes, habian desaparecido detras del mostrador. La retransmision de la ceremonia de inauguracion de los Juegos ya habia empezado.

Welles miro con interes a Bryan cuando este prosiguio su relato:

– Concedame dos semanas mas, senor Welles. Mientras duren los Juegos. Debe centrarse unicamente en los alrededores de Friburgo. Si no hay suerte, tendre que buscar otras vias. Le ofrezco cinco mil libras mas por las dos semanas. ?Lo hara por mi?

Desde el interior del restaurante se oian toques de trompeta y el rugido de miles de personas, una cabalgata de homenaje que en aquel mismo instante retumbo calle abajo, desde todas las ventanas. Un pequeno destello del vaso que Welles habia movido y toqueteado insistentemente atrapo la gravedad de su rostro haciendo que brotara una sonrisita en la comisura de sus labios. Le tendio la mano apaciblemente y dijo:

– ?En ese caso, tendras que llamarme Keith!

A pesar del calor y los riesgos sanitarios que siempre estan la-lentes cuando miles de personas se encuentran confinadas en un mismo lugar, Bryan no tuvo demasiado trabajo en la Villa Olimpica. Los casos graves de infeccion estomacal brillaron por su ausencia. El unico contacto que, hasta entonces, habia mantenido Bryan con la delegacion inglesa habia sido telefonico. Ya el primer dia, cuando se habia registrado, le habian entregado el pase para los estadios y las invitaciones habituales a diversas recepciones y eventos. Pero aunque el tiempo se le hacia eterno, nunca sentia deseos de estar acompanado. Como un pequeno viento en el ojo del huracan, Bryan se dejaba arrastrar medio adormilado a traves de los acontecimientos que tenian lugar a su alrededor y que tenian a todo el mundo en vilo. «Te envidio», le decia Keith Welles cuando lo llamaba para informarle de sus pesquisas. «No te envidio», le decia Laureen durante sus conversaciones diarias, mintiendo.

La Villa Olimpica era un hervidero. Todo el mundo estaba en constante movimiento. Nadie parecia advertir su presencia. Los escasos ratos que pasaba fuera de la habitacion los dedicaba a pasear por la ciudad. En las cafeterias de los grandes almacenes, en los museos, en los bancos de los parques que estaban a punto de rendirse bajo el eterno verano que se habia cenido sobre la ciudad.

La espera le resultaba insoportable. Ni siquiera los libros le servian de consuelo. La tentacion de investigar la gran cantidad de empresas farmaceuticas de la zona no era suficientemente acuciante.

Todo giraba alrededor de James.

«A lo mejor me estoy haciendo viejo», penso Bryan con la mirada fija en el televisor apagado en el rincon mas alejado de la habitacion. Vendrian otros Juegos Olimpicos despues de estos. Si queria presenciarlos, siempre podria pagarselo.

Cuando hubieron transcurrido diez dias y Welles llamo para dar parte de sus logros, su tono de voz habia cambiado.

– Es posible que tenga algo para ti, Bryan.

Las palabras le llegaron como ondas expansivas. Bryan habia dejado de respirar.

– No esperes demasiado, pero creo que he encontrado a tu Hombre Calendario.

– ?Donde estas?

– En Stuttgart, pero el esta en Karlsruhe. ?Podriamos encontrarnos alli?

– Tendre que alquilar un coche. ?No podria recogerte de camino?

Bryan no esperaba ninguna respuesta y junto las piernas. Era como si estuviera a punto de tener diarrea.

– Antes voy a tener que informar de mi marcha. ?Puedo encontrarme contigo dentro de tres horas!

Era evidente que a Welles no le gustaban las prisas. El imponente coche alquilado no hacia ruido. No era la aficion a la velocidad lo que llevaba a Bryan a alquilar un Jaguar; era mas bien una cuestion de orgullo patriotico. Sin embargo, el coche tiraba; demasiado, segun Welles. Se reclino en el asiento intentando no mirar la calzada.

– Me propuse encontrar a un verdadero excentrico para quien llevar la cuenta de los anos, los meses, las semanas y los dias fuera el epicentro de su existencia. Partiendo de esta premisa, solo era cuestion de averiguar si ese tal Werner Fricke todavia seguia con vida. Si asi era, antes o despues tendria que aparecer, solo era cuestion de insistir con las llamadas telefonicas. Puede sonar sencillo, pero llevo dias enteramente dedicado a la busqueda. Tal vez un profesional lo habria hecho de otra forma, pero yo llame a todos y cada uno de los centros de tratamiento que pude encontrar. Creo que este era el numero cincuenta y pico.

– ?Y Gerhart Peuckert? ?Que ha sido de el?

Bryan fijo la mirada en la calzada y apreto las manos alrededor del volante.

– Lo siento, Bryan, pero nadie parece saber nada de el.

– ?Tranquilo! No espero que llegue todo de golpe. Has hecho un buen trabajo, Keith. Paso a paso, ?no es asi? -Bryan intento sonreir y prosiguio-: Estoy ansioso por volver a verlo, ?lo entiendes? Y esta vivo, el querido Hombre Calendario. ?Si el vive, todavia hay esperanzas de que James tambien siga con vida!

– Pueden hacerle las preguntas que quieran, pero no puedo prometerles que vaya a contestarles.

Al igual que el resto de la clinica, el despacho de la medico en jefe era luminoso y estaba decorado con gran profusion de colores.

– La familia de Werner Fricke ha sido informada acerca de su visita. No tienen nada que objetar -prosiguio la doctora Wurtz con un acento impresionante, evitando sonreir-. ?A lo mejor el senor Welles podria asumir la tarea de interprete, senor Scott!

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