Ahora portaban un mensaje de paz.

La gente pasaba por su lado sin verlo. Bajo sus pies, el trafico atronador daba muestras de la gran agitacion que recorria la ciudad. Aparte de la mujer alta que en aquel momento se apoyaba contra la barandilla mientras contemplaba Schlossberg con una enorme bolsa de plastico a sus pies, el era el unico que no se dejaba tragar por la ciudad.

Una avanzadilla bulliciosa de ninos alborozados presagiaba la llegada de un grupo de padres. En pocos segundos alcanzarian el parque y se dirigirian al pie del teleferico. Incluso antes de que los jovenes padres lo hubieran adelantado, Bryan oyo el sonido de unos pasos energicos y tacones chocando con fuerza contra el pavimento del puente.

La mujer era pequena pero de espaldas rectas, y el cuello de cisne de su jersey beige bordeaba su cabellera rubia.

Era la segunda vez aquel dia que una mujer le habia hecho recordar algo. En este caso, sin embargo, la asociacion no era clara. No era muy joven. Su vestimenta, un chubasquero acharolado de color negro y una falda larga de algodon indio multicolor, lo confundian a la hora de determinar su edad.

Eso fue lo primero que le llamo la atencion y, luego, el ritmo de sus pasos.

Bryan se dio la vuelta y la contemplo detenidamente, mientras recorria los ultimos veinticinco metros que los separaban. Era una de esas mujeres que continuamente creemos haber visto antes. Podia haber sido en cualquier lugar: en el autobus, veinte minutos antes; en la universidad, veinte anos atras; en una pelicula; en un instante, en la estacion de trenes; en la fascinacion de un segundo. El resultado siempre solia ser el mismo.

Nunca llegabas a descubrir donde y, aun menos, quien era.

Y entonces la siguio, tranquilamente y a distancia. Al llegar al parque, la mujer aminoro el paso. Al pasar por delante de la taquilla del teleferico, se detuvo y se quedo un rato contemplando a los ninos llenos de expectacion, que no dejaban de dar gritos de alegria. La manera suave en que se detuvo fue uno de los elementos que lo llevaron a evocar el pasado. Bryan rechazo unas cuantas hipotesis. Entonces, ella retomo el paseo, siguiendo los senderos que se abrian paso a traves de la maleza. Era la tercera o la cuarta vez que Bryan paseaba por alli. No confiaba demasiado en su sentido de la orientacion. La mujer doblo a la izquierda, rodeo el lago y desaparecio en direccion a la Jacob «no-se-que» Strasse.

Cuando Bryan dejo atras los arboles, ella habia desaparecido. El cesped que se abria ante sus ojos era un hormiguero de gentes dedicadas a un sinfin de ocupaciones. Bryan se detuvo delante de un grupo de curiosos que disfrutaban de la actuacion de unos saltimbanquis y echo un vistazo a su alrededor. La imagen de ella que, de forma apenas perceptible, iba asomando en su conciencia, habia empezado a inquietarlo.

Siguio andando a paso ligero, llego al rincon mas desierto y alejado del parque, se detuvo de nuevo y se volvio una vez mas, buscandola con la mirada por todos lados.

El susurro del follaje a sus espaldas le sorprendio. El rostro de la mujer daba muestras de enfado cuando salio de entre la maleza. Se fue hacia Bryan directamente, lo midio con la mirada y se detuvo a tan solo un par de metros de el.

– Warum folgen Sie mir rtach? Haben Sie nichts besserzu tun? -dijo.

Pero Bryan no contesto. No podia.

Delante tenia a Petra.

En ese momento, creyo que iba a desmayarse.

– ?Perdon! -dijo.

La mujer se sorprendio al oirlo hablar en ingles. Durante los segundos en que se detuvo su respiracion, tambien su pulso desaparecio casi por completo. El calor que se habia concentrado en su rostro se expandio por todo el cuerpo, dejando la piel sin brillo. Bryan trago saliva un par de veces con el fin de evitar ceder a las nauseas que se agolpaban en su interior.

Estaba distinta, pero su rostro acongojado parecia dolorosa-mente inalterado. Precisamente aquellos finos rasgos y movi mientos tienen la virtud de desenmascarar a las personas. A pesar de todo, la dura vida que aparentemente la habia demacrado y la habia convertido en una mujer corriente de mediana edad no habia conseguido eliminarlos.

Que extrana coincidencia. Bryan sintio escalofrios. El pasado se hizo demasiado presente, un conjunto de impresiones reprimidas se fue amontonando con una precision asombrosa. De pronto, tambien recordo su voz.

– Bueno, ?que? ?Estamos de acuerdo en que ya es suficiente por hoy? -le dijo ella con sequedad.

Se volvio sin esperar respuesta alguna y se alejo con pasos presurosos.

Bryan se dejo llevar inconscientemente.

– ?Petra! -grito con voz ahogada.

La mujer se detuvo en seco. Su rostro incredulo lo encaro.

– ?Quien eres? ?De donde has sacado mi nombre?

La mujer se lo quedo mirando detenidamente. Sin decir nada.

El pulso de Bryan martilleaba agitadamente. Tenia delante a una mujer que, probablemente, seria capaz de desvelar el destino de James.

Petra fruncio el ceno, como si un pensamiento la hubiera atravesado en ese mismo instante y luego sacudio la cabeza en un gesto de rechazo.

– ;No conozco a ningun ingles! Y, por tanto, no te conozco a ti. ?Puedes explicarme que significa esto?

– ?Me has reconocido! ?Te lo noto!

– Es posible que te haya visto antes, si. Pero he visto a tantos. ?Lo que si esta mas que claro es que no conozco a ningun ingles!

– ?Mirame, Petra! Me conoces, pero hace muchos anos que no me ves. Nunca me has oido hablar. Por cierto, solo hablo ingles, porque siempre he sido ingles. Pero entonces tu no lo sabias.

Por cada palabra que Bryan pronunciaba, el rostro de la mujer se tornaba mas desnudo y reconocible. El color de su piel denotaba cierta excitacion.

– No he venido para molestarte, Petra. ?Tienes que creerme! No sabia que seguias viviendo en Friburgo. Fue una casualidad que te viera en el puente. No te reconoci en seguida, sencillamente me parecio conocerte. Y eso desperto mi curiosidad.

– ?Quien eres? ?Como es que me conoces?

Petra dio un paso atras, como si la verdad fuera a derribarla.

– Del lazareto de las SS. Aqui, en Friburgo. Estuve ingresado en 1944. ?Me conociste bajo el nombre de Amo von der Leyen!

Si Bryan no llega a dar un salto hacia adelante, Petra se habria desmayado. Aun mientras estaba echada entre sus brazos, casi tocando el suelo, Petra logro desembarazarse y dio un paso tambaleante hacia atras. Lo repaso de arriba abajo con la mirada y estuvo a punto de volver a derrumbarse. Se llevo la mano al pecho y empezo a respirar a trompicones.

– ?Perdoname! No era mi intencion asustarte.

Bryan la miro, hechizado por la coincidencia, dejandole tiempo a Petra para que se tranquilizase.

– He venido a Friburgo en busca de Gerhart Peuckert. ?Puedes ayudarme?

Bryan extendio los brazos. El aire que los separaba se habia vuelto masticable.

– ?Gerhart Peuckert?

Petra tomo aire una ultima vez en un intento de recuperar la serenidad y clavo la mirada en el suelo. Cuando sus miradas volvieron a cruzarse, las mejillas de Petra habian recobrado su color habitual.

– ?Gerhart Peuckert, dices? Creo que murio.

CAPITULO 37

Fuera, las nubes se habian condensado en el cielo. La luz del salon era gris y esteril. Wilfried Kroner todavia seguia con el auricular en la mano. Llevaba mas de dos minutos asi. La conversacion que habia mantenido con Petra Wagner lo habia dejado sin palabras. Ella habia estado fuera de si, habia desvariado; lo que tenia que decirle resultaba increible.

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