darle a la pelota solito. Podrias decirle, por ejemplo, que han venido a verte unos amigos del pasado, ?no?

El viejo tuvo que volver a carraspear en lugar de reir.

– Ahora mismo tendremos que dejar todo lo demas de lado -dijo Kroner, intentando ignorar la mirada rebelde de Lankau. Unos anos atras, el orden jerarquico establecido entre ellos habia sido mas claro-. ?Hasta que no haya acabado todo, propongo que nuestras familias dejen la ciudad durante un par de dias!

Lankau fruncio el ceno y el ojo seco se cerro completamente; la tarjeta de visita que Amo von der Leyen le habia dejado la ultima vez que se vieron.

– ?Crees que ese cerdo sabe donde vivimos?

Se volvio hacia Kroner. Este estaba convencido de que Lankau temia mas por los enseres de la casa que por su familia. Sin embargo, el resultado era el mismo. Por fin habia conseguido que Lankau prestara atencion a sus palabras.

– Estoy seguro de que Amo von der Leyen ha venido preparado y que en este mismo momento esta organizando su proxima jugada. Stich no esta de acuerdo conmigo. ?Confia en el azar!

– ?No se que creer! Pero lo que hagais con vuestras familias es asunto vuestro, siempre y cuando seais discretos. Ademas, no creo que logreis que Andrea se mueva de aqui, ?verdad, Andrea?

La mujercita sacudio la cabeza y dejo las tazas de cafe sobre la mesa.

Kroner la observo. Era un apendice de su marido. A sus ojos, no era una persona independiente, sino una mujer sin pulir y ruda. Contrariamente a la esposa actual de Kroner, que era la inocencia y el candor personificados, Andrea Stich lo habia probado todo. Una larga vida al lado de su esposo la habia vuelto inmune a toda preocupacion o dolor. La esposa de un comandante de un campo de concentracion no porta la inocencia pura en su corazon. Si su marido tenia un enemigo, habia que eliminarlo, era asi de sencillo. Jamas lo cuestionaba. Era un asunto de hombres. Mientras tanto, ella ya se ocuparia de la casa y de si misma. Sin embargo, Kroner no podia permitirse el lujo de implicar a su familia en aquel juego; no podia ni queria hacerlo. A su lado, Lankau refunfuno, inclinandose hacia adelante en el asiento.

– ?Y ahora debo acabar con el! Es eso lo que quereis, ?no es asi? ?Lo hare con mucho gusto! Llevo anos esperando una oportunidad como esta. ?Pero no podiais haber elegido un lugar mas adecuado que Schlossberg para este tipo de encargos?

– Tranquilo, Lankau. Es un sitio ideal. A las tres de la tarde, los colegiales ya habran abandonado el lugar y, sin duda, la columnata estara desierta. ?No te preocupes, tendras tu venganza para ti solito!

El anciano mojo otra galleta en el cafe, un privilegio de los sabados que su medico reprobaria. Kroner sabia de que hablaba por su hijo. Los diabeticos tienen cierta tendencia a la desobediencia.

– Mientras tanto, te ocuparas de que ambas familias se vayan de fin de semana, ?verdad, Wilfried? Propongo que volvamos a encontrarnos a las cinco de la tarde en Dattler, cuando todo haya terminado. Asi podremos deshacemos del cadaver juntos. ?Ya se me ocurrira una solucion para este problemilla! Pero antes tenemos que hacer un par de cosas mas. Ante todo, tengo una pequena mision que confiarte, estimado Wilfried.

Kroner lo miro, distraido. Habia estado ausente un instante, mientras rumiaba sobre lo que le diria a su esposa; ella le haria preguntas. Peter Stich poso su mano sobre la suya.

– Pero antes de hacer nada, Wilfried, tendras que ponerte en contacto con Erich Blumenfeld.

CAPITULO 38

La alegria y el dolor, la tension y el alivio, el miedo y la melancolia lo invadian sin cesar en oleadas imprevisibles y contradictorias. Ora se quedaba sin aliento y cerraba los ojos, ora se quedaba con la boca abierta y los pulmones dilatados.

Las lagrimas emborronaron el contorno de las cosas.

James no lo habia conseguido. No le vino como una sorpresa, sino mas bien como una acusacion.

El sentimiento de traicion ya no era solo latente.

– ?Has visto la tumba? -le pregunto Welles, al otro lado de la linea. Bryan se imaginaba su rostro incredulo.

– ?No, todavia no!

– ?Sabes con certeza que ha muerto?

– ?Eso me dijo la enfermera, si!

– ?Pero todavia no has visto su tumba! ?Quieres que siga el resto del fin de semana, tal como acordamos?

– ?Haz lo que quieras, Keith! Creo que hemos llegado al final.

– ?Lo crees! -Keith subrayo asi las dudas que Bryan aun albergaba-. ?No estas seguro?

– ?Seguro? -Bryan suspiro y se llevo la mano a la nuca-. Si, creo que lo estoy. Ya te informare al respecto, cuando este preparado para hacerlo.

Una de las camareras le dirigio una mirada indignada a Bryan. El telefono publico constituia su mayor obstaculo en el camino de la cocina al comedor de la cafeteria. Todos hacian un gesto con la cabeza, senalando el texto que habia grabado sobre el telefono. Bryan no sabia lo que decia, pero suponia que hacia referencia a una de las cabinas que habia visto en la planta baja de los grandes almacenes. Bryan se encogia de hombros cada vez que los camareros sacudian la cabeza y se abrian paso por su lado con una bandeja repleta de servicio. Esta era su tercera llamada, o mejor dicho, el tercer intento de llamada.

Despues de varias llamadas tuvo que admitir que no habia manera de encontrar a Laureen en casa. Todo parecia indicar que se habia ido a Cardiff con Bridget.

La proxima llamada fue a Munich. No lo habian echado en falta en la Villa Olimpica. El intercambio de palabras fue breve. Solo hablaron de la victoria de Inglaterra en el pentatlon femenino; por lo visto, aquel triunfo eclipsaba todos lo demas. Mary Peters habia superado los magicos 4 800 con un solo punto; una proeza. El record mundial brillaba en el firmamento olimpico. A pesar de las pausas que se dieron a lo largo de la conversacion, ninguno de los interlocutores se sintio obligado a comentar los acontecimientos tragicos de los ultimos dias. Incluso antes de que las victimas hubieran recibido sepultura, la profanacion de los Juegos ya habia tenido lugar a base de articulos, comentarios y gritos. Esas eran las condiciones del deporte. Concentracion absoluta.

Cuando finalmente se encontro delante de la entrada principal, situada en la plaza de Munster, el corazon le latia con una fuerza y una velocidad peligrosas. El establecimiento estaba casi lleno. Bryan no vio nada ni a nadie, excepto a Petra. Estaba sentada cerca de la puerta que daba a la plaza con el abrigo puesto, bebiendo de una enorme jarra de cerveza. La espuma en la parte superior de la jarra parecia haberse solidificado. Debia de llevar un buen rato esperandolo. Entonces no importaba que hubiera llegado antes de la hora convenida; faltaban diez minutos para las dos.

Antes de que dieran las dos, Petra lo despojo de la ultima esperanza que Bryan habia albergado hasta entonces. La certeza hizo temblar sus labios. Petra bajo la mirada y sacudio la cabeza levemente, luego lo contemplo un instante y poso la mano en su antebrazo.

El taxista tuvo que consultarle tres veces, hasta que por fin entendio adonde queria ir Bryan. Ya habia empezado a arrepentirse de no haberse quedado al lado de Petra para repasar juntos los sucesos de antano. Pero no se habia sentido capaz de hacerlo.

Tenia que salir de alli, desaparecer.

Petra le habia confirmado que Gerhart Peuckert habia muerto. La conmocion habia sido inmediata. James estaba enterrado en una fosa comun, en una arboleda conmemorativa; un shock lo habia cogido desprevenido. Hubo muchos muertos en la ofensiva del 15 de enero de 1945. Y muchos otros habian acabado en aquella fosa, sin ser identificados previamente, un hecho en el que hasta entonces Bryan no habia reparado. James habia sido enterrado sin nombre, sin lapida y sin distintivo alguno. Eso era lo mas terrible.

Las conversaciones mantenidas con el capitan Wilkens, que habia dirigido los bombarderos de los aliados sobre el lazareto, se volvieron demasiado nitidas; dolorosamente nitidas.

Cuando Bryan finalmente se hallo en la avenida mirando el Volkswagen destartalado que el dia anterior habia aparcado cerca del Kuranstait St. Ursula, su interior se agito violentamente.

Todos reaccionamos de formas muy diversas ante la pocion que supone poner a prueba la paciencia en una situacion tensa. Bryan recordo con todo lujo de detalles como James, ante ese tipo de situaciones, solia quedarse

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