Bramo una maldicion, consiguio salvar el resto del negro liquido pegajoso y agarro el telefono.

– Hola -jadeo mientras secaba el edredon con la mano libre.

– Warren -dijo una voz a lo lejos.

– ?Si?

– Soy Colin.

– Ah, hola, Colin. Te oigo muy lejos.

– Tengo que ser rapido.

– Da la impresion de que estas susurrando. ?Habla mas alto!

– Joder, Warren, escuchame. No tenemos muy buena prensa en estos momentos.

– No, yo tambien me doy cuenta.

Colin Wolf y Warren Scifford llevaban diez anos trabajando juntos. El agente especial tenia su misma edad y habia sido su primera opcion cuando Warren monto la BS-Unit. Colin era de la vieja escuela. Tenia el aspecto de un oso y era minucioso, tranquilo y objetivo. En aquellos momentos su voz sonaba un poco mas aguda de lo normal y era evidente que el desfase en el sonido le ponia nervioso.

– No quieren escucharnos -dijo Colin-. Ya se han decidido.

– ?A que? -pregunto Warren, aunque sabia la respuesta.

– Han decidido que es alguna organizacion terrorista islamista la que esta detras de todo el asunto. Ahora estan empenados en volver a la pista de Al Qaeda. ?Al Qaeda! Esos no tienen mas que ver con este asunto que el IRA, joder…, o que los boy-scouts. Y ahora les han puesto la miel en los labios. Por eso te llamo.

– ?Que ha pasado?

– Ha aparecido una cuenta bancaria.

– ?Cuenta bancaria?

– Jeffrey Hunter. Han transferido dinero a su mujer.

Warren trago saliva. La mancha marron en la entrepierna era repugnante. Tiro del edredon con la mano pegajosa para cubrirse.

– ?Hola?

– Sigo aqui -dijo Warren-. Me cago en la hostia.

– Si. Y ademas es demasiado bueno para ser verdad.

– ?Que quieres decir?

– Escuchame, tengo que ser rapido. Pero quiero que te enteres de esto. Son 200.000 dolares. Naturalmente, han filtrado el dinero a traves de los canales habituales para que carezca de identidad, pero a pesar de eso hemos conseguido rastrearlo hasta el remitente. A los chicos de Pensilvania no les llevo mas de cinco horas averiguarlo.

– ?A quien llegaron?

– Agarrate.

– Estoy tumbado en una cama.

– Al primo del ministro del Petroleo de Arabia Saudi. Que vive en Iran.

– Mierda.

– Si, puedes decirlo asi.

Warren cogio el informe de la BS-Unit. El papel se le pegaba a la mano. Aquello no encajaba. No podia encajar. Ellos tenian razon; Colin, Warren y el resto del pequeno grupo de profilers de elite a quienes nadie queria escuchar.

– Eso simplemente no puede ser verdad -dijo Warren en voz baja-. El Culpable nunca hubiera hecho algo tan poco profesional como dejar que se rastreara el dinero.

– ?Como?

– ?Que no puede ser verdad!

– ?Claro que no! ?Por eso te llamo! Es demasiado sencillo, Warren. Pero ?que pasa si lo ponemos todo cabeza abajo?

– ?Como? No te oigo…

– Si lo ponemos todo cabeza abajo -grito Colin-. Supongamos que la pista de Arabia Saudi ha sido puesta a proposito y que la idea fuera que encontraramos el dinero y averiguaramos de donde venia…

«Entonces las piezas encajan -penso Warren Scifford tomando aire-. Asi es como trabaja el Culpable. Esto es lo que quiere. Quiere el caos, quiere causar una crisis, es…»

– ?Lo entiendes? ?Estas de acuerdo?

La voz de Colin sonaba muy distante.

Warren no le escuchaba con mucha atencion.

– No va a pasar mucho tiempo antes de que esto se filtre -dijo Colin, la conexion era cada vez peor-. ?Has estado siguiendo la evolucion de la bolsa?

– Un poco.

– Cuando se conozca la conexion con Arabia Saudi e Iran…

«El precio del petroleo -penso Warren-. Se va a disparar como nunca antes en la historia.»

– … dramatica caida en el Dow Jones, y sigue cayendo en picado…

– Hola -grito Warren.

– ?Hola? ?Sigues ahi? Tengo que colgar, Warren. Me tengo que ir corriendo…

El ruido de la linea era molesto. Warren mantenia el auricular a dos centimetros de la oreja. De pronto, Colin estaba de vuelta. La conexion era cristalina por primera vez.

– Estan hablando de cien dolares por barril -dijo lugubremente-. Antes de que acabe la semana que viene. Eso es lo que el quiere. Es cierto, Warren. Es todo cierto. Me tengo que ir corriendo. Llamame.

La linea se corto.

Warren se levanto de la cama. Tenia que volver a ducharse. Se dirigio a la maleta con las piernas arqueadas para que los muslos no se rozaran.

Todavia no la habia deshecho.

«El Culpable es un hombre con un enorme capital y profundos conocimientos sobre Occidente -decia el informe-. Tiene una inteligencia muy por encima de la media, y se caracteriza por una extraordinaria paciencia y la capacidad para planificar y pensar a largo plazo. Ha construido una impresionante red de colaboradores internacionales increiblemente complicada, es probable que por medio de amenazas, capital y costosos cuidados. Hay motivo para creer que muy pocos de ellos saben quien es. Si es que lo sabe alguno.»

Warren no encontraba ningun calzoncillo limpio. Desanimado, empezo a buscar en los bolsillos laterales de la maleta. Sus dedos toparon con algo duro. Vacilo un momento antes de sacar el objeto por la estrecha apertura.

?El reloj?

Verus amicus rara avis.

Lo daba por perdido. Le habia tenido mas preocupado de lo que queria confesarse a si mismo. Le gustaba ese reloj, y le enorgullecia que se lo hubiera regalado la Madame President. Nunca se lo quitaba.

A excepcion de cuando practicaba el sexo.

El sexo y el tiempo no iban bien juntos, por eso siempre se lo quitaba.

En el fondo se habia temido que la mujer del pelo rojo se lo hubiera robado. Ya no se acordaba de como se llamaba, aunque no hacia mas de una semana que se conocieron. En un bar. Trabajaba en publicidad, creia recordar. O tal vez fuera en el cine.

«Whatever», penso, enganchandose la correa.

No habia mas calzoncillos en la maleta.

Tendria que apanarselas sin ellos.

«Es muy probable que no sea norteamericano», era como si Warren oyera una voz, como si tuviera una cinta en la cabeza con el contenido del informe. «En caso de que sea musulman, es mas bien secular que fanatico. Probablemente resida en Oriente Medio, pero tambien puede tener un lugar de residencia provisional en Europa.»

Eran las 6.33, y Warren ya no tenia nada de sueno.

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