Capitulo 3
Al acercarse a la habitacion de invitados, Al Muffet miro el reloj de pared por encima de la barandilla de la segunda planta. Eran las 12.33. Le parecia haber leido en alguna parte que el momento en que el ser humano dormia con mas profundidad era entre las tres y las cinco de la manana. Pero dado lo borracho que habia estado su hermano por la tarde, Al se atrevio a suponer que ya dormia profundamente.
No tenia paciencia para seguir esperando.
Procuro no hacer ruido al pisar las tablas del suelo, que crujian. Iba descalzo y se arrepentia de no haberse puesto unos calcetines. La humedad bajo las suelas provocaba un debil sonido de succion contra la madera. Aunque Fayed no se despertara, las ninas, sobre todo Louise, tenian un sueno muy ligero. Les pasaba desde que murio su madre, a las tres y diez de una madrugada de noviembre.
Por suerte habia conseguido controlarse la noche anterior, cuando el comentario de Fayed sobre el lecho de muerte de su madre lo dejo completamente destrozado. Despues de pasar por el bano, donde se habia lavado la cara y las manos con agua helada, habia conseguido bajar a reunirse con el hermano y las hijas, y proseguir mas o menos calmado. Mando a las chicas a la cama a las diez, levantando grandes protestas, y se alegro cuando al cabo de media hora Fayed anuncio que se queria acostar.
Al Muffet se acerco a la puerta de la habitacion donde dormia su hermano.
La madre nunca habia confundido a los dos hijos.
Por un lado estaba la diferencia de edad. Pero, por otro, Ali y Fayed tenian personalidades muy distintas. Al Muffet sabia que su madre lo encontraba a el mucho mas parecido a ella misma, con un caracter amable y abierto para la mayoria.
Fayed era un pajaro extrano. Era mejor estudiante que su hermano, de hecho era de los mejores del colegio, aunque como artesano era un desastre. El padre no tardo en asumir que no tenia sentido obligar a Fayed a ayudarle con el trabajo en el taller. El pequeno Ali, en cambio, conocia perfectamente los principios que regian un motor desde antes de cumplir los ocho anos. Cuando se saco el carne de conducir a los dieciseis anos, se construyo un coche con piezas de desguace que le habia dado su padre.
El caracter cerrado y esceptico del hermano tambien habia marcado el aspecto fisico del chico. Adquirio una mirada oblicua del mundo, una actitud apesadumbrada que hacia que la gente se preguntara si los estaba escuchando. Ademas caminaba un poco torcido, como si siempre estuviera en guardia contra alguna forma de agresion y quisiera tener ya un hombro preparado para defenderse.
Sin embargo, sus caras eran increiblemente parecidas, aunque la madre nunca los habia confundido. Nunca lo habria hecho, penso Al Muffet, y giro el pomo de la puerta con cuidado.
Si de verdad lo hubiera hecho, porque minutos antes de morir no veia ni pensaba con claridad, podria ser una catastrofe.
La habitacion estaba a oscuras. Al permanecio quieto unos segundos para que los ojos se acostumbraran.
El contorno de la cama se dibujaba contra la pared. Fayed estaba tumbado boca abajo, una pierna asomaba por fuera del borde de la cama y tenia la mano izquierda aprisionada debajo de la cabeza. Roncaba debil y homogeneamente.
Al se saco una pequena linterna del bolsillo de la camisa. Antes de encenderla constato que la maleta del hermano estaba sobre una comoda baja junto a la puerta del cuarto de bano mas pequeno de la casa.
Cubria parte del haz de luz con la mano, pero el pequeno hilo de luminosidad restante permitio a Al ir hasta la maleta sin tropezar con nada.
Estaba cerrada.
Lo intento de nuevo, pero el cierre de combinacion no se dejaba abrir.
Fayed ronco mas alto y se dio la vuelta en la cama. Al se quedo completamente quieto. Ni siquiera se atrevio a apagar la linterna. Permanecio varios minutos escuchando la respiracion de su hermano, que volvia a ser lenta y ritmica.
La maleta era una Samsonite normal de tamano medio.
«Un cierre de combinacion normal», penso Al, que roto los numeros hasta formar la fecha del cumpleanos de su hermano. Un cierre normal puede tener la combinacion mas normal de todas.
Clic.
Repitio la combinacion en el cierre izquierdo. La tapa se abrio. La levanto despacio, sin hacer ruido. La maleta contenia ropa. Dos jerseis, un pantalon, varios calzoncillos y tres pares de calcetines. Todo estaba minuciosamente doblado. Al introdujo la mano debajo de la ropa y la aparto.
En el fondo de la maleta habia ocho telefonos moviles, un ordenador y una agenda.
Al penso que nadie necesita ocho telefonos moviles a no ser que viva de venderlos. Sintio como se le aceleraba el pulso. Todos los telefonos estaban apagados, por un momento se sintio tentado de llevarse el ordenador para estudiarlo, pero renuncio a la idea. Lo mas probable era que estuviera lleno de claves que no conseguiria adivinar y el riesgo de que su hermano se despertara antes de que le diera tiempo a devolverlo era demasiado grande.
La agenda estaba encuadernada con piel negra. Estaba cerrada con una hebilla con un boton, que al mismo tiempo sostenia un boligrafo de lujo. Al se metio la linterna en la boca, dirigio la luz contra el libro y lo abrio.
Era una agenda normal. Las paginas de la izquierda estaban divididas en columnas para los primeros tres dias de la semana, los otro cuatro aparecian en el lado derecho. La columna del domingo era mas pequena que las demas y, por lo que Al podia apreciar, su hermano nunca tenia citas los domingos.
Fue hojeando sin hacer ruido. Las citas no le decian gran cosa, aparte de que su hermano era un hombre muy ocupado, pero eso ya lo sabia de antes.
Un repentino impulso le llevo a mirar los calendarios anuales comprimidos, con una sola linea por cada dia, en un papel mas grande y desplegable. En su propia agenda estaban al final, pero al parecer a su hermano le parecia mas util colocarlo en la parte de delante. Fayed habia conservado los ejemplares de los cinco ultimos anos. Los dias de guardar estaban elegantemente marcados. En el ano 2003, la familia de Fayed habia celebrado el 4 de julio en Sandy Hook. El Labor Day de 2004, lo pasaron en Cape Cod, en casa de una gente que se llamaba Collies.
El 11-S estaba marcado con una estrella de color negro azabache.
Al se dio cuenta de que estaba sudando, aunque hacia fresco en la habitacion. Su hermano seguia profundamente dormido. Los dedos le temblaron cuando paso las hojas hasta la fecha de la muerte de su madre. Al ver lo que habia escrito su hermano alli, por fin tuvo la certeza.
Sus ojos descansaron unos segundos sobre lo escrito. Luego cerro la agenda y la volvio a colocar en su sitio. Las manos ya no le temblaban y trabajaba con agilidad. Cerro la tapa de la maleta y ajusto los cierres.
Fue de hurtadillas hasta la puerta, tan silenciosamente como habia entrado. Alli se quedo de pie. Miraba a la figura que dormia en la cama, del mismo modo en que lo habia contemplado tantas veces durante la infancia, desde su propia cama, cuando no conseguia dormir por las noches. El recuerdo era muy vivo. Despues de los largos dias en tierra de nadie en la guerra entre los padres y Fayed, Ali a veces se sentaba en la cama y miraba como la espalda de su hermano se elevaba y descendia en el otro rincon de la habitacion. Algunas veces pasaba varias horas despierto. Otras lloraba en silencio. Lo unico que queria, en realidad, era entender a su rebelde hermano mayor, al incontrolable y dificil adolescente que siempre enfurecia a su padre y desesperaba a su madre.
Al Muffet sintio tanta tristeza como entonces, al mirar a su hermano dormido desde la puerta. En algun momento del pasado habia querido a Fayed. Hasta este momento no habia entendido que ya no quedaba ningun vinculo entre ellos. No sabia cuando habia sucedido, en que momento se habia roto todo.
Tal vez fue cuando murio la madre.
Cerro la puerta delicadamente tras de si. Tenia que pensar. Tenia que averiguar que sabia el hermano sobre el secuestro de Helen Lardahl Bentley.