– ?Que es lo que estamos buscando en realidad? -La pregunta de Hakon Sand era oportuna, pero no hubo respuesta-. Tu eres la investigadora, ?por que me has traido aqui?

Seguia sin recibir respuesta, aunque Hanne se levanto, se acerco a la ventana y palpo por debajo del alfeizar.

– Todo esto ha sido revisado por los tecnicos -dijo al fin-. Pero ellos estaban buscando pistas para un caso de asesinato, y tal vez se les haya pasado lo que estamos buscando nosotros. Creo que tiene que haber documentos escondidos en alguna parte. En algun sitio de este piso debe haber algo que hable de lo que este tipo se traia entre manos, mas alla de la abogacia, quiero decir. Ya hemos revisado sus cuentas de banco, al menos las que conocemos, y no se ha encontrado nada sospechoso. -Continuo palpando las paredes y prosiguio-: Si tenemos razon en nuestra debil teoria, el hombre deberia tener dinero. No creo que se atreviera a tener los documentos almacenados en el despacho. Por alli pasa un monton de gente todo el tiempo. Aquello es un flujo constante, joder. A no ser que tuviera otro escondite en algun otro lado, tiene que haber algo por aqui.

Hakon siguio el ejemplo de la detective y recorrio la pared de enfrente con los dedos. Se sentia idiota, no tenia ni idea de como reconoceria una supuesta camara secreta. Aun asi, continuaron hasta que palparon debidamente toda la habitacion, sin otro resultado que los dedos sucios.

– ?Y si probamos con lo obvio? -dijo Hakon, mientras se dirigia a la estanteria de mal gusto y abria las puertas.

En el primer armario no habia nada y el polvo de los estantes indicaba que llevaba mucho tiempo vacio. El siguiente estaba repleto de peliculas porno, meticulosamente ordenadas por categorias. La subinspectora saco una de ellas y la abrio. Contenia lo que prometia la voluptuosa etiqueta. Dejo la pelicula en su sitio y saco la siguiente.

– ?Bingo!

Una nota habia caido al suelo. La recogio, era un folio plegado con minuciosidad. En la parte de arriba de la hoja ponia «las alas», escrito a mano. Despues aparecian una serie de numeros, en grupos de tres, con guiones intercalados: 2-17-4, 2-19-3, 7-29-32, 9-14-3. Y asi continuaba casi hasta el final de la pagina.

Miraron la hoja largo rato.

– Tiene que ser un codigo -intervino Sand, y se arrepintio enseguida.

– No me digas -sonrio Hanne, y luego volvio a plegar la hoja con cuidado y la introdujo en una bolsa de plastico-. Entonces vamos a tener que intentar descifrarlo -dijo con enfasis, y metio la bolsa en una maleta que habia traido.

El abogado Peter Strup era un hombre inquieto. Mantenia un ritmo que, teniendo en cuenta su edad, habria hecho saltar las alarmas de cualquier medico, si no fuera porque se mantenia en un impresionante estado fisico. Actuaba en los tribunales treinta dias al ano, ademas de participar en campanas, programas de television y debates. Habia publicado tres libros en los ultimos cinco anos, dos de ellos sobre sus muchas bravatas en los juzgados y el otro una pura autobiografia. Los tres se habian vendido bien, y habian salido al mercado con la anticipacion precisa a las Navidades.

En aquel momento se hallaba en un ascensor que se dirigia hacia el despacho de Karen Borg. Vestia un traje de buen gusto, de franela de lana de color rojo que tiraba a marron. Los calcetines hacian juego con una raya de la corbata. Se vio a si mismo en el enorme espejo que cubria toda una pared del ascensor. Se paso una mano por el pelo, se enderezo el cuello de la camisa y le molesto notar que se le insinuaba una franja oscura en torno al cuello.

En el momento en que se abrieron las puertas de metal y daba un paso hacia el pasillo, una joven salio por las grandes puertas de cristal con numeros blancos que le indicaban que se encontraba en la planta correcta. La mujer era rubia, una belleza del monton, y llevaba un traje chaqueta que era practicamente del mismo color y tela que el traje que llevaba el. Al verlo, la mujer se detuvo perpleja.

– ?Peter Strup?

– Mrs. Borg, I presume -dijo el tendiendole la mano, que ella estrecho tras una breve vacilacion-. ?Te estas yendo? -pregunto de modo bastante superfluo.

– Si, pero solo para recoger algo privado, acompaname dentro -respondio Karen, y se detuvo-. ?Querias verme a mi?

El abogado se lo confirmo y entraron juntos en el despacho de ella.

– Vengo a causa de tu cliente -dijo una vez que se hubo sentado en uno de los dos sillones separados por una mesita de cristal-. Lo cierto es que quisiera hacerme cargo del caso. ?Has hablado con el del asunto?

– Si, y me temo que no quiere. Quiere que sea yo. ?Quieres un cafe?

– No, no te ocupare tanto tiempo -dijo Strup-. Pero ?sabes por que insiste en que seas tu?

– No, la verdad es que no -mintio, y le asombro lo facil que le resultaba mentir a aquel hombre-. Tal vez quiera que sea una mujer, asi de sencillo.

Karen sonrio y el abogado solto una carcajada breve y encantadora.

– No pretendo ofenderte -le aseguro-, pero con todos mis respetos: ?sabes algo de derecho penal? ?Tienes alguna idea de lo que sucede en un juicio?

Ella no respondio, pero se irrito considerablemente. A lo largo de la ultima semana habia sufrido las bromas de sus companeros, el acoso de Nils y el reproche de la esnob de su madre por haberse hecho cargo de un proceso criminal. Peter Strup pago el pato. Karen estampo la mano contra la mesa.

– Para serte franca, estoy bastante harta de que la gente resalte mi incompetencia. Tengo ocho anos de experiencia como abogada, y eso despues de una licenciatura sin duda brillante. Y por usar tus propias palabras: con todos mis respetos, ?como de dificil es defender a un hombre que ha confesado un asesinato? ?Acaso no basta con poner el piloto automatico y anadir una nota de color sobre las dificultades de su vida en el momento en que se este decidiendo la duracion de la pena?

No estaba acostumbrada a presumir, y no solia enfadarse. A pesar de todo, le sento bien. Se percato de que Strup parecia cohibido.

– Por Dios, seguro que puedes hacerlo -dijo conciliadoramente, como un examinador amable-. No era mi intencion herirte. -En el momento en que salia, se giro con una sonrisa y anadio-: ?Pero la oferta sigue en pie!

Cuando cerro la puerta, marco el numero de telefono de la jefatura de Policia. Al cabo de un rato le atendio una recepcionista de mal humor; pidio que le pasaran al fiscal adjunto Sand.

– Soy Karen.

El no respondio, y durante una centesima de segundo sintio la peculiar tension que habia surgido entre ellos antes del fin de semana, pero que entre tanto casi habia olvidado. Tal vez era eso lo que queria.

– ?Que sabes de Peter Strup?

La pregunta se abrio paso a traves de la tension. El no pudo disimular su asombro.

– ?Peter Strup? Uno de los abogados defensores mas competentes del pais, tal vez el mejor, lleva siglos en activo ?y la verdad, es un tipo muy majo! Eficaz, famoso y sin un solo rasguno en el esmalte. Lleva casado veinticinco anos con la misma mujer, tiene tres hijos, que han salido muy bien, y vive en una villa modesta en Nordstrand. Lo ultimo lo se por la prensa rosa. ?Que pasa con el?

Karen conto su historia. Fue escueta, no anadio ni quito nada. Al acabar dijo:

– Algo falla. No puede estar buscando trabajo. ?Y se tomo la molestia de venir a mi despacho! ?Podria haberme llamado otra vez! -Parecia casi indignada, pero Hakon se habia puesto a pensar y no dijo nada-. ?Oye!

– Que si, mujer, aqui estoy -reacciono el-. No, la verdad es que no lo entiendo, pero es probable que simplemente pasara por alli. Tal vez estaba en las inmediaciones por algun asunto de trabajo.

– En fin, puede ser, pero entonces me extrana que no llevara un maletin o algo asi.

Hakon estaba de acuerdo, pero no dijo nada. Nada de nada. Aunque estaba pensando con tal intensad que no hubiera sido raro que Karen lo oyera.

Miercoles, 7 de octubre

– Esto es un codigo de libro. Eso al menos esta claro.

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