y olia a quemado. La sirena de la ambulancia se oyo mas fuerte y se desvanecio en un aullido ahogado en el momento en que el coche rojo y blanco se detuvo junto a ellos. Detras venian los dos coches de bomberos, que eran demasiado grandes como para subir hasta arriba.
– Todo va a ir bien -le prometio en el momento en que dos hombres fornidos lo colocaban con cuidado sobre una camilla y lo metian en el coche-. Ahora va a ir todo bien.
El hombre de pelo grisaceo ya habia visto bastante. Era evidente que Lavik estaba muerto, yacia solo y sin vigilancia sobre la hierba. Con respecto a los dos que estaban en el aparcamiento no estaba tan seguro. Le daba igual. Su problema estaba solucionado. Retrocedio de espaldas hacia el bosque y se detuvo para encender un cigarro cuando estaba a suficiente distancia. El humo le irrito los pulmones, en realidad hacia anos que habia dejado de fumar, pero esta era una ocasion especial.
«Deberia haber sido un puro», penso al llegar al coche y apagar la colilla como pudo en la hierba marron. «?Un Habana enorme!»
Sonrio de oreja a oreja y se encamino hacia Oslo.
Martes, 8 de diciembre
Los dos se recuperaron. Karen habia sufrido una intoxicacion de humo, una pequena fractura en el hueso de la frente y una fuerte conmocion cerebral. Seguia internada en el hospital, pero tenian previsto darle el alta hacia finales de semana. Hakon Sand ya estaba en pie, aunque no literalmente. Las quemaduras no eran tan terribles como se habian temido, pero tendria que hacerse a la idea de usar muletas durante una temporada. Le habian dado una baja de varias semanas. La pierna le dolia muchisimo y no paraba de bostezar, tras una semana durmiendo mal y consumiendo grandes cantidades de calmantes. Ademas se habia pasado varios dias escupiendo manchitas de hollin. Pegaba un respingo cada vez que alguien encendia una cerilla.
De todos modos estaba satisfecho, casi alegre. Seguramente no habian resuelto el caso, pero al menos le habian puesto una especie de punto final. Jorgen Lavik estaba muerto; Hans A. Olsen estaba muerto; Han van der Kerch estaba muerto; y Jacob Frostrup estaba muerto. Sin olvidar al pobre e insignificante Ludvig Sandersen, que habia tenido el dudoso honor de inaugurar la fiesta. La Policia sabia quien habia matado a Sandersen y a Lavik; Van der Kerch y Frostrup habian elegido ellos mismos su camino. Solo el triste encontronazo de Olsen con una bala de plomo seguia siendo un misterio, aunque se sospechaba que el responsable era Lavik. Tanto Kaldbakken como la comisaria principal y el abogado del Estado habian insistido en eso. Era mejor tener un asesino conocido aunque muerto, que uno desconocido y libre. Hakon tenia que admitir que el fundamento de la teoria de un tercero en discordia habia caido. La idea habia surgido a causa del extrano comportamiento de Peter Strup, y ahora el abogado estrella ya no estaba bajo sospecha. El hombre habia tenido un comportamiento ejemplar. Acepto sin rechistar los dos dias de prision preventiva, hasta que la fiscalia cerro el asesinato de Jorgen Lavik sobreseyendo el caso al entender que se trataba de circunstancias no penales. Pura legitima defensa. Incluso el fiscal, que tenia por principio llevar cualquier asesinato ante los tribunales, se habia mostrado enseguida de acuerdo con el sobreseimiento. El arma de Strup era legal, pues era miembro de un club de tiro.
La mayoria sostenia que no habia ningun tercer hombre, y respiraban aliviados. El por su parte no sabia que pensar. Estaba tentado de aceptar las conclusiones logicas de sus superiores, pero Wilhelmsen protestaba. Insistia en que el tercer hombre tenia que ser el que la habia asaltado aquel domingo fatal. No podia haber sido Lavik. Los jefes no estaban de acuerdo. O bien habia sido Lavik, o bien algun hombre mas abajo en el jerarquia. En todo caso, no debian permitir que algo tan insignificante embadurnara la solucion que tenian ahora sobre la mesa. La aceptaron, todos ellos. Salvo Hanne Wilhelmsen.
La pantalla que se encontraba por encima de sus cabezas, colgada del techo, mostraba que ambos habian hecho una buena serie. Cualquier cosa por encima de los 150 puntos estaba bien, teniendo en cuenta su edad.
– ?Otra ronda? -pregunto Strup.
Bloch-Hansen vacilo un segundo, luego se encogio de hombros y sonrio. Solo una mas.
– Pero consiguenos antes algo de beber.
Se quedaron sentados con sendas bolas en el regazo y una botella de agua mineral compartida. Strup no dejaba de acariciar la pulida superficie de la bola. Parecia mas delgado y mas viejo que la ultima vez que se vieron. Tenia los dedos delgados y secos, y sobre los nudillos se le habia agrietado la piel.
– ?Tenias razon, Peter?
– Si, lamentablemente. -La mano se detuvo en medio de la bola, y Strup la dejo en el suelo y apoyo los antebrazos sobre las rodillas-. Tenia tanta fe en ese chico… -dijo con una sonrisa triste, como un payaso que lleva demasiado tiempo trabajando y esta ya un poco mayor.
A Bloch-Hansen le parecio ver lagrimas en los ojos de su amigo. Le dio una torpe palmada en la espalda a la vez que desviaba la mirada hacia los diez bolos que aguardaban su destino, serios y tensos. No tenia nada que decir.
– Tampoco es que el chico fuera como un hijo para mi, pero durante un tiempo estuvimos muy unidos. Cuando dejo de trabajar conmigo para empezar por su cuenta, me lleve una decepcion…, tal vez incluso me sintiera algo herido. Pero mantuvimos el contacto. Siempre que podiamos, comiamos juntos los jueves. Era agradable y enriquecedor para ambos, creo. Aun asi, el ultimo medio ano no hemos coincidido mucho para comer. El viajaba mucho al extranjero y supongo que yo ya no era tan prioritario para el. -Strup se enderezo en la incomoda sillita de plastico, tomo aire y continuo-: Soy un idiota. Crei que tenia una historia de faldas. Cuando se divorcio por primera vez, creo que me comporte un poco como un padre severo. Cuando se alejo de mi, supuse que volvia a tener problemas de pareja y que no queria escuchar mis reproches.
– Pero ?cuando entendiste que algo iba mal? Realmente mal, quiero decir.
– No sabria decirte. Pero a finales de septiembre empece a tener la sospecha de que alguien de nuestro gremio tenia algun negocio entre manos. Todo empezo cuando uno de mis clientes se derrumbo. Un pobre diablo con el que llevo toda la vida trabajando. No hacia mas que llorar, y resulto que lo que queria en realidad era que me hiciera cargo del caso de un amigo suyo. Un joven holandes. Han van der Kerch.
– ?El tipo que se suicido en la carcel? ?Cuando se monto tanto lio?
– Exacto. Ya sabes como nos vienen con sus amigos a rastras para que los ayudemos a ellos tambien. No tiene nada de raro. Pero despues de tres horas de lloriqueos me conto que sabia que habia dos o tres abogados detras de una liga de contrabando de drogas, casi una banda, o una mafia. Me lo tome con mucho escepticismo. Aun asi me parecio que merecia la pena investigarlo un poco. Lo primero que intente hacer fue conseguir que el holandes hablara. Le ofreci mis servicios, pero Karen Borg se mostro inamovible. -Se rio con una risa seca y breve, sin un apice de alegria-. Esa decision ha estado a punto de costarle la vida. En fin, puesto que no tenia acceso a la fuente principal, tuve que dar algunos rodeos. A ratos me he sentido como un detective norteamericano barato. He hablado con gente en lugares extranos, a las horas mas raras. Pero…, de algun modo, tambien ha sido emocionante.
– Pero, Peter… -dijo el otro en voz baja-. ?Por que no acudiste a la Policia?
– ?A la Policia? -Miro a su companero con la cara descompuesta, como si le hubiera propuesto un asesinato multiple antes de comer-. ?Y con que narices iba a acudir a ellos? No tenia nada concreto. En ese sentido tengo la sensacion de que la Policia y yo hemos tenido el mismo problema: hemos intuido, hemos creido y hemos supuesto cosas, pero no podiamos probar nada, cono. ?Sabes como se concreto por primera vez mi incipiente sospecha hacia Jorgen?
Bloch-Hansen nego levemente con la cabeza.
– Puse a una de mis fuentes contra la pared…, bueno, lo sente en una silla sin mesa delante. Luego me coloque ante el, con las piernas separadas, y lo mire fijamente. El tipo estaba asustado. No por mi, sino por una inquietud que se percibia en el mercado y que, por lo visto, estaba afectando a todo el mundo. Entonces le