– ?Toda? -repitio Annika y sonrio-. ?O casi toda?

– No entremos en detalles -dijo Anne-. No regresare hasta manana como muy pronto. ?Le puedes dar de comer a los gatos?

– ?Todavia no te has deshecho de ellos? -respondio Annika enfadada.

– ?Quieres que me lleve dos gatitos a doscientos kilometros de distancia con este calor? ?Esto es maltrato a los animales! ?Puedes cambiarles la arena?

– Claro, claro…

Colgaron.

?Por que no se decir que no?, penso Annika y suspiro. Se fue a buscar un cafe y tambien compro una Ramlosa en la cafeteria; con la lata de aluminio en una mano y la taza de cafe en la otra se dio una vuelta intranquila por la redaccion. El aire acondicionado llegaba con dificultad a este piso alto, hacia apenas mas frio que en el exterior. Spiken estaba sentado al telefono, como de costumbre, bajo sus axilas crecian dos manchas de sudor. Bertil Strand se encontraba a lo lejos junto a la mesa de la redaccion grafica, y hablaba con Pelle Oscarsson, redactor jefe de fotografia. Se acerco a ellos.

– ?Son estas las fotografias de Kronobergsparken?

Pelle Oscarsson hizo doble clic en uno de los iconos de su gran pantalla. El espeso follaje del parque lleno toda la superficie. La fuerte luz solar lanceaba la escena. Las lapidas de granito afloraban entre los barrotes forjados. En el centro de la fotografia se vislumbraba una pierna de mujer, desde la cadera hasta el pie.

– Es muy buena, y bastante dura -dijo Annika espontaneamente.

Annika retrocedio cuando los ojos turbios de la mujer encontraron los suyos.

– Estas fueron las primeras fotos -explico Bertil Strand-. Fue una suerte que pudiera cambiar de angulo, ?no te parece?

Annika trago saliva.

– ?Daniella Hermansson? -pregunto.

Foto-Pelle hizo clic en un tercer icono. Una nerviosa Daniella con Skruttis en brazos miraba aterrorizada hacia el parque.

– Buenisima -dijo Annika.

– «Pude ser yo» -dijo Foto-Pelle.

– ?Como sabes que fue justo eso lo que dijo? -pregunto Annika sorprendida.

– Siempre dicen lo mismo en nuestros pies de foto -respondio Pelle y suspiro.

Annika prosiguio su paseo.

Todas las puertas de la zona de direccion estaban cerradas. Hoy no habia visto al director. Ahora que pensaba en ello, apenas habia estado visible durante toda la semana. Los maquetadores aun no habian llegado, estos hombres que se encargaban de realizar el diseno del periodico solian entrar despues de la siete de la tarde, quemados por el sol y amodorrados despues de pasar toda la tarde en Ralambshovsparken. Solian comenzar la noche tomandose un litro de cafe cada uno, despues discutian durante un rato sobre los errores que segun ellos se habian cometido en el periodico del dia, y luego se ponian a trabajar. Jugaban con los titulares, acortaban textos y tecleaban en sus Macs hasta que el periodico se imprimia a las seis de la manana. Annika les tenia un poco de miedo. Eran vocingleros y bastante groseros, algo cinicos y con tendencia a generalizar, pero sus conocimientos y profesionalidad eran asombrosos. Muchos vivian para el periodico, trabajaban cuatro noches y libraban otras cuatro, un ano tras otro. El horario se repetia durante Navidades, Pascua y midsommar, cuatro dias de trabajo, cuatro libres. Annika no comprendia como aguantaban.

Se encamino hacia la desierta redaccion de deportes. En una esquina habia una television que transmitia Eurosport. Se detuvo junto a los grandes ventanales del fondo, le dio la espalda a la redaccion y miro enfrente hacia el edificio de aparcamiento. Parecia como si el cemento humeara. Al situarse pegada al ventanal y mirar hacia la izquierda vislumbro la embajada rusa. Apoyo la frente contra el cristal y se sorprendio de lo frio que estaba. El sudor dejo una mancha pringosa en la ventana, intento limpiarla con la mano. Se bebio los ultimos restos del agua mineral. Sabia a lata. Regreso paseando lentamente por la redaccion y, poco a poco, la embargo una intensa sensacion de felicidad.

Estaba alli. Podia formar parte de todo aquello. Era una de ellos.

Todo saldra bien, penso. Conseguire quedarme.

Ya eran algo mas de las tres. Era hora de llamar a la policia. Al regresar a su sitio paso por la cocina y relleno la lata de Ramlosa con agua del grifo.

– Aun no sabemos gran cosa -dijo el comisario de turno en tono enfadado-. Llama al portavoz de prensa.

El portavoz de prensa de la policia no podia decir nada.

El centro coordinador de emergencias confirmo que se habian enviado unos coches a Kronobergsparken, pero eso ya lo sabia ella. La volvieron a informar de que recibieron la alarma de un particular a las 12.48. El informante drogata de la direccion care of no tenia ningun numero de telefono.

Annika exhalo un suspiro. Cogio su cuaderno y lo hojeo: la vista se detuvo en el indicativo del coche del agente de la camisa hawaiana. Penso durante algunos segundos, luego volvio a llamar al centro coordinador de emergencias. La informaron de que el coche pertenecia a la comisaria de Norrmalm. Les telefoneo.

– Hoy lo hemos prestado -dijo el jefe de servicio despues de controlar su lista.

– ?A quien? -indago Annika y sintio que su pulso aumentaba.

– A la criminal. Ellos no tienen coches propios. Hoy ha habido un asesinato en Kungsholmen, ?sabes?

– Si, lo he oido. ?Tienes mas datos?

– El caso no es nuestro, Kungsholmen pertenece a Soder. Pero seguro que la brigada criminal se encarga de esto.

– El policia que utilizo el coche tenia el pelo rubio corto y una camisa hawaiana. ?Lo conoces?

El jefe de servicio se rio.

– Seguramente era Q -respondio.

– ?Q? -repitio Annika.

– Asi le llaman, comisario de la criminal. Ahora tengo otra llamada…

Annika dio las gracias, colgo y marco de nuevo el numero de la centralita.

– Busco a Q de la criminal -dijo ella.

– ?Quien? -repuso la telefonista sorprendida.

– Un comisario llamado Q que trabaja en la brigada criminal.

Oyo resollar a la telefonista. Probablemente alli hacia el mismo calor que aqui.

– Un momento…

Sonaron las senales. Annika iba a colgar cuando respondio una voz:

– Hola, ?es la brigada criminal? -pregunto.

De nuevo un suspiro.

– Si, es la brigada criminal ?Que desea?

– Busco a Q -dijo Annika.

– Soy yo.

?Bingo!

– Solo queria disculparme -explico Annika-. Me llamo Annika Bengtzon, fui yo quien choco contigo hoy, arriba en Kronobergsparken.

El hombre resoplo al otro lado del auricular. Algo rechinaba de fondo, sonaba como si se sentara en una silla.

– ?De que periodico llamas?

– Kvallspressen. Trabajo como becaria estival. En realidad no se como actuais en estos casos, como funcionan los contactos con la prensa. En Katrineholm siempre llamo a Johansson de la brigada tres, el lo sabe todo.

– Aqui en Estocolmo se llama al portavoz de prensa -replico Q.

– Pero ?eres tu el responsable? -aventuro Annika.

– Si, por el momento. ?Yes!

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