sombras sobre el granito cuando las tumbas estaban recien cavadas.
Se abrio la verja, los fotografos entraron en tropel. Uno de ellos se abrio paso a empellones y le clavo un codazo a Annika en el diafragma, de forma que perdio el aliento durante un instante. Sorprendida, dio un traspie hacia atras y perdio de vista la camilla. Retrocedio rapidamente.
Me pregunto en que lado reposa la cabeza, penso Annika. No creo que la lleven con los pies por delante.
Los fotografos siguieron la camilla a lo largo del acordonamiento. Los motores de las camaras arrancaron a destiempo, se disparo algun flash que otro. Bertil Strand saltaba alrededor y por detras de sus colegas, unas veces sostenia la camara por encima y otras en medio de ellos. Annika se sujetaba con fuerza en la puerta trasera del coche funebre, la pintura quemaba bajo sus dedos. A traves del halo de los destellos de los flashes, vio acercarse lentamente el bulto con el cuerpo de la mujer muerta. El conductor del coche funebre se detuvo a dos decimetros de ella. Acciono los mecanismos de la camilla, Annika observo lo sudoroso y agobiado que estaba. Bajo la vista hacia la bolsa.
Me pregunto si el sol la ha mantenido caliente, penso.
Me pregunto quien era.
Me pregunto si se dio cuenta de que iba a morir.
Me pregunto si llego a sentir miedo.
Subitamente, las lagrimas comenzaron a brotar. Solto la puerta, se dio la vuelta y se alejo un par de pasos. El suelo se le movia, sentia como si fuera a vomitar.
– Es el olor y el calor -dijo Berit que subitamente se encontraba a su lado, le paso un brazo por encima de los hombros y la alejo del coche funebre.
Annika se seco las lagrimas.
– Venga, ahora nos vamos a la redaccion -anuncio Berit.
Patricia se desperto con una sensacion de ahogo. No habia aire en la habitacion, no podia respirar. Lentamente, tomo consciencia de su propio cuerpo sobre el colchon, resplandeciente y desnudo. Al levantar el brazo izquierdo el sudor le corrio por las costillas hasta el ombligo.
Dios mio, penso. ?Necesito aire! ?Y agua!
Durante un momento penso en llamar a Josefin, pero algo la hizo cambiar de idea. El piso estaba completamente en silencio; Jossie aun dormia o habria salido. Resoplo y se dio media vuelta, se pregunto que hora seria. Las cortinas negras de Josefin detenian la luz del dia y hacian que la habitacion flotara en una oscuridad mohosa. Olia a sudor y polvo.
– Es una mala senal -habia dicho Patricia cuando Josefin llego a casa con el tejido grueso y negro-. No se pueden colocar cortinas negras. Le dan a las ventanas ribetes de luto, asi la energia positiva no puede fluir con libertad.
Josefin se habia enfadado.
– Bueno, pues entonces pasa de ellas -habia dicho-. No las pongas. Yo las voy a colgar en mi cuarto. ?Como diablos vamos a poder trabajar de noche si no podemos dormir de dia? Has pensado en eso, ?eh?
Jossie se salio con la suya, casi siempre solia hacerlo.
Patricia se sento en el colchon dando un suspiro. La sabana de abajo se habia enrollado formando un humedo cordon umbilical en medio de la cama. Irritada, intento estirarla.
Le tocaba a Jossie hacer la compra, penso, asi que seguramente no hay nada en casa.
Se levanto y fue al cuarto de bano y orino. A continuacion tomo prestada la bata de Josefin y regreso a la habitacion para descorrer las cortinas. Los rayos de sol le hirieron los ojos como clavos e hicieron que rapidamente corriera las cortinas. En cambio, abrio cuidadosamente una de las ventanas de par en par y coloco una maceta para que no se cerrara. El aire en el exterior era aun mas calido, pero no olia mal.
Se dirigio lentamente a la cocina, lleno una jarra de cerveza con agua del grifo y bebio con ansiedad. El reloj de la cocina marcaba las dos menos cinco. Esto hizo que Patricia se sintiera bien. No se le habia pasado el dia durmiendo, a pesar de haber trabajado hasta las cinco de la madrugada.
Dejo la jarra sobre el fregadero, entre un carton de pizza vacio y tres tazas con bolsas de te pegadas. Jossie era una inutil limpiando. Patricia suspiro y recogio la cocina, tiro la basura, frego y seco las encimeras como una automata.
Se dirigia a la ducha cuando sono el telefono.
– ?Esta Jossie?
Era Joachim. Sin percatarse, Patricia se enderezo y se concentro en parecer despabilada.
– Me acabo de despertar, no lo se. Quiza duerma.
– ?La puedes despertar, por favor?
El tono era seco pero correcto.
Se dirigio furtivamente por el pasillo hacia la habitacion de Josefin y golpeo cuidadosamente sobre el revestimiento de la puerta. Al no recibir respuesta alguna, la entreabrio. La cama estaba igual de deshecha que ayer, antes de que Patricia se fuera a trabajar. Regreso rapidamente al telefono.
– No, lo siento, ha salido.
– ?Adonde? ?Esta con alguien?
Patricia rio nerviosa.
– Con nadie, por supuesto, o quiza contigo. Yo que se. Le toca hacer la compra…
– Pero ?ha dormido en casa?
Patricia intento que su voz sonara indignada.
– Si, claro que si. ?Donde iba a dormir?
– Eso digo yo, Pattan. ?Tienes alguna propuesta?
Joachim colgo al mismo tiempo en que la rabia se apodero de Patricia. Odiaba cuando el la llamaba de esa manera. Lo hacia para humillarla. A el no le gustaba ella. Creia que era un obstaculo entre el y Josefin.
Patricia se dirigio lentamente al dormitorio de Josefin y miro en su interior. La cama estaba exactamente igual que la noche anterior, la colcha en el suelo a la izquierda del lecho y el banador rojo sobre la almohada.
Jossie no regreso a casa anoche.
La certeza la lleno de malestar.
El aire en el vestibulo del periodico les golpeo como una toalla mojada y fria. La humedad resplandecia a traves del suelo de marmol y hacia que el busto de bronce del fundador reluciera. Un escalofrio recorrio el cuerpo de Annika y sintio que le castaneaban los dientes.
Al fondo, en la recepcion acristalada, estaba Tore Brand, el bedel, enfadado.
– Vosotros si que os lo pasais bien -les voceo cuando el pequeno grupo cruzo camino del ascensor-. Podeis salir y calentaros de vez en cuando. Aqui dentro hace tanto frio que he tenido que coger el radiador del coche para no congelarme los pies.
Annika intento sonreir pero no tenia fuerzas. Este ano Tore Brand no habia podido tomar las vacaciones antes de agosto, algo que encontraba injusto, rayano la vejacion.
– Necesito ir al servicio -dijo Annika-. Subid vosotros.
Dio la vuelta a la garita de Tore Brand y percibio que este fumaba de nuevo a escondidas. Despues de dudar un instante eligio el bano de los discapacitados en lugar del de senoras. Deseaba estar en paz y no tener que apretarse en el lavabo entre mujeres sudorosas.
La voz quejumbrosa de Tore Brand la siguio hasta que cerro la puerta del bano con llave y se vio a si misma reflejada en el espejo. Estaba realmente horrible. Tenia el rostro flameante y los ojos enrojecidos. Giro la palanca del grifo hacia la izquierda, se inclino, se recogio el cabello y dejo que el agua fria le corriera por el cuello. Sintio la porcelana helada contra su frente. Un hilo de agua se deslizo por su espalda.
?Por que hago estas cosas?, penso. ?Por que no estoy tumbada en la hierba en el Tallsjon leyendo Damernas Varld?
Pulso el boton rojo del secador de manos, giro la tobera hacia arriba e intento secarse las axilas. No dio resultado.