– Es por aqui abajo -indico el.
Pasaron un letrero con una flecha roja y el texto «95:7 Instituto Anatomico Forense, deposito de cadaveres».
Patricia mascaba con fuerza. Pasaron entre unos arboles, un tilo y un arce. Un ligero viento susurraba entre las hojas, quiza por fin aflojaria el calor.
Lo primero que percibio fue la larga marquesina, que sobresalia de un edificio parecido a un bunker con una visera de grandes dimensiones. El material consistia en el eterno ladrillo rojo; la puerta, de hierro gris oscuro, era compacta y pesada.
Deposito de cadaveres de Estocolmo leyo en versales doradas bajo la marquesina, y mas abajo: «Entrada para familiares. Indicar capilla mortuoria».
El intercomunicador de la entrada tenia los bordes de plastico. El agente pulso un boton cromado, respondio un hilo de voz y el hombre dijo algo. Patricia dio la espalda a la puerta y miro hacia el estacionamiento. Sentia que el suelo se movia ligeramente, una marejada en un mar inmenso. El sol habia desaparecido detras de la escuela de Tomteboda, bajo la marquesina el dia casi habia finalizado. Enfrente estaba la Escuela Superior de Salud, ladrillo rojo, anos 60. El aire se volvio pesado, el chicle crecio en su boca. Un pajaro canto en algun arbusto y el sonido le llego como a traves de un filtro. Oyo masticar a sus propias mandibulas.
– Bienvenidos.
El hombre poso la mano en su brazo y ella se vio forzada a darse la vuelta. La puerta se habia abierto. En la entrada habia otro hombre que le sonrio discretamente.
– Por aqui, pasen -dijo.
La bola en la garganta le subio hasta la parte posterior de la lengua, trago con fuerza.
– Tengo que tirar el chicle -anuncio ella.
– Aqui hay un cuarto de bano -informo el.
La bitch y el policia de la camisa la esperaron y dejaron que entrara primero. La habitacion era pequena. Recordaba a la sala de espera de los dentistas estatales: pequeno sofa gris a la izquierda, mesa baja de abedul, cuatro sillas de cromo tapizadas con una tela azul rayada y en la pared un cuadro abstracto con tres franjas: gris, marron y azul. Un espejo a la derecha. Al fondo, el guardarropa, un cuarto de bano. Se dirigio hacia alli con la desagradable sensacion de no tocar el suelo.
?Estas aqui, Josefin?
?Puedes sentir mi espiritu?
Una vez dentro del cuarto de bano cerro la puerta y tiro el chicle a la papelera. El cesto de mimbre estaba vacio, el chicle se pego en el plastico justo debajo del borde. Intento empujarlo un poco hacia abajo, se pringo el dedo. No habia vasitos de plastico asi que tuvo que beber directamente del grifo. Esto es un deposito de cadaveres, seguro que cuidan la higiene, penso.
Respiro hondo por la nariz unas cuantas veces y salio. La esperaban. Estaban junto a otra puerta, entre el espejo y la salida.
– Te quiero prevenir de que esto puede resultar dificil -dijo el hombre-. No se ha lavado a la chica, esta tal como la encontraron, hasta en la misma posicion.
Patricia trago saliva de nuevo.
– ?Como murio? -indago.
– Esta chica fue estrangulada. La encontramos hoy en Kronobergsparken en Kungsholmen, justo despues del almuerzo.
Patricia se llevo la mano a la boca, sus ojos se abrieron de par en par y se le llenaron de lagrimas.
– Nosotras solemos atajar por el parque cuando regresamos a casa despues de trabajar -murmuro ella.
– No es seguro que sea tu amiga -dijo el hombre-. Quiero que te tranquilices y la mires detenidamente. No se encuentra en mal estado.
– ?Tiene… sangre?
– No, en absoluto. Esta enterita. El cuerpo ha comenzado a secarse, por eso el rostro puede parecer algo chupado. La piel y los labios estan descoloridos, pero no esta mal. No es muy desagradable.
La voz del hombre era queda y tranquila. La cogio de la mano.
– ?Estas preparada?
Patricia asintio. La
– No quiero -dijo ella.
– No tienes por que hacerlo -apunto el hombre-. Podemos traer a sus padres, o a su novio. El problema es que perderemos tiempo, la ventaja que nos lleva el asesino aumenta. Quien haya hecho esto no se saldra con la suya.
Ella trago saliva. Detras de la camilla colgaba un gran cuadro de tela azul, que cubria toda la puerta trasera. Miro fijamente el azul, intento vislumbrar una esperanza.
– Entonces, lo hare -dijo ella.
El hombre, que todavia la sujetaba de la mano, tiro de ella lentamente hacia la camilla. El cadaver yacia debajo de la sabana. Tenia las manos por encima de la cabeza.
– Ahora Anja destapara su cara. Yo me quedare a tu lado.
Anja era la
Vio de refilon como retiraba la tela blanca, sintio una ligera corriente. Aparto la vista de lo azul y la poso sobre la camilla.
Es cierto, penso. Esta bien. Esta muerta, pero no es desagradable. Parece sorprendida, como si no comprendiera del todo que pasaba.
– Jossie -murmuro Patricia.
– ?Es tu amiga? -pregunto el hombre.
Asintio. Los ojos arrasados en lagrimas, no hizo nada por contenerlas. Alargo la mano para acariciar el cabello de Josefin pero se contuvo.
– Jossie, ?que te han hecho?
– ?Estas completamente segura?
Cerro los ojos y asintio.
– ?Oh, Dios mio! -exclamo ella.
Se llevo la mano a la boca y apreto aun mas los ojos.
– ?Entonces estas ciento por ciento segura de que esta es Josefin Liljeberg, tu companera de piso?
Patricia lo confirmo y se dio la vuelta, lejos de Jossie, lejos de la muerte, lejos de lo azul que levitaba tras la camilla.
– Quiero irme de aqui -dijo con un hilo de voz-. Sacame de aqui.
El policia le paso el brazo por los hombros, la atrajo hacia si y le acaricio el cabello. Ella lloraba desconsoladamente, le mojo la camisa tropical.
– Nos gustaria registrar detenidamente vuestro piso -dijo-. Seria mejor si tu estuvieras presente.
Patricia se seco los mocos con el dorso de la mano e hizo un gesto negativo.
– Tengo que trabajar -anuncio-. Cuando Jossie no esta tengo que trabajar el doble. Seguro que ya me echan de menos.
El policia la miro detenidamente.
– ?Seguro que puedes?
Ella asintio.
El comunicado salio del fax a las 21.12. Pero como el departamento de prensa de la policia de Estocolmo siempre enviaba sus comunicados a la secretaria de redaccion Eva-Britt Qvist, que no trabajaba los fines de