Karina respiro silenciosamente en el auricular.

– Quiza deberias hablar tu mismo con el reportero -dijo ella.

?Joder, tenia que echar a esta mujer de mierda! ?Era una completa inutil!

– No, Karina -respondio-. Tu trabajo consiste en formular esto de forma que mi intencion quede clara y la cita sea correcta. ?Por que crees que te pagamos un sueldo de cuarenta mil coronas al mes?

Corto la conversacion antes de que ella pudiera responder. Para estar seguro apago el telefono y lo lanzo dentro de la bolsa.

El silencio se hizo compacto. Lentamente, el sonido del capo empezo a retumbar en el compartimiento del coche, el silbido de las juntas, el zumbido del aire acondicionado. Irritado, se desabrocho los dos botones superiores de la camisa y volvio a encender la radio. No aguanto las bromas telefonicas de P3, asi que eligio al voleo otra emisora preprogramada y salio Radio Rix. Una vieja cancion surgio del altavoz, la reconocio de su juventud. Tenia un recuerdo asociado a esta melodia, pero no logro evocarlo. Alguna chica, seguramente. Resistio la tentacion de apagar la radio de nuevo. Cualquier cosa era mejor que el ruido del coche.

Seria una noche larga.

El equipo de maquetadores aparecio justo antes de las siete con su bullicio habitual. Su jefe, Jansson, se habia detenido enfrente de Spiken, junto a su mesa. Annika y Berit habian comido fricase en la cantina del personal, conocida como Siete Ratas.

La combinacion entre la dificil digestion y la risa de los hombres le produjo dolor de estomago. No habia adelantado nada. No conseguia localizar al drogata de la informacion. El portavoz de la policia era un dechado de amabilidad y paciencia, pero no sabia nada. Habia hablado con el tres veces durante la tarde. No sabia quien era la mujer, cuando o como murio ni cuando tendria alguna novedad. Esto puso nerviosa a Annika y seguramente contribuyo a su colico.

Tenia que conseguir un retrato de la mujer para la cartelera, de lo contrario no habria titular posible.

– Tranquilizate -le dijo Berit-. Ya veras como nos da tiempo. Si no, manana sera otro dia. Si nosotras no conseguimos el nombre tampoco lo haran otros.

El Rapport de las siete y media de la tarde comenzo su retransmision con la crisis de Oriente Proximo y la apelacion del presidente de Estados Unidos a reanudar las conversaciones. El reportaje duro media eternidad y contenia preguntas de la redaccion en directo al corresponsal en Washington. Largas parrafadas de sueco administrativo entreveradas con imagenes de archivo de la Intifada.

A continuacion siguio el incendio forestal en Gotland, exactamente la misma noticia que Eko habia transmitido. Las imagenes aereas eran verdaderamente imponentes. Primero entrevistaban al responsable de la operacion, un jefe de bomberos de Visby. Luego salieron unas imagenes de una rueda de prensa improvisada, Annika sonrio al ver a Anne Snapphane apretujada en primera linea con su grabadora al viento. Por ultimo, aparecio un campesino preocupado, a Annika le parecio reconocer la voz del Eko.

Despues del incendio, el bloque de noticias decayo. Presentaron un asunto irrelevante sobre el porque la campana electoral arrancaba antes de tiempo. Annika creia que ya lo habia hecho hacia mas de medio ano. El primer ministro socialdemocrata se paseaba de la mano de su nueva esposa por la plaza de su ciudad natal en Sormland, Annika sonrio de nuevo al vislumbrar el cartel de su antiguo lugar de trabajo en segundo plano. El primer ministro comento brevemente el articulo del anterior secretario general sobre la trama IB.

– Esta es una cuestion con la que no queremos cargar al proximo siglo -dijo cansado-. Investigaremos hasta las ultimas consecuencias. Si es necesario crear una comision parlamentaria asi se hara.

A continuacion aparecio el material que se habia preparado con anterioridad. El corresponsal de Sveriges Television en Rusia, un muchacho increiblemente habil, habia estado en el Caucaso y describia el largo, sangriento y duradero conflicto en una de las antiguas republicas sovieticas. Lo bueno de la sequia de noticias veraniega, penso Annika, es que se pueden ver cantidad de cosas que nunca se verian en las retransmisiones de los noticieros habituales.

Entrevistaba al anciano presidente de la republica caucasiana. El reportero se asombro al oirle hablar en sueco.

– Estuve vinculado a la embajada sovietica en Estocolmo entre los anos 1970 y 1973 -senalo con fuerte acento.

– Increible -dijo Annika, sorprendida.

El presidente estaba muy preocupado. Los rusos abastecian a los rebeldes con armas y municion, mientras que su gobierno sufria el embargo internacional de armamento decretado por la ONU contra su pais. Habia sido victima de una serie de atentados y ademas estaba enfermo del corazon.

– Mi pais sufre -dijo en sueco y miro fijamente a la camara-. Los ninos mueren. Esto es una injusticia.

Dios mio, que mal lo pasaba la gente, penso Annika y se fue a buscar una taza de cafe. Cuando regreso habia comenzado una serie de noticias cortas nacionales. Un accidente de coche en Enkoping. Una joven habia sido hallada muerta en Kronobergsparken en Estocolmo. Se habia evitado la huelga de controladores aereos despues de que el sindicato hubiera aceptado la propuesta final de los mediadores. Los teletipos se leian de corrido, como cortos resumenes anonimos de sumarios. Al parecer, algun camara de TV se habia acercado a Kungsholmen, ya que mostraron por unos segundos el acordonamiento de plastico azul y blanco agitandose al viento entre el mucho follaje. No habia mas.

Annika respiro. Esto no seria facil.

Patricia tenia frio. Coloco los pies sobre el asiento y se abrazo a sus piernas. El aire acondicionado se esparcia por el suelo del coche y arrastraba humos y polen. Estornudo.

– ?Te estas resfriando? -pregunto el hombre del asiento delantero. Era bastante atractivo, pero llevaba una camisa de lo mas vulgar. Le faltaba clase. Pero era un hombre maduro, como a ella le gustaban, no eran tan impulsivos.

– No -contesto enfadada-. Soy alergica.

– Llegaremos dentro de poco -informo el agente.

Junto a el, en el asiento del conductor, habia una autentica bitch, una de esas mujeres policia que tienen que ser mucho mas agresivas que los hombres para que las respeten. Habia saludado friamente a Patricia y luego la habia ignorado por completo.

Me desprecia, penso Patricia. Se cree mejor que yo.

La bitch habia conducido bajando por Karlbergsvagen y habia cruzado Norra Stationsgatan. En realidad solo los autobuses y los taxis podian hacer eso, pero al parecer a la bitch no le importaba. Siguieron por debajo de Essingeleden y llegaron a la zona del instituto Karolinska por la parte trasera. Los edificios de ladrillo rojo de diferentes epocas se sucedian unos a otros, una tranquila ciudad dentro de la ciudad. No se veia ni un alma, era sabado por la noche. Pasaron el laboratorio Scheele a la derecha, la escuela de Tomteboda se elevaba a la izquierda como un palacio ambarino. La bitch giro a la derecha y detuvo el coche en un pequeno aparcamiento. El hombre de la camisa chillona descendio y abrio la puerta del lado de ella.

– Es a prueba de ladrones -anuncio el.

Patricia no se podia mover. Estaba sentada con las piernas sobre el asiento, la barbilla apoyada en las rodillas, le rechinaban los dientes.

No puede ser verdad, penso ella. Una mala senal tras otra. Pensamientos positivos, pensamientos positivos…

El aire se habia vuelto tan espeso que no podia penetrar en sus pulmones. Se detenia en algun lugar debajo de su garganta, crecia, se espesaba, la ahogaba.

– No voy a poder hacerlo -dijo-. ?Y si no es ella?

– Pronto lo sabremos -respondio el hombre-. Comprendo que todo esto te resulte dificil. Vamos, deja que te ayude a salir del coche. ?Quieres beber algo?

Nego con la cabeza pero sujeto la mano que el le tendia. Se paro sobre el asfalto con piernas temblorosas. La bitch habia comenzado a caminar por el sendero, el suelo crujia bajo sus gruesos zapatos.

– Me siento mal -dijo Patricia.

– Toma, coge un chicle -ofrecio el hombre.

Sin responder alargo la mano y cogio uno del paquete de Stimorol.

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