Salio al aguacero y se empapo antes de llegar al basurero. Alli tiro la bolsa medio llena con el periodico, las fresas y los trozos de aguacate y camino lentamente hacia el metro.
Llega un momento en el que ya no se puede estar mas empapado, penso. Lo habia oido alguna vez en una pelicula.
En la estacion central comprendio que tendria que esperar casi dos horas antes de que saliera un tren hacia Fien. Se sento en uno de los bancos de la sala grande e iluminada. El ruido de los pasajeros, los trenes, las voces de los altavoces, todo se mezclaba en una cacofonia de ciudad y caos.
Annika cerro los ojos y dejo que los sonidos perforaran su cerebro. Estos la hicieron llorar. Despues de un rato comenzo a sentir frio, fue a un cuarto de bano con aire caliente para secarse las manos y permanecio alli hasta que los otros usuarios que esperaban se enfadaron.
Por lo menos no saben quien soy, penso. No saben que yo soy la perdedora. Gracias, Dios mio, por no haberme dado nunca un «careto».
El pequeno tren de cercanias pronto estuvo abarrotado. Ella acabo frente a un hombre gordo, humedo de sudor y lluvia, que abrio un ejemplar del Kvallspressen; Annika procuro no mirar.Berit habia conseguido que el presidente del parlamento reconociera su implicacion en el asunto IB.
«Estuve destinado con Elmer», decia el titular de la primera pagina. Bueno, penso. Eso ya no es asunto mio.
En Fien tuvo que esperar otra hora mas al autobus de Halleforsnas. La lluvia seguia cayendo, se habia formado un pequeno lago en la calle, detras de la parada del autobus. Se sento en la sala de espera de la estacion con el rostro de cara a la pared, no deseaba hablar con nadie.
El mediodia les alcanzo antes de que el autobus parase al pie de Tattarbacken. El aparcamiento junto a Konsum estaba desierto y lleno de agua, nadie la vio apearse. Estaba cansada y temblorosa, subio hacia su casa con las piernas doloridas despues de la carrera del dia anterior.
Su piso estaba oscuro y olia a polvo. Se quito la ropa mojada sin encender ninguna luz y se metio en la cama. A los tres minutos ya estaba dormida.
– Es solo cuestion de tiempo -dijo el primer ministro. El jefe de prensa protesto.
– No podemos estar seguros. Nadie sabe donde se detendra la piedra.
El jefe de prensa sabia de que hablaba. Anteriormente habia sido uno de los reporteros politicos mas osados y experimentados de Suecia. Su tarea, en la actualidad, era ocuparse de vigilar a los medios en provecho de la socialdemocracia. El era, junto a los estrategas electorales americanos, quien mas tuvo que decir cuando se preparo la campana electoral del partido del gobierno. Aunque el primer ministro estaba al tanto de que votaba a los liberales.
– Tengo que reconocer que estoy preocupado -dijo el jefe de Gobierno-. No quiero dejar esto al azar.
El hombre corpulento se levanto y se dirigio inquieto hacia la ventana. La lluvia caia formando una cortina gris ahi fuera y ocultaba la vista sobre Riddarfjarden. El jefe de prensa lo detuvo.
– No deberias estar ahi de pie pensando, se te ve desde la calle -dijo el-. Tu fotografia seria la perfecta ilustracion de un gobierno en crisis.
El primer ministro se detuvo, asustado. Su mal humor se incremento aun mas y se volvio directamente hacia su ministro de Comercio Exterior.-?Cono! ?Joder! ?Como pudiste ser tan estupido? -exclamo.
Christer Lundgren no reacciono, continuo mirando fijamente hacia el cielo gris plomizo desde su sitio en la esquina. El primer ministro se dirigio hacia el.
– No podemos entrar y comenzar a cambiar las rutinas de la administracion, lo sabes de sobra, ?joder!
El ministro levanto la mirada hacia su jefe.
– No, en efecto. Ni de la policia ni de otros, ?no?
Los ojos del primer ministro empequenecieron tras las gafas.
– ?No comprendes la situacion en la que nos has metido? ?Entiendes las consecuencias de lo que has hecho?
Christer Lundgren se levanto apresuradamente y se situo justo delante del primer ministro.
– Si, se exactamente lo que he hecho -grito-. ?He salvado a este partido de mierda, eso es lo que he hecho!
El jefe de prensa se interpuso entre ambos.
– No podemos deshacer lo hecho -dijo con tranquilidad-. Debemos sacar el mayor provecho de esta situacion. Intentar alterar los papeles solo acabaria en desastre. Simplemente, no podemos hacerlo. No creo que ningun periodista consiga encontrar las facturas.
Dio una vuelta alrededor de los ministros.
– Lo mas importante es que cooperemos con la policia sin que se enteren de todo.
Poso formalmente una mano sobre el hombro del ministro de Comercio Exterior.
– Christer -dijo-, ahora todo depende de ti.
El ministro se sacudio el peso de su omoplato.
– Soy sospechoso de asesinato -respondio sofocado.
– Si, es una ironia -repuso el jefe de prensa-. Tienes la muerte del gobierno sobre tu mesa. En realidad es de eso de lo que trata todo el asunto, ?no es cierto?
Cuando se desperto ya era de noche. Sven estaba sentado en el borde de su cama y la observaba.
– Bienvenida a casa -dijo y esbozo una sonrisa.
Ella le devolvio la sonrisa. Tenia sed y un ligero dolor de cabeza.-Suenas como si hubiera estado fuera una eternidad -res poncho.
– A mi me lo parece -repuso el.
Ella aparto las sabanas y se levanto, se sintio aturdida y mareada.
– No me encuentro bien del todo -murmuro ella.
Se dirigio trastabillando hacia el cuarto de bano y se tomo un Pa nodil. Abrio la ventana para airearlo. La lluvia habia remitido pero m acabado. Sven aparecio en la puerta.
– ?Vamos a comprar una pizza? -pregunto el.
Ella titubeo
– No tengo mucha hambre.
– Tienes que comer -contesto el-. Has adelgazado muchisimc
– He tenido mucho que hacer -dijo ella y paso por delante de i hacia el recibidor. Sven la siguio a la cocina.
– Al parecer en la radio se portaron contigo como unos cabrone -dijo el.
Lleno un vaso de agua del grifo.
– Vaya -repuso ella-. ?Asi que ahora escuchas programas d debates y analisis? -No, fue Ingela.
Ella se detuvo con el vaso en la boca.
– ?El «cubo de espermas»? -pregunto sorprendida-. ?Sales co: ella?
Sven se enfado.
– Ese es un viejo mote de lo mas cabron. Ella ya se ha arrepentid* de eso.
Annika sonrio.
– Fuiste tu quien lo invento.
El tambien sonrio.
– Si, bueno -dijo y rio.
Annika bebio el agua a tragos profundos, el se le acerco y la abraz por detras.
– Tengo frio. Tengo que vestirme -dijo y se separo de el. Sven la beso.
– Claro. Yo llamo al Maestro -repuso el. Annika se fue al dormitorio y abrio la puerta de su armario. La rop que aun colgaba alli le parecio que olia a cerrado y estaba arrugada.
– Ahora te quedaras en casa, ?verdad? -grito despues de colgar.
Ella ojeo la ropa.
– ?Que te hace pensar esto? Mi beca no finaliza hasta el catorce de agosto, todavia me queda una semana y media. El se apoyo en el quicio de la puerta.
– ?Aun te quieren ahi, despues de como te han puesto?
Se le calentaron las mejillas, busco dentro del armario.