Annika se dejo caer en su silla. La dragona de traje sastre habia dejado tras de si un campo de batalla compuesto por tazas de cafe vacias, teletipos de TT y kleenex usados.
– Estuve dudando antes de venir -dijo Annika-. Ahora se por que.
Anne Snapphane comenzo a reir. Annika tiro todo lo que habia en la mesa, incluidos cinco cuadernos, dos libros y tres tazas de porcelana marcadas con el nombre Mariana a la papelera.
– Que te den por el culo, pija de mierda -espeto.
Anne Snapphane se reia tanto que se cayo de la silla.
– Joder, no es para tanto… -dijo Annika.
Anne se sento de nuevo, se seco las lagrimas e intento controlar 1; risa.
– No, no lo es -replico y rio-. Pero otras cosas divertidas si lo son. Por ejemplo, me voy de aqui.
Annika abrio los ojos.
– ?Has conseguido trabajo? ?Donde?
– Una productora en Sodra Hammarbyhamnen. Sere la researcher de un programa para mujeres en un canal por cable. Comienza el doce de septiembre. Sera muy escandaloso. Estoy realmente ilusionada.
– Pero quiza podrias continuar aqui.
– No se si quiero, estoy agotada de cojones. Ademas, los de la television me haran un contrato fijo.
– Enhorabuena -la felicito Annika, bordeo la mesa y abrazo a su amiga-. ?Dios mio, que suerte la tuya!
– Oid, tortilleras, ?teneis tiempo para trabajar?
Spiken habia regresado a su puesto de jefe de la mesa de redaccion.
– Que te den por el culo, viejo verde de mierda -grito Anne Snapphane.
– ?Estas loca? -dijo Annika quedo.
– ?A quien le importa? Me voy a ir -dijo Anne Snapphane y se levanto.
Fue a Anne a quien le dieron el trabajo, la historia de un gato que cuidaba la policia de Norrkoping. Habia estado rondando por la estacion durante dos semanas y lo iban a sacrificar.
– Tenemos que conseguir una foto del gato de los cojones en la celda -dijo Anne Snapphane-. Imaginate el titular: «Morrito de nieve en el corredor de la muerte».
Spiken miro de reojo a Annika.
– No tengo nada para ti, de momento quedate
Annika trago saliva. Comprendio. La puerta del frigorifico se cerraba.
Se dirigio a las repisas donde se archivaban los ejemplares atrasados del Kvallspressen y cogio los del viernes en adelante. No habia leido ningun periodico ni visto la television durante todo el fin de semana. La radio no pensaba oirla nunca mas en su vida, a no ser que la obligaran.
Comenzo a leer detenidamente el articulo de Berit sobre el IB. Ahora el presidente reconocia que habia aprovechado sus contactos con Birger Elmer para eludir el mes de actualizacion del servicio militar, en otono de 1966.
Habia campana electoral y el presidente era vicesecretario de SSU, aquel mes de entrenamiento militar le venia muy mal al partido. Por eso Elmer ordeno que se destinara al presidente a IB.
Eso significaba que podia continuar, como de costumbre, con su trabajo politico, al mismo tiempo que cumplia con su servicio militar.
Segun la tarjeta de reclutamiento que Berit habia pescado, el presidente fue destinado al departamento de seguridad del Alto Estado Mayor, lo que podia ser un nombre en clave de IB. En 1966 ya tenia treinta y tres anos, por lo que nunca mas le volvieron a citar para realizar su actualizacion del servicio militar.
Annika dejo caer el periodico. ?Como habia conseguido Berit que el presidente reconociera todo eso? Este habia negado cualquier implicacion con IB durante tres decenios, y de pronto ponia todas las cartas sobre la mesa. Extrano.
La pagina siguiente contenia fotos espectaculares de la detencion de las Barbies Ninja, todas tomadas por Carl Wennergren. En el texto se explicaba que el grupo terrorista habia decidido atacar a un juez que vivia en Eketorpsvagen en Djursholm. La razon era que el magistrado habia dejado recientemente en libertad a un pederasta por falta de pruebas. La policia habia recibido un soplo y habia llamado a su fuerza especial. Evacuaron a los vecinos de los alrededores y formaron discretos controles en la calle. Parte de la fuerza especial se habia atrincherado en el polideportivo de Stockhagen justo al lado de la casa del juez, el resto se habia ocultado entre los arboles del jardin del magistrado.
Las Barbies Ninja quedaron totalmente sorprendidas por el contraataque de la policia, y se rindieron despues de que dos de las mujeres fueran heridas por disparos en las piernas.
El articulo hizo sentir mal a Annika. Habia desaparecido la cantinela poco critica que formaba la trama de los textos anteriores, en estos los policias eran los heroes. Si habia algunos articulos que debian ser estudiados uno de ellos era este, penso ella.
– Nos inundaran las lagrimas de la gente que desea cuidar a Morrito de nieve -dijo Anne Snapphane.
Annika sonrio.
– ?Como se llama el gato en realidad?
– En el collar ponia Harry. ?Has comido?
El ministro condujo hasta la pequena aldea llamada Mellosa. Freno y miro hacia la izquierda a traves de la lluvia. El desvio tenia que estar en alguna parte.
Una gran casa amarilla emergio del cielo grisaceo, abajo junto al lago, aunque no parecia ser el camino correcto. El coche de atras hizo sonar el claxon.
– ?Pero calmate, joder! -exclamo el ministro y piso el freno. Detras de el, el Volvo freno en seco, giro y evito, por los pelos, chocar con el.
Su coche alquilado tosio y se calo, la ventilacion zumbaba, el limpiaparabrisas resonaba. Sintio que las manos sobre el volante le vibraban.
Dios mio, ?que estoy haciendo?, penso. No puedo poner en peligro la vida de los demas solo porque yo…
Se sorprendio ironico de la ambiguedad de sus pensamientos, arranco el coche y condujo lentamente. Doscientos metros mas adelante vio la indicacion.
Harpsund 5.
Torcio a la izquierda y paso la via del tren. El camino serpenteaba a lo largo de la iglesia, la escuela y las granjas como en un paisaje de otros tiempos. Grandes casas solariegas con galerias acristaladas y acicalados setos pasaban de largo por entre la niebla.
Aqui los terratenientes han debido de exprimir a la clase obrera desde hace mil anos, penso.
Despues de algunos minutos traspaso las grandes columnas de piedra de la verja que formaban parte de la entrada a la residencia de verano del primer ministro. A la izquierda se veia el espacioso y bien cuidado establo, detras estaba el edificio principal.
Estaciono a la derecha de la entrada principal, permanecio sentado en el coche durante un momento y contemplo la casa. Se componia de un edificio solariego de dos plantas, construido en 1910, un pastiche carolino. Suspiro, busco su paraguas, abrio la puerta del conductor y corrio hacia la entrada.
– Bienvenido. El primer ministro telefoneo. Le he preparado algo de comer.
El ama de llaves cogio el paraguas mojado y su humeda chaqueta.
– Gracias, pero he comido algo por el camino. Solo deseo ir a mi habitacion.
La mujer no mostro ninguna decepcion.
– Por supuesto. Por aqui.
Ella subio delante hasta el segundo piso y se detuvo en una habitacion con vistas al lago.
– Solo tiene que llamar si desea algo.
El ama de llaves cerro la puerta silenciosamente, el se quito la camisa y los zapatos. El primer ministro tenia razon. Aqui nunca le encontrarian.
Se sento en la cama, cogio el telefono y se lo puso sobre las rodillas, respiro hondo tres veces.
Luego marco el numero de Karungi.
– Se acabo -anuncio el cuando ella respondio.
Escucho durante un rato.
– No, carino -repuso el-. No llores. No me meteran en la carcel. No, te lo prometo.