Miro fijamente a traves de la ventana y espero no estar mintiendo.

La tarde se arrastraba lentamente. A Annika no le asignaron ningun trabajo. Comprendio la indirecta, ni siquiera era especialmente agradable. La habian apartado de todo lo que tuviera que ver con el asesinato de Josefin y el ministro sospechoso de asesinato. Carl Wennergren se ocupaba de todos estos articulos.

En un ataque de hastio llamo a la criminal y pregunto por Q.

Le encontro en su oficina.

– Fueron muy duros contigo en la radio el jueves -dijo el.

– Estaban equivocados -respondio ella-. Yo tenia razon. No sabian de que hablaban.

– No se si estoy de acuerdo contigo -contesto divertido-. Tu puedes ser entrometida de cojones.

Ella se enfado.

– ?Joder, si soy mas flexible que una bailarina de ballet!

El se echo a reir.

– Yo no pienso precisamente en esa metafora cuando me llamas -repuso el-. Pero seguro que lo superaras. Tu eres una mujer fuerte. Tendras que aguantar un poco de cana.

Sintio sorprendida que el tenia razon.

– Escucha -dijo ella-, estaba pensando en las Barbies Ninja.

El se torno inmediatamente serio.

– ?Que?

– ?Llevaban dinero encima?

Oyo como el policia contenia la respiracion.

– ?Por que cono preguntas eso?

Ella se encogio de hombros y esbozo una sonrisa.

– Curiosidad…

Q penso, un buen rato.

– ?Sabes algo? -pregunto el quedamente.

– Quiza -respondio ella.

– Give it to me, baby -dijo el.

Ella rio cruelmente.

– Eso es lo que tu quisieras.

Permanecieron en silencio.

– Encima no -prosiguio el.

El corazon de Annika se acelero.

– ?En el coche? ?En su casa? ?En el sotano?

– En casa de una de ellas.

– ?Alrededor de cincuenta mil? -pregunto Annika inocentemente.

Q chasqueo.

– Si pudieras contarme todo lo que sabes -dijo el.

– Lo mismo digo -repuso ella.

– Cuarenta y ocho mil quinientas -informo.

La confirmacion subio como en burbujas a su cerebro. ?Ese cabron lo hizo!

– ?Tu quiza me podrias decir de donde vienen? -inquirio el suavemente.

Ella no respondio.

Cuando arranco la sintonia de Studio sex, Annika apago la radio y bajo al restaurante. Acababa de servirse un plato que parecia de comida para perros de la mesa de las ensaladas, cuando una cajera con permanente grito su nombre.

– Te llaman por telefono -informo.

Era Anne Snapphane.

– Deberias escuchar esto -dijo en voz baja. Annika cerro los ojos y sintio como el corazon se le hundia hasta los zapatos.

– No aguanto otra ejecucion -repuso ella.

– No, no -dijo Anne-. No se trata de ti. Es sobre el ministro.

Annika respiro hondamente.

– ?Que? [5]

– Al parecer fue el quien lo hizo.

Annika colgo y se dirigio hacia la salida con su plato de ensalada.

– ?Oye! -grito la de la permanente-. No puedes llevarte la vajilla de aqui.

– Denunciame a la policia -respondio Annika, empujo la puerta y salio.

En la redaccion reinaba un silencio sepulcral. Se oia el eco de la voz del presentador de Studio sex desde diferentes altavoces de alrededor del recinto, todos los periodistas estaban sentados acodados y absorbian la informacion.

Annika se dejo caer con cuidado en su silla.

– ?Que pasa? -le murmuro a Anne Snapphane.

Anne se inclino por encima de la mesa.

– Han encontrado el recibo -dijo ella en voz baja-. El ministro estuvo en el puticlub la misma noche en que asesinaron a Josefin. Ella cobro su cuenta media hora antes de morir.

Annika palidecio por completo.

– ?Dios mio!

– Todo concuerda. Christer Lundgren participo en un gran congreso con socialdemocratas y representantes sindicales alemanes aqui en Estocolmo, el viernes dia 27 de julio, pronuncio un discurso sobre el comercio y la cooperacion internacional. A continuacion se llevo a los alemanes de copas.

– Menudo cabron -repuso Annika.

– Eso no es todo. Al parecer Studio sex ha encontrado la factura. Los alemanes figuran en el reves del recibo.

Annika suspiro.

– ?Ha dimitido ya?

– ?Crees que lo hara? -inquirio Anne Snapphane.

– ?No te resulta familiar la historia? -repuso Annika-. ?Socialista en club de alterne con el dinero de los contribuyentes?

Un hombre chisto desde la zona de correctores. Annika encendio su radio y subio el volumen. Surgio la voz del presentador.

– Nuestro reportero encontro el fatidico recibo del club de alterne en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Para entonces la policia ya seguia la pista del ministro.

La voz del hombre estaba llena de un triunfo contenido. Tomo impulso, hablaba lenta y profeticamente.

– Habia… efectivamente… un testigo.

Comenzo la cronica, el reportero parecia encontrarse en una habitacion grande y vacia. El eco rebotaba contra las paredes, Annika se estremecio.

– Me encuentro en Estocolmo, en las escaleras del edificio donde se halla el apartamento secreto del ministro de Comercio Exterior, Christer Lundgren -dijo el reportero susurrando excitado-. Hasta hace unos dias nadie sabia de su existencia, ni siquiera su portavoz de prensa, Karina Bjornlund. Pero habia algo con lo que el ministro no habia contado: sus vecinos.

Aparecieron unos efectos de sonido, unos zapatos que subian por una escalera de marmol arenosa.

– Estoy subiendo al apartamento de la mujer que se ha convertido en la clave de la investigacion del asesinato de la bailarina de striptease Josefin Liljeberg -informo el reportero jadeando.

Al parecer el ascensor seguia sin funcionar, constato Annika.

– Se llama Elna Svensson, y sus tempranos habitos matutinos y sus precisas observaciones han comprometido al miembro del gobierno.

Sono un timbre, Annika lo reconocio. No habia duda de que se encontraba en Sankt Goransgatan 64. La

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