Annika presintio desconfianza y miedo en la voz.
– ?Te ha pedido alguien que llamaras?
El hombre no comprendio.
– ?Que quieres decir?
– ?Que si alguien te ha pedido que llamaras?
El volvio a pensar.
– No -replico-, primero hable con Britt-Inger. Ella creyo que debia llamar.
– ?Britt-Inger?
– Mi mujer.
– ?Y por que creia Britt-Inger que debias llamar aqui?
– Bueno, los de
Annika penso febrilmente.
– ?Y nadie mas te ha pedido que llamases?
– Nadie.
– ?Estas seguro de eso?
– Oiga, senora…
Roger Sundstrom ya no estaba en la linea.
En el mismo momento en que ella colgaba el auricular de «Escalofrios», sono su propio telefono.
– ?Tienes que ayudarnos, no sabemos que hacer!
Era Daniella Hermansson.
– ?Que pasa? -pregunto Annika.
– Llaman todo el tiempo a casa de la tia Elna, ahora esta aqui conmigo en mi casa. Hay quince periodistas con camaras de television y antenas y cosas fuera, en la puerta. Estan colgados del timbre y armando escandalo y quieren entrar, ?que podemos hacer?
Estaba muy nerviosa, Skruttis berreaba al fondo. Annika utilizo su tono de voz mas tranquilo.
– No teneis que dejar entrar a nadie si no quereis. Ni tu, ni Elna Svensson estais obligadas a hablar con ningun periodista. ?Tambien te llaman por telefono?
– Todo el tiempo.
– Cuando hayas terminado de hablar conmigo no cuelgues, entonces dara la senal de comunicar. Si te sientes acosada o asustada por los periodistas de la escalera puedes llamar a la policia.
– ?La policia? No, no me atrevo.
– ?Quieres que lo haga yo? -pregunto Annika.
– ?Podrias? Por favor…
– No cuelgues, que les voy a llamar desde otro telefono -dijo Annika.
Cogio el auricular de «Escalofrios» y marco el numero directo del centro coordinador de emergencias.
– Hola, estoy llamando desde Sankt Goransgatan 64 -dijo ella-. La prensa ha invadido nuestra escalera, estan asustando a las personas mayores. Los reporteros gritan y chillan, llaman a todas las puertas y molestan a la gente. Los de la radio son los peores. Tengo en mi casa a cinco pensionistas aterrorizados. Escalera derecha, segundo piso.
Cambio de auricular.
– Van en camino.
Daniella respiro.
– Muchisimas gracias, no se como agradecertelo. Has sido un cielo, esto no lo olvidare…
Annika no la escucho.
– ?Por que hablo Elna Svensson con el reportero de Studio sex?
– Ella dice que no ha hablado con ningun reportero.
– Ha debido de hacerlo, yo la oi por la radio. Hoy o ayer.
Daniella aparto el auricular y hablo con alguien en la habitacion.
– La tia Elna dice que no ha hablado con nadie.
Annika recapacito.
– Entonces, ?Elna es senil?
La respuesta llego rapida y segura.
– En absoluto, tiene la cabeza clarisima. Ningun reportero, esta segura.
– Ha tenido que hablar con alguien, a no ser que el resto de los periodistas de ahi fuera y yo hayamos alucinado.
– Un policia -informo Daniella-. Hablo con un policia por la manana. El le dijo que deseaba completar el interrogatorio.
– ?Utilizo una grabadora?
– ?Te grabo las respuestas? -pregunto Daniella a la habitacion.
Siguio un largo murmullo.
– Si -respondio Daniella en el auricular-. Para la transcripcion. El policia dijo que era muy importante documentar el interrogatorio.
No tienen verguenza, penso Annika.
– ?Y ella esta segura del dia y la hora en la que se encontro con el ministro?
– Si, segurisima.
– ?Como puede estar tan segura?
– ?Puedo contarselo? -pregunto Daniella a su vecina.
Murmullos y susurros. De vuelta al auricular dijo:
– No, no puedo decirte por que, pero esta segura. ?Ahora pasa algo ahi fuera! Espera, voy a ver…
Solto el auricular, Annika oyo sus pasos. Seguramente fue a mirar a traves de la mirilla. Los pasos regresaron.
– Ha llegado la policia, estan limpiando la escalera. Muchisimas gracias por tu ayuda.
– De nada…
Annika colgo el telefono, la cabeza le daba vueltas. «Escalofrios» volvio a sonar.
– Contesta tu -le dijo Annika a Anne Snapphane, se levanto y se dirigio a la cafeteria. Compro una Ramlosa, se sento junto a la ventana y vio llover. La noche era gris, oscura y pesada. Ni siquiera las farolas de la embajada rusa conseguian romper la oscuridad.
Me pregunto cuando enterraran a Josefin, penso. Probablemente se demore un tiempo. Los forenses y la policia querran tener la oportunidad de cortarla en pedacitos para no tener que desenterrarla de nuevo.
Penso en el ministro, se pregunto detras de que ventana estaria mirando.
Tenia la mierda hasta el cuello, penso. ?Como puede ser alguien tan jodidamente estupido para entregar una factura de un puticlub a AA. EE.?
Es un tacano, claro.
Bebio su refresco, los pensamientos retornaron a Josefin. La muchacha muerta habia sido totalmente olvidada. Desde el momento en que se destapo que era una bailarina de
Me pregunto como habria reaccionado mama si fuera yo, penso. ?Habria llorado a la prensa local?
Seguramente no, a su madre no le agradaban los periodistas. Uno debia ocuparse de sus cosas y pasar de los demas, ese era su lema. Nunca lo habia exteriorizado, pero no estaba especialmente contenta con la eleccion laboral de Annika. Tambien coincidia con Sven, al que tampoco le habia agradado que Annika aceptase la beca.
– Es un trabajo durisimo -habia dicho Sven-. A ti no te va en absoluto abordar a la gente y asediarla. Tu que eres tan buena…
Se levanto irritada y regreso a su mesa.