– Paso de todo esto -le dijo a Anne Snapphane, cogio su bolso y se marcho.
Patricia se sobresalto cuando se abrio la puerta de la calle. Annika se dibujaba como una silueta negra contra la afilada luz de la escalera.
– ?Estabas durmiendo? -pregunto Annika y encendio la luz.
Patricia parpadeo.
– Dejaba que las energias fluyeran -respondio.
– ?Y te he fastidiado? -dijo Annika y sonrio cansada.
– Siempre estan aqui.
Annika colgo sus cosas en el recibidor, su chaqueta clara estaba mojada. Patricia se sento en el sofa.
– Josefin tenia una chaqueta de verano como esta -dijo asombrada-. Exactamente igual.
Annika la miro asombrada.
– Tiene unos cuantos anos, es de Hennes, me parece.
Patricia asintio.
– Tambien la de Jossie. Aun cuelga en el recibidor de Dalagatan. «Siempre llevare esta chaqueta», solia decir. Decia cosas asi con frecuencia, exageraciones: «siempre», «nunca jamas», «esta es la mas grande de todas», «tu eres la mejor, la mejor amiga que nunca he tenido», «le odio hasta la muerte». Hasta la muerte…
Patricia rompio a llorar, Annika se sento a su lado en el sofa.
– ?Has escuchado Studio sex?
Patricia asintio.
– ?Que piensas? ?Fue el ministro?
Patricia entre lagrimas bajo la mirada a sus manos.
– Pudo ser uno de los peces gordos, los que se marcharon justo despues de Jossie. Tenian buenas tarjetas de credito, tarjetas del gobierno. Y los alemanes. Ya se sabe como son. Se escondieron en Asuncion despues de la guerra. Papa solia hablar de ellos con frecuencia.
Annika permanecio sentada en silencio, Patricia lloraba.
– Todas las personas a las que quiero se mueren -gimoteo.
– Pero que dices -repuso Annika.
– Primero papa, luego Jossie…
– Venga, ?no pueden ser «todas»? ?Donde esta tu madre?
Patricia cogio un panuelo y se sono.
– Ha cortado conmigo, me llama puta. Ha puesto a toda la familia de su parte.
Annika se levanto y se fue a la cocina a buscar dos vasos de agua. Le dio uno a Patricia.
– ?Por que trabajas ahi, entonces?
– Joachim piensa que trabajo bien en el bar -contesto insolente-. Y gano mucho dinero, ahorro diez mil coronas al mes. Cuando tenga suficiente abrire un negocio. Ya se como se llamara: El Cristal. He aprendido de Joachim y lo he comprobado. Este nombre esta libre. Vendere cartas de tarot y adivinare en las estrellas, ayudare a la gente a encontrar su camino…
– Tu has visto la foto del ministro, ?estaba entre los viejos del club? -interrumpio Annika.
Patricia se encogio de hombros.
– Todos son iguales, es como si fueran una masa.
Annika reconocio la respuesta, la habia oido en alguna parte con anterioridad. Analizo a la joven del sofa. Probablemente evitaba mirar a los hombres.
– ?Te ha preguntado la policia sobre esto?
– ?Claro! Me han preguntado todo ocho millones de veces.
– ?Que, por ejemplo?
Patricia se levanto irritada.
– Todo, miles de cosas. Estoy cansada. Buenas noches.
Cerro cuidadosamente la puerta del cuarto de servicio tras de si.
Dieciocho anos, once meses y cinco dias
No sabemos adonde nos dirigimos. Esa verdad que se encontraba tras la nube ha volado al espacio. Ya no la veo mas, ni siquiera puedo presentir su presencia.
El llora por el vacio. Mi sentimiento es apagado y frio. No me dejo afectar: embotada, esteril.
La congoja es vecina del fracaso. El deseo o es demasiado fuerte o demasiado debil, el amor o es demasiado exigente o demasiado apagado.
A pesar de todo, en el mundo
Martes, 7 de agosto
– Tiene que desaparecer -dijo el primero.
– ?Como nos la quitamos de encima? -pregunto el segundo.
– ?Le disparamos? -inquirio el tercero.
Los hombres de
– No me habeis preguntado a mi -grito Annika.
Los hombres continuaron murmurando alrededor de la mesa, Annika ya no podia distinguir las palabras.
– Oid -les grito-. ?Quiza no desee seguiros! ?No quiero ir a Harpsund!
– ?Quieres desayunar?
Annika abrio los ojos y miro fijamente a Patricia.
– ?Que?
Patricia se llevo las manos a la boca.
– ?Oh! Lo siento, estabas durmiendo. Crei… hablabas. Debias de estar sonando.
Annika cerro los ojos y se aliso el cabello.
– Desconcertante -dijo.
– ?Sobre Harpsund?
Annika se levanto, se puso la bata y bajo al retrete. Regreso en el mismo momento en que Patricia servia el cafe.
– ?Sueles tener pesadillas? -pregunto Patricia.
Annika se sento y suspiro.
– Hoy se decide -respondio ella.
– Creo que podras continuar -dijo Patricia y esbozo una sonrisa.
Annika reflexiono.
– Existe una oportunidad. Soy miembro del sindicato de prensa, asi que los tendre de mi parte. Aun cuando la direccion este afectada por lo de Studio sex el sindicato de periodistas me respaldara.
Le dio un bocado al pan, la expresion de su rostro se ilumino.
– Eso es lo que va ocurrir. Posiblemente los jefes me quieran echar, porque se ha perdido el control. Pero el