– Tu no eres miembro ordinario de este sindicato -dijo secamente.
– No, porque no soy fija. Pero pago exactamente la misma cuota que los otros. ?Como es posible que no tenga los mismos derechos que los demas? ?Y como cono recomienda el sindicato que echen a uno de sus miembros? ?Estais locos?
– No vengas con bravatas de las que luego te puedas arrepentir -replico el fotografo y la miro por encima de su cabeza.
Annika dio un paso hacia el, este retrocedio asustado.
– Eres tu quien debe cuidar sus palabras -dijo ella quedo-. Yo he cometido errores, pero no tan grandes como el que tu estas cometiendo ahora mismo.
De reojo, vio llegar a Anders Schyman con una taza de cafe, al fondo junto a su pecera. Fijo su mirada y se dirigio hacia el. Ordenadores, personas, estanterias, plantas volaban a su paso como fragmentos hasta que se detuvo frente a el.
– ?Me vas a echar? -pregunto con un tono penetrante.
El director del periodico la metio en su despacho y corrio las cortinas. Ella se dejo caer en el sofa que olia a tabaco y lo miro de hito en hito.
– Claro que no -respondio.
– El sindicato no me quiere -dijo ella, la voz le temblaba. No empieces a llorar de nuevo, penso.
Anders Schyman suspiro y asintio y se sento junto a ella.
– No entiendo a los representantes sindicales de los periodistas -apunto el-. Al parecer muchos de ellos se hacen representantes sindicales para darse importancia. Pasan completamente de sus miembros, solo desean poder.
Ella le miro desconfiada.
– ?Por que me cuentas esto?
El la miro reposadamente.
– Porque es asi en este caso.
Ella parpadeo.
– Por desgracia ahora mismo no tenemos nada para ti -informo Anders Schyman-. No podemos contratar a todos los que estan preparados. Solo habia una beca para el otono.
– ?Y se la dieron a Carl Wennergren? -pregunto Annika.
Annika se rio.
– ?Enhorabuena! Este periodico realmente apuesta por la gente que se lo merece -repuso y se levanto.
– Sientate -ordeno Schyman.
– ?Por que? -replico Annika-. No hay ninguna razon por la que deba permanecer en este edificio un jodido segundo mas. Me marcho ahora mismo, como desea el sindicato.
– Te queda una semana y media -dijo el director del periodico-. Aguanta.
Ella volvio a reir.
– ?Para comer mierda?
– En pequenas dosis y en el momento adecuado puede ser buena para el caracter -dijo Anders Schyman y sonrio.
Ella hizo una mueca.
– Me quedan unos dias libres.
– Si, es cierto. Pero quisiera que te quedaras hasta acabar.
Ella se dirigio hacia la puerta, pero se detuvo.
– Dime una cosa -dijo-. ?Le pagaria el periodico a un grupo terrorista por una exclusiva?
– ?Que quieres decir?
– Lo que oyes. Dinero por presenciar un acto terrorista.
El se cruzo de brazos y la miro inquisitivamente.
– ?Sabes algo?
– Nunca desvelo mis fuentes -respondio.
– Pero trabajas en este periodico -repuso el-, y yo soy tu jefe
Ella saco su carne de empleada y lo dejo sobre la mesa.
– Ya no lo soy -replico ella.
– Quiero saber por que has preguntado esto -dijo el.
– Yo quiero una respuesta -dijo ella.
El la observo en silencio durante unos segundos.
– Claro que no -respondio el-. Ni pensarlo. Nunca en la vida.
– Si el periodico lo hubiera hecho despues de tu llegada, entonces tu lo sabrias, ?verdad?
Los ojos de el se oscurecieron.
– Lo doy por descontado.
– ?Y puede asegurar que no ha ocurrido?
El asintio lentamente.
Ella estiro la mano con un gesto arrogante.
El no la tomo.
– ?Que vas a hacer ahora?
Annika miro algo desdenosa al director.
– ?Y a ti que te importa?
El respondio tranquilamente.
– Me interesa.
– Me voy al Caucaso -contesto-. Me voy manana mismo.
Anders Schyman parpadeo.
– No creo que sea una buena idea -repuso el-. Hay una guerra civil.
– No te preocupes por mi -dijo Annika-. Vivire con la guerrilla, asi que estare mas segura. Las fuerzas del gobierno no tienen armas. Naciones Unidas se ha encargado de que la carniceria sea unilateral. Que tengas suerte levantando de nuevo este periodico. Tienes un trabajo duro de cojones frente a ti. Aqui los jefes no tienen ni puta idea de lo que hacen.
Agarro el tirador de la puerta y se detuvo.
– Tienes que tirar este sofa -senalo ella-. Huele a mierda.
Dejo la puerta abierta de par en par. Anders Schyman la observo al cruzar la redaccion y llegar hasta su mesa, sus movimientos eran agitados y rabiosos. No hablo con nadie por el camino.
Anne Snapphane no estaba en su mesa.
Mejor, penso Annika. Ahora lo importante es marcharse de aqui sin tener un ataque de nervios. No les voy a regalar un espectaculo.
Recogio sus cosas, tambien se llevo un paquete de boligrafos, unas tijeras y una grapadora. Bueno. Este asqueroso periodico podia convidar a eso.
Abandono la redaccion sin volverse. Mientras bajaba en el ascensor sintio una repentina punzada en su pecho. Le resulto dificil respirar y miro fijamente su rostro en el espejo del ascensor, igual de azulado y palido que siempre.
Mierda de iluminacion, penso ella, y suerte que aun es verano. Me pregunto que cara tendra una en este ascensor en invierno.
Eso no lo sabre nunca, penso al instante siguiente. Esta es la ultima vez que bajo en el.
El ascensor se detuvo con el tiron familiar. Empujo la puerta, pesada como el hierro, y se encamino hacia la niebla de afuera. Tore Brand debia de estar de vacaciones, habia una mujer que no conocia sentada tras los cristales de la recepcion. Las puertas de la entrada principal se cerraron tras ella. Bueno, el cuento se acabo.
Permanecio un momento en la calle frente al periodico y aspiro el aire humedo. Era helador y desagradable.