Jueves, 6 de septiembre

La nota yacia plegada sobre la mesa de la cocina, el texto se componia de dos letras. «OK».

Annika se estremecio y trago saliva, se apresuro a tirar el papel. Sven entro en la cocina, desnudo y con los pelos de punta. Annika se vio obligada a sonreir.

– Pareces un nino pequeno -dijo ella.

El la beso ligeramente.

– ?Hay alguna pista por los alrededores?

– Ninguna pista iluminada, pero hay caminos por todo Kungsholmen, por alli se puede correr.

– Tonto el ultimo -dijo Sven y salio corriendo hacia el recibidor para coger la ropa deportiva.

Corrieron juntos todo el camino, Sven gano, por supuesto, pero Annika no quedo muy rezagada. Luego hicieron el amor en la ducha del edificio exterior, decididos y en silencio para que no resonase en todo el patio.

Una vez en el piso Annika preparo cafe.

– El entrenamiento comienza la semana que viene -anuncio Sven. Annika sirvio la bebida en las tazas y se sento en una silla frente a el.

– Me voy a quedar aqui algun tiempo -senalo ella.

Sven se revolvio en su asiento.

– He estado pensando una cosa -dijo-. ?No te parece una tonteria que tengamos cada uno un piso en Halleforsnas? Podriamos alquilar uno de cuatro habitaciones o comprar una casa.

Annika se levanto y abrio la nevera, estaba igual de vacia que la noche anterior.

– ?Podrias comprar algo? -pregunto ella-. Hay una tienda de Ica en la plaza.

– No escuchas lo que digo -repuso Sven.

Ella se sento y resoplo.

– Si -dijo ella-, pero tu no me escuchas a mi. Voy a vivir aqui un tiempo.

El hombre miro fijamente su taza de cafe.

– ?Cuanto?

Annika respiro lentamente unos segundos.

– No lo se -respondio ella-. Por lo menos unas semanas.

– ?Y tu trabajo?

– Estoy de baja.

Sven se inclino sobre la mesa y poso su mano sobre la de ella.

– Te echo de menos -dijo el.

Ella solto apresuradamente sus dedos, se levanto y saco las latas vacias de la despensa.

– Si no compras lo tendre que hacer yo -apunto ella.

Sven se puso de pie.

– ?Joder! Tu no escuchas lo que digo -exclamo el-. Quiero vivir contigo. Quiero casarme contigo. Quiero tener hijos.

Annika sintio como sus manos se hundian, observo los envases de aluminio.

– Sven -dijo ella-, no estoy preparada.

El agito los brazos.

– ?A que estas esperando? Yo ya te he dicho que lo deseo.

Levanto la vista hacia el, lucho por mantener la calma.

– Solo te estoy diciendo que primero quiero terminar un proyecto aqui. Estoy haciendo una cosa y puede tomarme algun tiempo.

Sven se acerco a ella un paso mas.

– Y yo digo que quiero que vengas a casa. Ahora. Hoy.

Annika introdujo la ultima lata de Coca-Cola en una bolsa, los restos del fondo salpicaron el suelo.

– Ahora tu eres el sordo -dijo ella y salio de la cocina. Se vistio y bajo al supermercado de Kungsholmstorg. En realidad le disgustaba la tienda: era estrecha, desordenada y pretenciosa. El surtido estaba dominado por pequenas y caras exquisiteces en bonitos envases, multiples clases de ajos marinados y ningun tapon para el fregadero. El personal la miro disgustado cuando entro con la bolsa de latas y botellas de plastico. A ella le importo una mierda, el dinero que conseguia por devolver los envases llegaba para un bollo y un carton de huevos.

El apartamento estaba en silencio y vacio cuando regreso, Sven se habia marchado.

Encontro una botella de aceite y una lata de champinones en la despensa, batio tres huevos y se hizo una buena tortilla. Miro fijamente hacia la casa del patio mientras comia, luego se tumbo en la cama con la vista en el techo.

Patricia abrio la puerta de Studio Sex con llave y clave.

– Dentro de poco tendras una -le dijo por encima del hombro.

Annika asintio y noto su corazon acelerado. Se arrepentia tanto de lo que estaba haciendo que todo su cuerpo se lo gritaba.

Tras la puerta la oscuridad tenia un tono rojizo, una escalera de caracol conducia hacia la luz.

– Ten cuidado -anuncio Patricia-. Mas de un cliente ha estado a punto de matarse.

Annika se agarro al pasamanos con fuerza mientras descendia lentamente al mundo subterraneo.

El lodo pornografico, penso. Asi es. Verguenza y esperanza, curiosidad y asco.

A la entrada del recibidor se encontraba la mesa de la ruleta, este hallazgo la lleno de tranquilidad y seguridad. Unos cuantos sillones de cuero, una mesa redonda y a la derecha una mesita con telefono y caja registradora.

– Esta es la entrada -informo Patricia-. Sanna se encarga de esto.

Annika dejo que la mirada vagara por las paredes blanqueadas, ligeramente sucias. El suelo de parque estaba cubierto de alfombras orientales, copias baratas de Ikea. Del techo colgaba una lampara roja con una bombilla de pocos vatios, la luz apenas conseguia traspasar la pantalla.

Detras de la mesita se veian dos puertas disimuladas.

– Alli estan el vestuario y la oficina -indico Patricia senalando con un movimiento de cabeza-. Comencemos por cambiarnos. Te he lavado el biquini de Jossie.

Annika respiro hondo y espanto la sensacion de excitacion morbosa. Patricia entro, prendio el interruptor y la fria luz azulada del tubo fluorescente lleno la habitacion.

– Esta es mi taquilla -senalo Patricia-. Tu puedes coger la numero catorce.

Annika coloco su bolso tras la puerta de chapa.

– No tiene cerradura -dijo y le dio gracias a Dios por haber sacado del bolso cualquier cosa que pudiera identificarla.

– Joachim dice que no las necesitamos -informo Patricia-. Toma. Me parece que te valdra.

La mujer le alargo un sujetador de lentejuelas azul cielo y un par de tangas minusculos. Annika los cogio, le parecio que el tejido ardia, se dio la vuelta y se desvistio.

– Tenemos baile, bar y cabinas privadas -comunico Patricia y saco de su armario una bolsa de plastico con productos de maquillaje-. Yo me ocupo del bar y apenas poso. Jossie sobre todo bailaba, Joachim no la dejaba posar. Se ponia muy celoso.

Patricia se abrocho su sujetador de lentejuelas rojo por la espalda, Annika vio como enrollaba sus calcetines y los introducia en las copas.

– A Joachim le parecen muy pequenas -explico ella y cerro la puerta de su taquilla-. Toma, ponte estos zapatos.

Annika tuvo problemas al ponerse el sujetador, casi nunca lo usaba.

– ?Todas llevan un biquini asi? -pregunto.

– No -contesto Patricia y comenzo a maquillarse-. Casi todas van desnudas, excepto cuando bailan. Entonces tienen que llevar un tanga, las actuaciones en publico sin ropa estan prohibidas en Suecia.

Annika suspiro, se agacho y se abrocho las altisimas sandalias de tacon de aguja.

– ?Que clase de hombres vienen por aqui?

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