– Si, bueno, cogemos esas paginas para hacer el suplemento de recuerdo, dieciseis paginas a cuatro tintas, y el deporte lo dejamos en las paginas enfrentadas habituales.
– ?A cuatro tintas? -dijo Anders Schyman pensativo-. Pero eso quiere decir que hemos quitado muchas paginas en color del periodico habitual para pasarlas al suplemento. El resto del periodico quedara muy gris, ?no?
Ahora Ingvar Johansson casi enrojece.
– Si, e… asi es.
– ?Como es que no he sido informado de este proyecto? -pregunto Anders Schyman con calma-. He estado aqui practicamente todo el dia. Podias haber venido en cualquier momento y discutirlo.
El redactor jefe queria desaparecer.
– No puedo darte ninguna razon. Todo ha ido muy deprisa.
– Que pena -respondio Schyman-. Pues no vamos a tener ningun suplemento a cuatro tintas de Christina Furhage. No era tan querida como para hacerlo. Era una directora de empresa elitista, si bien es cierto que era muy admirada en ciertos sectores, pero no era ni de la familia real, ni un personaje politico, ni una famosa de la television. Haremos en cambio una separata especial de recuerdo dentro del periodico. Olvidate del suplemento y aumenta el numero de paginas en la edicion. Supongo que la seccion de deportes no habra hecho ningun suplemento.
Ingvar Johansson miraba fijamente al suelo.
– ?Que mas tenemos?
Nadie dijo nada. Annika espero en silencio. Esto era realmente desagradable.
– ?Bengtzon?
Irguio la espalda y miro sus papeles.
– Berit hace «su ultimo dia», yo he visitado a la familia.
– Si, eso, ?que tal fue? -inquirio Schyman.
Annika reflexiono.
– Hay que decir que el hombre estaba algo desconcertado. La hija estaba totalmente descontrolada, a ella no la saco. La pregunta es si publicamos algo. Podemos ser muy criticados por haber hablado con el marido.
– ?Le enganaste para conseguir hablar con el? -pregunto Anders Schyman.
– No, por supuesto que no -respondio Annika.
– ?Se mostro reacio de alguna manera?
– En absoluto. Nos pidio que fueramos para poder contarnos cosas de Christina. He escrito lo que dijo, no fue mucho. Esta en
– ?Tenemos alguna foto? -indago Schyman.
– Una foto maravillosa que ha sacado Henriksson -informo Pelle Oscarsson-. El viejo esta junto a la ventana y las lagrimas brillan en sus parpados. ?Cojonuda!
Schyman miro inexpresivo al redactor grafico.
– ?Vaya! Quiero ver esa foto antes de que llegue a la rotativa.
– Por supuesto -dijo Pelle Oscarsson.
– Muy bien -informo Schyman-. Quiero que discutamos otra cosa tambien y lo mejor es que lo hagamos de una vez.
Se paso las manos por el pelo de forma que quedo de punta, se estiro para coger una taza de cafe pero cambio de idea. Annika sintio por alguna razon que el pelo de la nuca se le erizaba. ?Habia cometido otro error?
– Hay un asesino suelto -anuncio el director, que sabia latin-. Quiero que seamos conscientes de esto cuando publiquemos fotos y entrevistas con las personas del circulo de Christina Furhage. Casi todos los asesinatos son cometidos por alguien cercano a la victima. Segun parece, en este caso tambien. El Dinamitero puede ser alguien que queria vengarse de Christina.
Se callo y dejo que la mirada recorriera la mesa. Nadie dijo nada.
– Bueno, ?entendeis lo que digo? -pregunto-. Estoy pensando en el asesinato de Bergsjon, ?os acordais? La ninita que fue asesinada en el sotano y todo el mundo se conmovio con las lagrimas de la madre, mientras el padre era sospechoso. Despues resulto que la asesina era la madre.
Levanto la mano adelantandose a las inmediatas protestas.
– Si, si, lo se, no podemos ser policias y nosotros no debemos juzgar, pero creo que deberiamos tenerlo en cuenta.
– Estadisticamente tendria que ser su marido -dijo Annika de golpe-. Los companeros y los maridos son los causantes de casi todos los asesinatos de mujeres.
– ?Puede ser asi en este caso?
Annika penso un momento.
– Bertil Milander esta viejo y encorvado. Me resulta dificil verle corriendo por el estadio cargado de explosivos. Aunque no tiene por que haberlo hecho el mismo. Puede haber contratado a alguien.
– ?Tenemos a alguien mas que pueda ser sospechoso? ?Que clase de personas hay en el comite organizador?
– Evert Danielsson, jefe del comite -informo Annika-. Los subdirectores de las distintas secciones: acreditacion, transporte, estadios, competiciones, villa olimpica. Son muchos. El presidente del consejo de direccion, Hasse Bjallra. Los miembros del consejo de direccion, aqui tenemos tanto al alcalde como a los ministros…
Schyman resoplo.
Ingvar Johansson expuso el resto de la lista: una estrella de musica pop que habia conseguido permiso para construir un jardin de invierno a pesar de las quejas de los vecinos, un gato que habia sobrevivido a cinco mil vueltas dentro de una centrifugadora, una victoria sensacional de bandy y nuevas cifras de audiencia record para el programa de entretenimiento del sabado de Kanal 1.
Terminaron la reunion bastante rapido, Annika se apresuro a volver a su despacho. Cerro la puerta detras de si y se sintio completamente mareada. Por una parte se habia olvidado de comer y por otra notaba que las luchas de poder en las reuniones de redaccion la machacaban fisicamente. Se agarro a la mesa mientras se dirigia a la silla. Acababa de sentarse cuando alguien llamo a la puerta y el director entro.
– ?Que ha dicho tu fuente? -pregunto este.
– Fue una accion personal -respondio Annika y abrio el ultimo cajon del escritorio. Si no recordaba mal, ahi debia haber un bollo de canela.
– ?Contra Furhage misma?
El bollo estaba mohoso.
– Si, no contra los Juegos. Los codigos de alarmas los tiene un grupo muy reducido. La amenaza contra ella no tenia nada que ver con los Juegos Olimpicos. Procedia de un familiar.
El director silbo.
– ?Que puedes escribir sobre esto?
Ella hizo una mueca.
– En realidad, nada. Que habia serias amenazas contra sus familiares cercanos es dificil de escribir; en todo caso su familia deberia comentarlo y no quieren. Se lo pregunte hoy. Prometi guardar silencio sobre los codigos de las alarmas. Los codigos, junto con lo del maletin desaparecido, son las pistas que en principio tiene la policia.
– Es lo que te cuentan ellos, claro -dijo Schyman-. No es seguro que te lo digan todo.
Annika miro sobre la mesa.
– Voy a ver a Nils Langeby y preguntarle a que cono juega. No te vayas a ningun sitio, ahora vuelvo.
Se levanto y cerro la puerta cuidadosamente. Annika continuo sentada, con la cabeza vacia y el estomago aun mas. Tenia que comer algo antes de desmayarse.
Thomas no regreso a casa con los ninos hasta cerca de las seis y media. Los tres estaban empapados, agotados y felices. Ellen casi se durmio en el trineo de vuelta a casa desde el Kronobergsparken, pero una cancion