granero.

– Exacto.

– Lo que quiere decir que el asesino la dejo alli despues de cometer el asesinato, ?no es asi? De haber sido mi padre, ?como iba a hacer una cosa tan estupida como esta? ?Para que se enterara todo el mundo? Tenia que saber por fuerza que un arma americana automatica constituia una prueba vital. ?No se la habria llevado y se habria deshecho de ella en cualquier otro sitio?

Movi negativamente la cabeza.

– Tenia miedo de que los demas la vieran. Pensaba volver mas tarde, ?comprendes? Tenia que hacer desaparecer el cuerpo y limpiar la sangre. Asi que, de momento, hizo desaparecer el arma; la escondio entre dos balas de heno.

Alice hizo chasquear la lengua con aire incredulo.

– Esto no me lo trago… pero dejemos el arma. Despues no la fue a buscar, ?verdad?

– Porque yo me adelante.

– Y tu la guardaste en secreto. Esto tambien tengo que tragarmelo, ?verdad?

– ?Gracias! -le dije con ironia.

Alice me contemplo con aquella mirada penetrante que le era tan propia.

– Theo, ?no se te ocurrio nunca pensar que, en realidad, no protegias a mi padre manteniendo la pistola escondida?

Volvi a fruncir el entrecejo.

– Si la hubieras entregado -prosiguio-, habrian hecho las preguntas que yo acabo de hacer. Tal como estaban las cosas, dieron por sentado que se habia deshecho del arma, como cuadraba al encallecido asesino en que ellos lo habian convertido.

Dentro de mi cabeza resonaban los latidos de mi corazon, que habian empezado a martillearla.

– Una idea inquietante, ?verdad?

– Esta es otra manera de enfocar la situacion -respondi con voz hueca-. No se me ocurrio entonces.

– Porque tu, como todos los demas, dabas por sentado que mi padre era culpable.

– Lo era.

Ella se limito a mirarme sin anadir palabra.

Me habia pedido algo: un viaje quijotesco a Somerset para demostrar la inocencia de su padre. Habria tenido que descubrirlo en sus ojos la primera vez que mento a su padre. En mi opinion, era un error, algo que causaria en los dos un innecesario pesar, pero me sentia acorralado. Sabia que no podria hacerla desistir de su proposito. Lo mejor que podia hacer, dadas las circunstancias, era prever unas cuantas garantias en aquel contrato.

– Si accedo, que sea entre tu y yo -la previne-, es decir, un viaje privado, sin periodistas, ?entendido?

– A Digby lo despacho en un santiamen -dijo ella con un gesto.

– Ni fotografias, ni nada que se le parezca.

– De acuerdo.

– Vamos ahora y volvemos esta noche. Podemos hacer el viaje en menos de dos horas.

– Perfecto.

– Y cualquiera que sea el resultado, yo quedo al margen despues del viaje.

– Me parece muy bien.

Y me tendio la mano.

– ?Es un contrato? -dijo.

– Asi que me devuelvas la pistola -dije.

Y con una sonrisa suave, anadio:

– Yo no la tengo, Theo. Esta en la caja del archivador donde la he encontrado esta manana. La he dejado en su sitio al ir a recoger la mochila.

10

Estabamos en la A4, camino de Somerset.

– ?Que? ?Sorprendido?

Seguro que usted me habra catalogado como un oportunista redomado, asi es que no voy a echarle las culpas por figurarse que no cumpli el trato despues de que Alice me tomara el pelo con la cuestion de la pistola. Pero no fue asi.

Y me gustaria que me prestara un poco de credito porque, despues de todo, soy un hombre integro. La hija de Duke me habia pedido que le mostrara el lugar donde habia ocurrido la tragedia y yo era una persona excepcionalmente dotada para actuar como guia. Aquel acto vendria a ser un pequeno reembolso de la deuda de gratitud que tenia contraida con Duke.

Me encantaria que usted creyera todo lo que le digo, pero se que es lo bastante agudo para ver que la chica me tenia bien agarrado mientras Digby Watmore seguia a la espera. ?Quien estaria dispuesto a ser objeto de un articulo en News on Sunday?

En consecuencia, preferi quedarme discretamente a la sombra mientras ella salia y hablaba con el periodista. No se que debio de decirle, pero no tardo mas de diez minutos. El fotografo tambien se apeo del coche para decir la suya y la verdad es que tenia aire de no estar nada contento. Sin embargo, al final Alice logro convencerlos. Sin dejar de mover la cabeza con aire contrariado, los dos hombres volvieron a meterse en el coche y desaparecieron.

Al entrar, me dio la tarjeta de Digby y su encargo de que no dejase de avisarle en caso de que cambiara de opinion y accediera a que me sacasen una fotografia. Dijo tambien que habia prometido no perder contacto conmigo, indirecta que yo no deje de tener en cuenta. No habia forma de eludir la excursion a Somerset.

Insisti en que la mochila viajara con nosotros, por si Alice se decidia a quedarse unos cuantos dias en Somerset. Era un sueno de chica, con cualidades excelentes para la cama, pero yo no tenia el mas minimo deseo de repetir la experiencia con ella. Para mi tranquilidad de espiritu, habia decidido volver a conectar con Val que, aunque en la cama era como una manta mas, por lo menos no me habia hablado nunca de su padre.

Durante un buen rato, el unico sonido que se percibio en el coche fue el quejido del limpiaparabrisas, puesto que caia una llovizna ligera pero persistente. Puedo asegurarle, sin embargo, que el tiempo nos tenia completamente sin cuidado. Yo todavia seguia pensando en Digby cuando Alice me dejo completamente desconcertado al decirme:

– No me figuraba que fuera tan guapo.

Frunci el ceno, porque no tenia ni la mas minima idea de la persona a la que se estaba refiriendo.

Despues de una pausa, anadio:

– Estoy hablando de mi padre.

– ?Ah!

Mis pensamientos retrocedieron: seguro que ella habia visto las instantaneas de Duke que aparecian en los libros sobre el juicio que yo habia tratado de que no encontrara. Era triste que la primera imagen de su padre hubiera sido la revelada por aquellos libros. No se si usted estara de acuerdo conmigo, pero yo lo encuentro patetico, francamente patetico, en el sentido mas puro de la palabra. Estas son las cosas que me llegan al alma. Y todavia mas por el hecho de que ella no era consciente de que fuera asi.

Habria sido verdaderamente un mal nacido de haberla abandonado en aquellas circunstancias.

Tratandose de mujeres, no puede decirse que yo sea un idiota total. Me doy perfecta cuenta de cuando me manipulan. Por espacio de dos dias yo habia tratado de esconderme detras de una barrera de cinismo y ella no habia cejado un momento de porfiar para demolerla.

Ahora, con aire distraido, pero con su ribete de orgullo, continuo:

– Quiero decir que no es extrano que una chica como Barbara lo encontrase atractivo. Me imagino el primer encuentro, el dia en que los dos soldados llegaron contigo en el jeep a la granja. Debia estar arrebatador vestido de uniforme.

Hice un gesto afirmativo con la cabeza.

Dejamos que los limpiaparabrisas volvieran a aduenarse de la situacion.

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