boda y la despedida.

– 1953 -contribuyo inesperadamente el viejo.

Mire a Alice.

Se habia vuelto a poner las gafas y me estaba estudiando a traves de ellas como si estuviera madurando una decision.

– ?Theo?

– ?Si?

– No creo que pueda enfrentarme sola con Harry.

– ?Tienes que enfrentarte con el?

Suspiro.

– Es esencial. El tiene que saber todas las respuestas.

– Y quieres que yo te lleve a Bath.

Al salir, di las gracias a la camarera y la invite a un Martini. El viejo se reanimo y dijo que lo suyo era una pinta de Usher y anadio que era probable que aquella fuera la que se habia ganado mas limpiamente desde el ano de la coronacion.

13

No me importa decir, como medievalista que soy, que la tan cacareada arquitectura georgiana de Bath me deja frio. Y que la encuentro aburridamente gris. En mis dos anos de doctorado en Bristol no estuve mas de tres veces en Bath (ciudad de la que estaba separado por un trayecto en tren de veinticinco minutos) y siempre para visitar las librerias de ocasion.

Sin embargo, en aquel atardecer de octubre, mientras me acercaba en coche a la ciudad al anochecer, con Alice a mi lado, me fue dado contemplarla desde las alturas que se levantan en su parte sur, y la imagen me cautivo. Bajamos del coche para disfrutar mejor de aquella vista. Los rayos del sol, anaranjados a esa hora, atravesaban una nube purpura y recortaban el complicado perfil de los edificios con cegadora claridad. Desde la sombra de las colinas que rodeaban la ciudad, hileras de luces, igual que fulgurantes gotas de agua, convergian hacia la abadia, inundada de luz.

Yo estaba al lado de Alice. No se habia molestado en trenzarse el pelo al salir del pub y unas hebras de sus cabellos se agitaban y me rozaban la mejilla. Acerque la mano a la suya y nuestros dedos se enlazaron. Cuando volvio el rostro hacia mi para decirme algo, baje el mio para besarla.

Pero ella se hizo atras, como si yo tuviera la peste.

En cambio, era la misma chica que la noche anterior se habia despojado de todas sus ropas y me habia esperado en la cama.

– ?Que pasa? -le pregunte.

– No quiero -dijo mientras daba otro paso hacia atras.

Sonrei como tomando la cosa en broma.

– No me importa jugar a robar besos, pero si con este codigo.

Alice se ruborizo.

– ?Que quieres decir?

– Que te lo tomes con calma.

Tirandose nerviosamente del cabello, explico:

– Siento fastidiarte, pero no me sentire tranquila mientras tenga todas estas cosas en la cabeza.

Asi es que volvimos a meternos en el coche y comenzamos a bajar la cuesta en direccion a Bath. No soy de los que tratan de imponerse a las mujeres, ni tampoco de los que les van con suplicas. Pense que lo mejor era olvidarlo, pese a que la cuestion seguia preocupandome.

No habia tiempo para entregarse a reflexiones. Estabamos en el Circus, nos aproximabamos a Royal Crescent y todavia no nos habiamos puesto de acuerdo sobre la manera de enfocar el encuentro con los Ashenfelter. No es que esperasemos que salieran a recibirnos con una escopeta, pero preveia que surgirian problemas si Alice le salia a Harry con un monton de quejas por el hecho de haber abandonado a su madre. Antes de enfilar Brock Street, di una segunda vuelta al Circus.

– En cuanto a esta gente… -dije-. Debemos tener presente que no nos han visto desde que eramos ninos. ?Por que no te mantienes en el anonimato, por lo menos al principio?

– ?Quieres decir que no les diga quien soy?

– No tienes por que facilitarles la informacion. La cosa podria llevarnos por mal camino.

– Lo encuentro tortuoso. A mi me gusta ir al grano con la gente -dijo, con aire titubeante.

– ?Como cuando te instalaste con la bandeja en mi mesa, en el restaurante de Ernestine?

– Te dije como me llamaba -protesto tomando aliento.

– ?Y que mas?

– Necesitaba conocerte primero.

– Ganar mi confianza.

– Bueno, si, pero… -su voz se arrastraba indecisa.

– De lo que hay que hablar ahora, Alice -intervine-, es de lo que piensas sacar de ese encuentro… suponiendo que se avengan a hablar con nosotros. Si lo que quieres es una reunion de familia, es cosa tuya, pero si lo que buscas es que te den algunas aclaraciones con respecto a la conducta de Duke en 1943, te aconsejo que hagas las cosas a mi manera.

Tras una pausa para reflexionar, murmuro:

– ?Esta bien!

Yo, por asi decirlo, habia soltado las amarras de Bath, asi que no iba ahora a encandilarme con Crescent. Para los que no conozcan el sitio, dire que esta construido en terreno elevado y que ofrece una vista de la ciudad al otro lado de un parque abierto. Esta constituido por un unico bloque de treinta casas de tres pisos, que forman una curva eliptica, con una fachada de catorce columnas jonicas y una balaustrada a la altura del tejado. ?Que mas hay que decir?

Pasamos rebotando por la carretera empedrada y paramos bajo un farol, en el extremo opuesto de la misma. Alice confirmo que detras de las persianas de Harry habia luz.

Harry en persona nos abrio la puerta.

Le pedi disculpas por haberlo molestado y le explique que veniamos de Christian Gifford y que yo era el nino refugiado con quien el y Duke habian hecho amistad en 1943.

Sin embargo, aquellas palabras no fueron el pase de entrada con el que yo esperaba franquearme la puerta.

– ?De veras? -dijo, sin mostrar la mas minima sombra de interes.

Los anos habian abierto surcos en el perfil de Harry y habian hecho de un rostro parecido al de James Cagney otro que estaba mas proximo a Edward G. Robinson; bolsas alrededor de los ojos, papada bastante acusada, menos cabello y bifocales de montura gruesa. Nunca habia sido demasiado de buen ver, pero daba la impresion de que el tiempo se habia llevado toda su alegria. Llevaba zapatillas de piel, pantalones de color claro y un cardigan grueso de color marron.

– Un tiempo espantoso para todos -intervine-. Te lo aseguro, me he sentido mas que agradecido por la amabilidad que han tenido con nosotros las gentes de aqui.

– ?O sea que?

– Si, pues que cuando he sabido que vivias en Bath, me ha faltado tiempo para pasar por aqui para ver si te localizaba.

Ya empezaba a sentirme como una especie de vendedor de esos que van de puerta en puerta.

– ?Quien te ha dicho que vivia aqui? -pregunto Harry con aire de quererlos estrangular cuando lo supiera.

– En el pub. Me han dicho que volviste a Inglaterra para casarte con Sally. A proposito, ?como esta Sally?

Se llevo la mano rechoncha a la barbilla en un gesto defensivo:

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