cuarenta y dos. Necesitaba la paga para casarse con Elly, cosa que hizo en el cuarenta y tres.

Alice dio la fecha exacta:

– El 5 de abril.

Harry le dedico una amplia sonrisa:

– Gracias, nena. Seguro que tienes razon, porque solo estuvieron casados un par de meses antes de junio, mes en el que fuimos destacados a Shepton Mallet, Inglaterra. Un gran nombre para un pueblo de mala muerte. Una cruz de piedra, una carcel y cinco mil soldados mas aburridos que ostras. ?Es de extranar que me degradaran por haber llevado chicas a la base por la noche?

Como no sabia que contestar, dije:

– No he estado nunca en Shepton Mallet.

– Da igual -continuo Harry-. Asi que fui degradado a la categoria de soldado raso, y como era logico esperar me junte con mi companero Duke. Cogiamos un jeep y saliamos a hacer correrias por los alrededores. En la seccion me tenian una gran simpatia.

– ?Y Duke? -le corte rapidamente-. ?Que situacion era la suya?

– Normal. Popular. Era un buen musico. Escribia las canciones que cantaba. Nos lo pasabamos la mar de bien con el, puedes creerlo.

Yo hice un gesto afirmativo con la cabeza.

– Barbara me conto lo del Dia de Colon en la base. Habia quedado muy impresionada con las canciones de Duke.

– ?En serio? Si, estoy seguro de que habria podido ganarse la vida haciendo canciones. Mas bien baladas y canciones del oeste que canciones pop. Tenia tambien intencion de escribir canciones en el dialecto de Somerset. Le divertia mucho la manera de hablar de la gente de aqui.

– Lo se. Yo le recogia palabras y frases y el hacia listas con ellas.

Harry aspiro una bocanada de humo y me miro con un poco mas de respeto.

– Exactamente -dijo-. Eso es lo que hacia. Dicho sea de paso, Duke y sus listas de palabras me fueron de perlas cuando empece a salir con Sally.

– ?Por que? ?Es que no la entendias?

– ?Como lo sabes? -exclamo, haciendo una mueca-. Bueno, no es que fuera totalmente incomprensible. Lo que pasa es que sus padres eran muy severos y no querian que saliera con un soldado americano, pero si eramos cuatro, ya no tenian nada que decir. Por eso convenci a Duke de que se aparejara con Barbara -esbozo una sonrisa de complacencia-. Le dije que era un medio de conocer mas palabras de Somerset y el pico.

– ?Ah, si? -dije devolviendole la sonrisa.

– ?Al momento! ?Para que voy a enganarte?

Aquello no encajaba con lo que yo sabia de Barbara. Durante aquel otono casi todas las noches habia salido para ir a la parte alta del prado. Mentia a sus padres. Les decia que salia con Sally cuando, en realidad, a quien veia era a Duke. A veces, al volver entraba en mi cuarto, con el rostro arrebolado por el amor y los labios hinchados de tantos besos. Yo estaba al corriente de los hechos e incluso me habian castigado por guardar aquel secreto. No habria soportado la paliza que me habia dado la senora Lockwood si no hubiera existido una razon que la motivase.

– Quiza te llevaba la corriente… -dije a Harry.

Harry lo admitio hasta cierto punto.

– Pero es seguro que lo hacia para ayudarme. Era un gran amigo.

– Duke y Barbara se querian -le dije claramente para que lo entendiera.

Oi que Alice lanzaba un profundo suspiro.

– No es probable -dijo Harry.

– ?Por Dios, pero si estaba esperando un hijo…!

Alice profirio un grito de protesta. Yo evitaba mirarla, porque queria que aquello quedara unicamente entre Harry y yo.

Harry arrojo a la chimenea el puro a medio fumar y avanzo hacia mi, con la barbilla recorrida por temblores y el rostro enrojecido por la indignacion.

– Levantate y repitelo.

A traves del humo que se interponia entre el y yo, replique:

– No tienes mas que leer el informe forense. En el se especifica que estaba embarazada de dos meses.

Me agarro por el jersey y trato de levantarme, pero yo me aferre a los brazos de la butaca y resisti el envite. Tengo hombros y brazos fuertes, porque estoy acostumbrado a utilizarlos mas que el comun de las gentes.

Y asi habriamos permanecido un cierto tiempo, yo agarrado por Harry, si Alice no hubiera intervenido y, cogiendo mi baston, no se lo hubiera hundido en las costillas, gesto que le obligo a retroceder, titubeante, derribando una mesita con la parte superior de vidrio y mi vaso al mismo tiempo.

Alice estaba desconocida y sus ojos brillaban tras sus gafas con montura de oro.

– Sueltalo ya, ?quieres? -ordeno a su padrastro.

Frotandose el costado, Harry dijo apresuradamente:

– Ha insultado a mi amigo.

Alice clavo su mirada en el y dijo:

– La lealtad no es tu fuerte, Harry.

Y a continuacion, para sorpresa mia, y tambien para bochorno mio, me dijo:

– Y tu deja de atacarlo con todas estas estupideces. Aqui hemos venido a escuchar, no a pelear. La artista soy yo, y no voy a dejar que nadie me pise el papel…

Fue como una patada en los dientes. Senti que mi animosidad iba remitiendo poco a poco. Por culpa de aquella cabezona, obsesionada por su padre, habia sacrificado mi final de semana, perdido horas de sueno, peleado con la prensa, tragado carretera hasta Somerset, enfrentado con un granjero hostil que estaba armado con una escopeta y arruinado un traje.

Y aun habria podido anadir que, de haber dejado que ella se encargara de hacer la introduccion, todavia estariamos en el umbral de la puerta.

Pese a todo, domine la indignacion que me invadia y unicamente le dedique la mirada propia del hombre que ha agotado todas sus reservas.

– ?La artista? Pues actua como te apetezca.

Habia que concederle el merito que le corresponde. No titubeo. Aquel cambio repentino de los acontecimientos le habia puesto los nervios de punta; se echo para atras los cabellos desde su nacimiento en la frente, se puso el baston bajo el brazo, igual que un sargento en el momento de hacer ejercicios, y dijo a Harry:

– Recoge la mesa.

Y este obedecio sin rechistar.

14

– ?Por que no te sientas?

Asi que Harry obedecio su orden, Alice le dirigio una mirada fria, que nada tenia de filial.

– Has dicho que tu habrias estado en condiciones de puntualizar algunos extremos delante del tribunal. Esta es tu ocasion de nacerlo. Voy a hacerte retroceder hasta los dias cruciales de 1943.

Con un aire de autoridad que hubiera resultado muy propio de un experto abogado en el momento de interrogar a un testigo, fue arrancando a Harry toda la historia: como el y Duke me habian conocido en la tienda de la senorita Mumford, como habian ido en el jeep hasta Gifford Farm, como habian conocido a Barbara y como se habian ofrecido a recolectar manzanas.

– ?Por que? -pregunto Alice.

Harry levanto las cejas, pero no dio ninguna respuesta. Toda su jactancia habia desaparecido.

– Quiero saber por que os ofrecisteis a prestar ayuda.

– Eramos dos soldados aburridos que querian beber gratis y hacer amigos. Supongo que por esto.

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