direccion a poniente. Al poco rato aparecio Barbara, arrasada en lagrimas y con el cabello suelto, desde la misma direccion, seguida de su padre. Se marcho, al lado de su madre, en direccion a la granja.

Alice, despues de una pausa, dijo:

– ?No te parece que el comportamiento de Barbara es mas propio de alguien cogido en falta que el de una persona victima de una agresion?

No sabia que responder. Como Alice habia senalado, yo ya me habia dicho que la violacion no encajaba con los hechos, mientras que su explicacion los hacia cuadrar perfectamente, siempre que uno fuese capaz de aceptar aquella grotesca suposicion que convertia a Morton en amante de Barbara.

El dueno volvio para recoger los platos y para enterarse de si queriamos melocoton en almibar. Optamos por un cafe. Necesitaba aquel momento de distraccion.

– Acompanado de una copa, sin duda alguna -observe de paso a Alice.

Ella asintio automaticamente, llevada por la impaciencia de seguir preguntando. Tenia los ojos dilatados, supongo que como reaccion ante la excitacion provocada por la defensa de su padre.

– Hablemos ahora de la observacion de Sally, me refiero a lo que ha dicho de que no habias entendido nada con respecto a Barbara y a las pepitas de manzana. Sally era la mejor amiga de Barbara, ?verdad?

– Si.

– Asi pues, si hay alguien que sabe algo de la vida amorosa de Barbara, esa persona es Sally. Ahora bien, cuando Barbara partio la manzana por la mitad, le salieron dos pepitas: hojalatero, sastre. Al partir una de las mitades, no le salio ninguna pepita, asi es que corto la otra mitad y entonces aparecio otra: soldado. ?Te das cuenta, Theo? Partio la pepita del soldado, lo que dejo a Barbara muy preocupada, porque aquello era de mal aguero. Me parece que me dijiste que despues, por la tarde, descubriste que estaba llorando.

– Es logico -dije-. En Somerset se toman las supersticiones muy en serio. Y lo que es mas extrano es que quiza fue una premonicion de la tragedia, teniendo en cuenta que Duke era un hombre condenado.

– Duke, no -dijo Alice.

La mire fijamente sin comprender.

– Cliff Morton -dijo.

Me quede boquiabierto.

– El que estaba condenado era Cliff -dijo Alice.

– Duke era el soldado -dije yo moviendo la cabeza.

– No el soldado en el que Barbara estaba pensando. Cliff acababa de recibir los papeles que lo llamaban a filas. Barbara pensaba en el. Iba a perderlo, porque ingresaba en el ejercito. Iba a perder a su amor. Y, al cortar la pepita, lo tomo como aviso de que moriria en el combate. ?No lo ves, Theo? ?Como iba a ponerse a llorar por mi padre, si apenas lo conocia?

Aquella logica no tenia fallo. Si se aceptaba que entre Cliff y Barbara existia una relacion, la explicacion era convincente. Al bajar los ojos, adverti que yo habia hecho un corte en el mantel de plastico.

– ?Te das cuenta ahora de por que Sally nos dijo que no habias entendido nada? -dijo Alice, para rematar su tesis.

– De acuerdo -dije, pasando a la ofensiva-, pero si Barbara estaba tan unida a Morton, ?como te explicas que fuera al concierto con Duke?

– ?Aquello era una comedia! Se servia de Duke como de un medio para tranquilizar a sus padres, porque no les gustaba Cliff. Incluso es muy posible que le prohibieran continuar viendolo despues del incidente del huerto. En consecuencia, ella hacia como que salia con uno de los soldados americanos.

En esto la habia cogido. La chica tenia un buen cerebro y hasta este punto habia fraguado una version plausible de los hechos, pero adverti que en este punto se habia equivocado.

– ?Hacia como que salia? -dije con suave ironia.

– Asi es, Theo. Como decia Harry, entre los dos no hubo nunca nada serio.

– Barbara no hacia sus confidencias a Harry, sino a mi. Aquella noche a la que hacias referencia, la primera en la que salio con Duke, vino despues a mi habitacion y estuvimos hablando de lo ocurrido.

Barbara suspiro y se miro las unas.

– Ya me lo has contado.

No estaba dispuesto a que despachara la observacion tan bonitamente.

– Estaba radiante con la excitacion.

– Si, claro, lo habia pasado muy bien en el concierto. Supongo que, en tiempos de guerra, las chicas, no tenian muchas ocasiones de divertirse.

Con el tono levemente amenazador que usaba a veces con los estudiantes dificiles, dije:

– Alice, te he concedido la cortesia de escucharte. Haz lo mismo conmigo. Barbara no se limito a hablarme del concierto, sino que me confio sus sentimientos sobre Duke y me dijo que se habia sentido rebosante de orgullo cuando lo vio subir al escenario y ponerse a cantar. Le gustaba Duke. Su manera de tratarla, su caracter tranquilo, tan diferente de la idea que se habia hecho de un soldado americano. Era timido, pero tenia un gran sentido del humor. Me dijo que volveria a salir con el.

– Se servia de ti para sus planes secretos -dijo Alice, tajante.

– Venga, no me salgas con estas paparruchadas…

– Barbara queria que sus padres creyeran que habia trasladado su interes a mi padre y por esto te metia todas estas cosas en la cabeza.

Movi negativamente la cabeza.

– Te equivocas. Salia todas las noches y se encontraba con el.

– ?Estas seguro? ?Los viste juntos alguna vez? ?Cuando? Con quien de verdad se encontraba era con Cliff.

Se agarro la trenza y se la echo a la espalda.

– Antes de que vuelvas a contarme que la senora Lockwood te pego una paliza, quiero decirte algo mas: ?no te has parado a pensar que lo que estaba deseando aquella senora era que le dijeran que Barbara salia con un soldado americano y no que se veia con el haragan del pueblo? Piensalo un momento, Theo.

Asi lo hice. Como gran parte de lo que habia dicho, lo que me molestaba era que ponia en entredicho una version de los hechos que yo habia aceptado toda mi vida, una version que me daba seguridad, aunque me veia obligado a admitir que esta tenia una turbadora plausibilidad. Aquello me hacia recordar la oleada de palabrotas que escuche aquella manana en la casa de la sidra, cuando Bernard Lockwood dijo a sus padres que habia visto la bicicleta de Morton en la granja, reaccion cuya violencia me habia impresionado profundamente.

Delante de nosotros acababan de colocar dos tazas desportilladas llenas de agua tibia y clara, amen de una cucharilla anclada en una materia oscura y viscosa. El hecho de agitarla no provoco en el liquido una diferencia apreciable. Estabamos excesivamente abstraidos en nuestros asuntos para quejarnos.

Teniamos ideas dispares con respecto a lo que quedaba por decir. Hasta aqui Alice se habia encargado de todo el montaje. Aquella teoria, que al principio resultaba totalmente extrana, habia acabado por derribar todas las barreras y se erguia con toda su fuerza, aunque yo estaba seguro de que existia un obstaculo que no podria abatir.

Despues de un momento de silencio, dije con toda la cautela que me fue posible:

– ?Sabes una cosa? Si una persona tuviera que escoger entre tu interpretacion y la mia, es posible que se viera metida en un atolladero, pero hay una cosa ante cuya evidencia deberia rendirse: no hay forma de desvirtuar el hecho de que Morton violo a Barbara.

Los ojos de Alice, tras los cristales, eran como puntas de pedernal. Sin embargo, no articulo una sola silaba.

Y con muy escasa cautela, anadi:

– Hace anicos todo cuanto has dicho hasta aqui.

Alice, sin embargo, recobro su voz para decir en tono bajo, tenido de un matiz de desprecio:

– ?Quien dice que hubo tal violacion? Tu y nadie mas que tu.

?Aquella era su respuesta? Era un golpe directo.

– Mi testimonio fue aceptado por un juez y su jurado. ?Quieres colocarte por encima de ellos? -dije.

– El juez y el jurado juzgaron un caso de asesinato, no una violacion -contesto ella, envarada-. La cuestion de la violacion no fue nunca cuestionada seriamente. No hubo comprobaciones de tipo medico. Lo unico que se hizo fue aceptar el testimonio de un nino de nueve anos.

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