conocimientos que para curarlo, creame.

– ?Esta orgulloso de lo que ha hecho?

– Bueno -empezo a decir el medico-, en cierto modo…

Sarah perdio el control.

Salto hacia delante, blandiendo los punos atados como si fueran un martillo, para abalanzarse sobre Cranston, pero los dos esbirros ya estaban en sus puestos y la detuvieron. Aunque Sarah dio golpes furiosamente a diestro y siniestro y se defendio con todas sus fuerzas, no tuvo ninguna posibilidad frente a la ruda musculatura de los dos hombres.

– ?Donde esta? -pregunto de repente la condesa.

– ?De que me esta hablando? -pregunto Sarah, desconcertada.

– ?A que viene esa tonteria de pregunta? Del codicubus, naturalmente -contesto malhumorada.

Sarah asintio moviendo la cabeza.

– Asi que eso era lo que querian de Polifemo. Lo han torturado hasta la muerte por un artefacto. Pero no les ha revelado donde se encuentra, ?verdad? Ha resistido la tortura hasta el final.

– Lo ha hecho y ha perdido la vida. Seria muy poco inteligente por tu parte hacer lo mismo. Asi pues, te repito la pregunta: ?donde esta el codicubus?

Por la manera de plantear la pregunta y por el hecho de que a Ludmilla de Czerny se la notaba nerviosa, Sarah dedujo que la desaparicion del codicubus, o mas bien de su contenido, suponia una dura perdida para la Hermandad. ?Que tendria en su interior…?

– ?Quiere saber la verdad? -pregunto Sarah.

– Evidentemente.

– No lo se -le comunico Sarah sin mas.

– Mientes.

– En absoluto -replico la joven, sosteniendo la mirada inquisitiva de la condesa-. Pero aunque no fuera asi y realmente supiera donde se encuentra el codicubus, preferiria morir antes que revelarselo.

Ludmilla de Czerny la escruto con la mirada.

– Ten cuidado con lo que deseas, hermana -dijo luego- podria ser que pronto se cumpliera.

Dio media vuelta y ordeno que se llevaran a Sarah y la devolvieran al calabozo.

La audiencia habia concluido.

– ?Va… todo bien?

Kamal Ben Nara hablo con voz insegura. Observaba desconcertado las salpicaduras de sangre que cubrian el vestido de la mujer.

– Por supuesto -contesto ella al entrar en el amplio aposento, iluminado por la luz de las velas, que antiguamente se reservaba para los huespedes importantes que visitaban el monasterio-. ?Que quieres que pase?

Sin embargo, Kamal tenia la sensacion de que algo no encajaba. A diferencia de dias anteriores, el semblante sin tacha de aquella mujer se habia convertido en una mascara rigida. Tenia revuelto el cabello, que solia llevar recogido en un mono, y unos mechones le caian en la cara, cuya tez palida habia enrojecido llamativamente.

– He oido gritos -dijo Kamal-. Me han despertado…

– Nada importante -dijo, haciendo un gesto para restarle importancia al asunto-. Un paciente que sufre. Ya sabes donde estamos.

– En un sanatorio de Grecia -dijo Kamal, repitiendo lo que le habian explicado, aunque no habia podido comprobarlo.

– Exacto. Y te aseguro que el doctor Cranston hara todo lo posible por curarte y devolverte los recuerdos.

– Lo se -asintio el-. Pero ?por que no puedo salir de esta habitacion?

– Porque te confundiria -contesto ella, acercandosele con los brazos abiertos-. Perdona mi prudencia, amor mio, pero el doctor Cranston dice que no seria bueno para ti saber demasiadas cosas en tan poco tiempo. Despues de todo, has estado enfermo muchos dias.

– Pero me encuentro bien -insistio Kamal, cuyo semblante noble y orgulloso habia recuperado el color. Le habian cortado el pelo y llevaba la barba recortada y bien cuidada.

– Lo se -dijo la mujer, que se desabrocho el vestido sucio y dejo que resbalara lentamente por su cuerpo y pusiera al descubierto el nacimiento de sus pechos y los muslos, que parecian esculpidos en alabastro blanco-. Por suerte, hay cosas que podemos hacer en esta habitacion, a no ser, claro esta, que no te sientas con fuerzas.

– ?De… de que me hablas, Sarah?

– Tu no te preocupes, amor mio -afirmo ella mientras le ponia sus delgados brazos alrededor del cuello y lo atraia lentamente hacia si, igual que un pulpo capturando una presa-, yo te lo ensenare todo…

Capitulo 13

Diario de viaje de Sarah Kincaid

No espero misericordia.

Lo que le ha ocurrido a Polifemo me ha hecho comprender de manera irrefutable que mis enemigos no conocen la misericordia ni la indulgencia y que esta vez no dudaran en eliminarme. De todos modos, no se por que me han respetado hasta ahora.

Paso el tiempo meditando y rezando en silencio; intento ordenar las cosas que acuden a mi mente aunque, en el fondo, ya carezcan de importancia.

?A que se referia Polifemo cuando dijo que yo era Inanna? ?Y quien es ese Tammuz al que debo buscar y liberar?

Hay otra cuestion que me preocupa, aunque ha perdido toda relevancia en estas horas oscuras: ?quien era realmente el hombre al que quise con todo mi corazon y al que siempre llame «padre»?

La condesa de Czerny dijo que Gardiner Kincaid era tanto mi padre como Kamal su amado y, en tanto que mi corazon y mi mente lo niegan con encono, en lo mas hondo de mi ser hay una parte que no lo discute, probablemente porque conoce la verdad.

Mis recuerdos…

Continuan ocultos tras una espesa niebla y ya no albergo la esperanza de que algun dia se disipen las brumas. No obtengo respuestas a mis preguntas y, por primera vez en la vida, dudo seriamente que jamas las encuentre… Al mismo tiempo, un temor frio se apodera de mi.

El miedo de que pudiera ser verdad lo que Mortimer Laydon me dijo en su locura, que Gardiner Kincaid no era mi amado padre, sino el.

La terrible sospecha de que Kamal podria estar equivocado con lo siempre intento inculcarme, que en este mundo todo esta sometido a un plan divino.

Y, finalmente, la horrible certeza de que manana sera el ultimo dia que vere el mundo.

Con esta anotacion cierro mi diario de viaje.

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