escribirla y enviarla. Alguien que te conoce mejor de lo que tu sospechas y quiere perjudicarte.
– ?Quien podria ser? -Kamal se encogio de hombros-. Sabes que no conozco a casi nadie en Inglaterra. Aunque mas bien…
– ?Si? -pregunto Sarah, esperanzada.
– … pienso que se trata de ti, Sarah.
– No -dijo la joven con rapidez y determinacion.
– Sabes que tu padre no solo te dejo Kincaid Manor, sino tambien enemigos poderosos. Puede que el fuego de Ra se destruyera, pero los herederos de Meheret…
– Ya no existen -murmuro Sarah, horrorizada-, tu mismo lo dijiste.
– Tenia la esperanza fundada de que habiamos desarticulado la banda y que las lugubres insinuaciones de Mortimer Laydon no eran mas que sandeces de un hombre que ha perdido la razon. Pero, en estos ultimos dias y horas, he tenido mucho tiempo para pensar, Sarah, y considero que probablemente…
– No -repitio con determinacion, casi obcecadamente-. No nos ha alcanzado mi pasado, sino el tuyo, Kamal. Egipto no tiene nada que ver con esto.
– ?Como lo sabes?
– Lo se porque…
Se interrumpio en busca de un argumento acertado. Evidentemente, Kamal tenia razon y, si ella era sincera consigo misma, debia reconocer que tambien habia especulado con esa posibilidad, aunque solo muy por encima. Las consecuencias que eso arrojaria eran demasiado inquietantes…
En ese momento, el tiempo de visita toco a su fin. El guardia que habia guiado a Sarah y que, a pesar de su caracter tosco se habia mantenido discretamente en un segundo plano durante la conversacion, se acerco y carraspeo sonoramente.
– Tienes que irte -senalo Kamal.
– Aun no. -Su voz sono casi suplicante-. Acabo de encontrarte…
– Tienes que irte si quieres volver -replico el, y le acaricio carinosamente la frente-. Entretanto pensare en lo que me has dicho e intentare recordar.
– Hazlo, por favor -contesto Sarah, y una timida sonrisa ilumino de nuevo su semblante-. Nunca te abandonare -dijo a modo de despedida.
– ?Lo prometes? -pregunto el.
– Lo prometo -contesto la joven, y una vez mas sus miradas se encontraron por un instante que parecio infinito, hasta que ella se dio la vuelta y salio de la seccion de las celdas.
En aquel momento albergaba sensaciones encontradas. Por un lado, se sentia aliviada porque Kamal la creia y ya no la consideraba la causante de su desgracia; por otro, sentia el temor de lo que vendria, puesto que no habia cambiado nada en cuanto a la falta de perspectivas para salir de aquella situacion; y, por ultimo, ahi estaba tambien el presentimiento vago de que los temores de Kamal en relacion con el escrito anonimo tal vez eran acertados…
Sarah reprimio esos pensamientos, pero en su corazon permanecieron las tinieblas mientras seguia al carcelero por los pasillos de la prision, acompanada por un griterio ronco y un hedor brutal. Hacia rato que habia perdido la orientacion, no sabria decir si el guardia la llevaba por el mismo camino por donde habian entrado o si utilizaba otro. Iba a preguntarselo cuando, de repente, un frio glacial la penetro como un cuchillo hasta las entranas.
La corazonada de una desgracia inminente se cumplio al cabo de un instante, cuando Sarah oyo una voz ronca muy conocida.
– ?E… eres tu, pequena?
Sarah se detuvo como si la hubiera alcanzado un rayo. Aunque ya habia pasado casi un ano desde que oyo por ultima vez aquella voz, la habria reconocido entre miles, hasta tal punto se habia grabado en su recuerdo de manera profunda e imborrable.
– ?Has venido a hacerme una visita?
Sarah se acerco lentamente, como si estuviera en trance, a la celda de donde salia la voz enronquecida. El tono delataba que el propietario no era dueno de su juicio, por lo que Sarah aun temia mas el encuentro.
Las risitas que la recibieron estaban tan cargadas de maldad que nadie habria creido que provenian de una garganta humana. Con todo, el semblante que la observaba fijamente desde la pequena ventanilla cuadrada era de carne y hueso.
El rostro estaba demacradisimo y marcado por la locura. Tenia la cabeza rapada, y una mirada febril en los ojos; aun asi, en aquellos rasgos Sarah reconocio con un escalofrio a su Nemesis, al causante de sus pesadillas.
?Mortimer Laydon!
– Que alegria me da verte, pequena…
El asesino de su padre volvio a soltar una risita, que para Sarah fue como una bofetada en la cara. Laydon habia traicionado a Gardiner Kincaid y lo habia asesinado cobardemente por la espalda mientras continuaba actuando ante Sarah como su padrino y amigo paternal. No fue hasta la busqueda del Libro de Thot cuando mostro su verdadero rostro, despues de que su falsedad hubiera estado a punto de costarles la vida a Sarah y a Kamal. Durante unos instantes memorables, Sarah habia sostenido una pistola en sus manos y habia tenido la posibilidad de acabar con la criminal existencia de Laydon. Pero habia decidido no hacerlo, de lo cual casi se arrepentia en aquel momento.
Puesto que suponia a su padrino internado en la institucion de Bedlam, no habia contado con verlo alli. Por eso la conmociono tanto el encuentro, como podia deducirse facilmente a partir de la palidez cerea de su semblante.
– No pareces muy contenta de verme -senalo Laydon, y torcio a un lado la cabeza rasurada mientras la observaba a traves del ventanuco-. ?No has venido a verme a mi? ?Tienes mas conocidos entre estos adustos muros? ?Tal vez un amante secreto…?
De nuevo solto una risita maliciosa, y Sarah noto que la rabia le corria por las venas. Se acerco a la puerta de la celda hecha una furia, el odio le brillaba en los ojos.
– ?Que sabes tu? -mascullo-. ?Vamos, dimelo!
Las risas de Laydon sonaron aun mas malevolas.
– Vaya, ?de repente hablas conmigo?
– Si sabes algo de Kamal, ?dilo! ?Ahora mismo! ?Oyes?
– Sarah. Mi buena Sarah. -Laydon meneo compasivo la cabeza-. De tu reaccion deduzco que ha vuelto a ocurrirte algo que ha sacudido tu mundo hasta los cimientos. Y como en todas las ocasiones anteriores, como con el viejo Kincaid y con tu maleado amigo frances, echas la culpa a los demas. Ni en suenos se te ocurriria pensar que tu eres el motivo de…
– No te atrevas siquiera a mencionar a mi padre ni a Maurice -replico temblando, mientras se esforzaba por contener su ira-. Los dos seguirian con vida si no hubiera sido por ti.
– ?Eso crees realmente?
– Lo se. Del mismo modo que se que tus palabras no son de fiar. Una vez ya envenenaste mi mente y mi corazon, como le hiciste a mi padre. Pero, a diferencia de el, yo abri los ojos a tiempo y descubri tu verdadero ser.
– Pero unicamente porque yo te lo revele. De lo contrario, aun continuarias buscando desesperadamente la verdad. Estas ciega, Sarah Kincaid, y no solo en lo tocante a tu pasado…
– Eso a ti no te importa -resoplo, enfadada porque el conocia su secreto mas intimo.
– Se muchas cosas de ti, Sarah. Mas de las que crees… Y mas de las que te gustaria.