Sin embargo, eso no correspondia a la verdad.

– Por lo visto, sabe algo -dijo en voz baja.

– ?Quien? ?Laydon?

Sarah asintio timidamente.

– Imposible. Ese miserable criminal no sabe ni que hace, por no hablar de lo que sucede a su alrededor.

– No lo subestime, sir Jeffrey. Lo conozco mejor que usted…

– Eso no se lo discuto, querida. Y comprendo que le haya afectado el encuentro despues de todo lo que les hizo a usted y a su familia. Pero no puede confundir lo ocurrido con el presente. Mortimer Laydon ya no supone ningun peligro. Lo arrestaron y un tribunal real probo sus crimenes y lo declaro culpable. Nunca mas podra hacer dano, ni a usted ni a nadie mas.

– Dios le oiga, sir Jeffrey -contesto Sarah-. Pero eso no es lo que mas me espanta.

– ?No?

– Ya me defendi una vez de Mortimer Laydon y volveria a hacerlo - senalo Sarah-. Lo que me preocupa es que puede saber el.

– ?Y que puede saber? -pregunto el consejero real sin disimular su escepticismo.

– Esta relacionado con algo que me dijo Kamal -explico Sarah-. Al visitarlo esta tarde, formulo la sospecha de que todo este asunto no tiene que ver con el, sino que en realidad alguien intenta perjudicarme a mi.

– ?Cree usted que eso es posible?

– Al principio intente rechazar la idea, probablemente porque queria creer que habia dejado definitivamente atras mi pasado, que este habia concluido como el capitulo de un libro que ya has leido y devuelves al estante. Sin embargo, el encuentro con Laydon me ha demostrado que no es asi. Las heridas siguen existiendo, sir Jeffrey. Es posible que se hayan curado superficialmente, pero todavia existen.

– Mi querida amiga -comento el consejero real, inclinando respetuosamente la cabeza-, despues de todo lo ocurrido, me sorprenderia que no fuera asi. Sin embargo, eso no significa que deba seguir teniendo miedo del pasado. Lo que Laydon y esa gente querian de usted esta destruido y enterrado en la arena del desierto.

– Eso es verdad -admitio Sarah-, pero aun asi no consigo tranquilizarme. Laydon me pregunto por Kamal, como si supiera de su internamiento. ?No es extrano?

– En realidad, no. -Sir Jeffrey fruncio los labios-. Aunque los presos de Newgate estan sometidos a un severo regimen de incomunicacion, conocen maneras de comunicarse entre ellos. Y de este modo se divulgan algunas informaciones.

– No fue solo eso -dijo Sarah meneando la cabeza-. Tambien fue el brillo en los ojos de Laydon y aquella risa malvada. Y, al despedirme, me grito algo.

– ?Que?

– «Esto no ha acabado todavia» -contesto Sarah con voz apagada, y volvio a estremecerse.

– Bueno, admito que eso suena amenazador -acepto sir Jeffrey-. Sin embargo, creo que esas palabras salieron de una mente trastocada y vengativa. Laydon pretendia sembrar veneno, y constato preocupado que, por lo visto, lo ha conseguido.

– Yo tambien soy consciente de ello, sir Jeffrey -aseguro Sarah, pensativa-. Soy muy consciente de lo peligroso que es Mortimer Laydon, tal vez por eso tengo la sensacion de que me oculta algo. Por un momento vi un brillo en sus ojos, un extrano resplandor…

– El resplandor de la locura -gruno sir Jeffrey.

– Sin duda -admitio Sarah-, pero ?y si hay algo mas? ?Y si Laydon sabe realmente algo? Si lo que se oculta detras de todo esto es aquella…

– ?Aquella? ?A quien se refiere, querida?

– ?A quien va a ser? -Sarah rio con amargura-. A aquella fuerza secreta a la que ya me he enfrentado dos veces, primero en Alejandria y despues en La Sombra de Thot. A aquella misteriosa organizacion a cuyas ordenes estaba Laydon…

– … y que probablemente solo existe en su mente. Despues de todo, las investigaciones de Scotland Yard no arrojaron ni un solo indicio aprovechable. Los complices de Laydon murieron en la arena del desierto libio. La Liga Egipcia ha sido disuelta y ya no existe.

– No estoy hablando de la Liga Egipcia, sir Jeffrey. Laydon dijo que la verdadera organizacion para la que trabajaba era mucho mas grande y extensa que la Liga, y que nunca podriamos ponerle coto. ?Y si…?

– No concluya la frase, hija mia -la interrumpio bruscamente sir Jeffrey-, ni siquiera piense el final, puesto que la senda que tomaria con ello es sumamente peligrosa. ?O es que quiere acabar como Laydon?

– No… -admitio Sarah.

– El camino hacia la locura se pavimenta con ideas de ese estilo - prosiguio convencido el consejero real-. Uno se imagina una conjura ominosa y cree ver indicios ocultos detras de cualquier suceso, por insignificante que sea. Se empieza a observar el mundo con otros ojos y, antes de que uno se de cuenta de lo que ocurre, esta rodeado de enemigos. Y mientras uno esta convencido de que hace lo correcto y de que lucha por una causa justa, su cordura se desliza hacia las criptas frias y sin luz de las que no hay vuelta atras. ?Comprende lo que intento decirle?

– Creo que si, sir Jeffrey -replico Sarah con voz queda-, y le agradezco la sinceridad. No pretendo perder la cordura, creame.

– Entonces convenzase de que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Los planes de los rebeldes, fueran quienes fueran, quedaron desbaratados y Laydon esta en la carcel. Eso es lo que cuenta… Todo eso no tiene nada que ver ni con Kamal ni con usted.

– ?Lo cree realmente?

– Por supuesto, mi querida amiga -dijo sir Jeffrey, y levanto su copa, en la que aun quedaba un resto del vino rosado con que habian acompanado la cena-. ?Brindamos por ello?

Sarah dudo mientras seguia dando vueltas a los argumentos de sir Jeffrey, y llego a la conclusion de que su amigo probablemente tenia razon. Mortimer Laydon podia sembrar todo el veneno que quisiera: eso no cambiaria nada respecto a que sus planes habian fracasado y el estaba encerrado en la carcel, de donde jamas saldria. Guiada por esa idea tranquilizadora, Sarah tambien cogio su copa de vino y la levanto; la luz de las velas que habia sobre la mesa resplandecio a traves del liquido rosado.

– Por Kamal -dijo sir Jeffrey solemnemente-. Por nuestra contribucion al triunfo de una causa justa.

– Por Kamal -repitio Sarah, y ambos bebieron.

Sarah solo sorbio un poco de vino. Pero, puesto que apenas habia comido nada en todo el dia, el alcohol hizo efecto y la joven noto un ligero mareo, acompanado por una sensacion de calidez y sosiego que le sento bien.

– Gracias, sir Jeffrey -dijo entonces, disponiendose a levantarse-. No solo por la cena, sino tambien por sus consejos y por su ayuda.

– ?Para que estan los amigos? -pregunto el consejero real, que tambien hizo ademan de levantarse-. ?Se retira ya?

– Disculpeme, no querria parecer maleducada, pero ha sido un dia muy largo y manana a primera hora me gustaria ir de nuevo a ver a Kamal.

– ?Esta segura?

Sarah percibio una preocupacion sincera en el semblante de su amigo y no pudo evitar una sonrisa.

– Puede que haya sido un dia dificil y, en muchos sentidos, duro - reconocio-, pero eso no significa que no vaya a hacer todo lo posible por proteger a Kamal de la soga del verdugo.

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