oyo un rumor lejano. Llego al fondo del pozo, que debia de tener cinco metros de profundidad y tenia las paredes recubiertas con tablas de madera carcomida. Abajo habia una galeria estrecha que, por lo que pudo juzgar la joven, pasaba por debajo de los muros del cementerio.

Con la lampara en una mano y el revolver en la otra, Sarah avanzo por la galeria, que debia de medir unos tres pies de ancho y era lo bastante alta para poder caminar de pie. A Sarah le resultaba un misterio que el gigante encapuchado pudiera pasar por alli. En una de las vigas de madera que sostenian el techo a tramos regulares, encontro un jiron de lana negro: un trocito de capa, sin duda, y un nuevo indicio de que el coloso habia tomado aquel camino.

Sarah contuvo la respiracion. Las emanaciones malolientes que impregnaban el aire aumentaban a medida que se adentraba en la galeria, y el rumor tambien se hacia mas fuerte. Era imposible saber cuanto tiempo llevaba recorriendo el pasadizo cuando este desemboco en un gran conducto de piedra, pero Sarah calculo que hacia un buen rato que no se encontraba ya debajo del barrio de Josefov, puesto que el rio apestoso y de un metro y medio de anchura que corria a sus pies era sin duda ?una alcantarilla!

– Asi que esta es la solucion al enigma -musito-. Me encuentro en el alcantarillado.

Aunque solo habia susurrado, su voz resono una y mil veces por la boveda, deambulo como un eco susurrante y finalmente reverbero en lo mas hondo del conducto. A juzgar por las piedras toscamente labradas que componian el tunel, que tenia la altura y la anchura justa para que pasara una persona, existia desde hacia mucho tiempo. En cambio, la galeria que llevaba alli desde el cementerio daba la impresion de haber sido construida mucho despues, y Sarah dudo que formara parte del alcantarillado oficial de Praga. A juzgar por el mal estado del conducto, plagado de grietas y de cuyo techo colgaban retazos de musgo y raices, la ultima inspeccion realizada en el tunel se remontaba a mucho tiempo atras. Una circunstancia favorable para alguien que no queria que lo molestaran alla abajo…

Volvio a pensar en las palabras del rabino y en el escondrijo que habia comentado. Una «habitacion sin entrada», habia dicho.

– Bueno -gruno Sarah- por lo visto, he encontrado la entrada.

A pesar del hedor, continuo avanzando siguiendo la corriente de la alcantarilla y fue a parar a un conducto mas grande en el que se vertia el contenido de varios canales. El rumor aumento y el hedor se hizo tan insoportable que Sarah se tapo la cara con el chal empapado por la lluvia para filtrar un poco el aire. Continuo caminando con la lampara delante y teniendo cuidado de no resbalar en el estrecho saliente repleto de porqueria y cieno. En aquellas tinieblas vio brillar un sinfin de ojos amarillos cuyos propietarios se escabullian chillando cuando la luz de la lampara los alcanzaba: ratas, que seguramente poblaban a millares aquel siniestro lugar.

La idea no le hizo ninguna gracia, pero Sarah se obligo a seguir por el tunel. De repente noto que al rumor del agua se le habia sumado un nuevo ruido que no encajaba en aquel lugar: un martilleo sordo y metalico, como si un herrero trabajara en el yunque.

El sonido estridente llegaba desde el fondo del conducto y, si queria descubrir su origen, Sarah tenia que seguir avanzando por las buenas o por las malas. Y hacia rato que no era por las buenas. Si bien estaba tan decidida como antes a proseguir, pocas veces se habia sentido tan perdida y sola como entonces. No sabia ni donde se encontraba ni adonde conducia aquel viaje. Aun sujetaba con fuerza el revolver en su mano derecha, pero se sentia como alguien que se esta ahogando y se aferra a un clavo ardiendo. Si se extraviaba en aquel laberinto subterraneo, el Colt Frontier no le serviria de mucho.

Sarah se dio cuenta de que no se habia extraviado cuando reanudo la marcha por un ligero recodo del conducto y vio una abertura que estaba claro que habia sido esculpida en el muro curvo mucho despues de la construccion del tunel. La galeria con la que conectaba, cuyo final no podia verse a la luz de la lampara, se parecia en el tipo de construccion a la que Sarah habia cruzado para llegar al alcantarillado, y la reja que normalmente la cerraba estaba solo entornada.

La curiosidad la impelia a entrar de inmediato a explorar la galeria, pero la prudencia, que segun Shakespeare era la mejor parte de la valentia, la detuvo.

?Estaba a punto de caer en una trampa?

Las palabras de advertencia de sir Jeffrey resonaron en sus oidos, igual que las de la condesa. Sarah suponia que el gigante no la habia visto cuando lo seguia por el cementerio, aunque le quedaba un resto de duda. Pero las dudas no salvarian a Kamal, solo el valor y la determinacion. Asi pues, hizo de tripas corazon, abrio la verja y entro.

El pasadizo era de techo bajo, el aire era tan denso y olia tan mal que a Sarah casi se le revolvio el estomago. No obstante, avanzo intrepida, con el revolver en la mano preparado para disparar. La galeria descendia empinada por unos escalones. Alli las paredes ya no eran de madera carcomida, sino de piedra maciza, y a medida que Sarah descendia, el frio aumentaba y el aire mejoraba. La galeria describia una curva y Sarah pudo divisar de pronto el final, de donde llegaba una luz debil y tremula.

De nuevo se le acelero el pulso y la palma de la mano con que sostenia la empunadura del Colt se le humedecio. Sarah contuvo el aliento. ?Se airearia por fin el secreto de aquel siniestro lugar?

Avanzo deslizandose sin hacer ruido. Envuelta en su abrigo negro, empapado de agua y pesado, la joven apenas se distinguia de su propia sombra, proyectada en la pared por la luz de la lampara de petroleo. Finalmente llego al final del pasadizo que, al parecer, se transformaba en una especie de gruta o camara.

Cautelosa, Sarah aminoro el paso y echo un primer vistazo dentro.

La estancia, probablemente creada por un capricho de la naturaleza en tiempos remotos, tenia forma alargada. Dos antorchas situadas en unos soportes fijados en la pared a ambos lados de la entrada eran el origen de la luz tremula.

Saltaba a la vista que se trataba de una especie de gruta de sacrificios o de templo, quiza tambien de un laboratorio secreto; de otro modo no se explicaban las mesas de piedra excavadas en la roca a lo largo de las paredes. Esparcidos por encima se encontraban todo tipo de objetos que habrian hecho honor a un alquimista; entre estos se apilaban libros encuadernados en piel envejecida y mapas. El techo de la camara subterranea estaba pulido, igual que el suelo, en el centro del cual destacaba un simbolo harto conocido.

?El simbolo del unico ojo!

Sarah no tuvo tiempo de reaccionar ante ese descubrimiento porque oyo un ruido procedente del lado opuesto del laboratorio. Empunando el Colt, se dio la vuelta y constato que al otro extremo de la camara longitudinal habia un paso de techo bajo que parecia conducir a otra estancia. El ruido, que en ese momento se repitio, procedia de alli.

Un ruido de algo restregando y, luego, un bufido sordo o un gemido. Al parecer, habia alguien en aquella sala…

Sarah decidio echar un vistazo.

Dejo la lampara en el suelo de manera que la luz penetrara en la otra habitacion. Luego sujeto el revolver con ambas manos y se acerco con cautela al pasadizo. Casi contaba con que se le abalanzaria encima el gigante encapuchado de negro, pero sus expectativas se vieron defraudadas de nuevo. Porque lo que encontro mas alla del paso no era un gigante, sino un suizo no demasiado corpulento al que conocia muy bien.

– ?Friedrich! -exclamo espantada al descubrir a su amigo.

Hingis tenia las manos atadas a la espalda, y tambien le habian atado los pies. Una mordaza en la boca le impedia hablar y tenia las lentes torcidas sobre la nariz.

Su reaccion al ver a Sarah fue contradictoria. En su mirada se reflejo esperanza, pero de su faringe salian sonidos inarticulados que sonaban a verdadero espanto.

– ?Que ha ocurrido? -inquirio Sarah precipitandose hacia el-. Ha desaparecido…

Le quito la mordaza, pero cuando se dispuso a desatarle las manos y

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