– ?Eso no es verdad!
– Lo es, y usted lo sabe tan bien como yo. Usted no podia hacer nada por su padre, pero sigue culpandose y se prometio que jamas se repetiria nada igual.
Sarah iba a contestar, pero se abstuvo y medito un momento las palabras de Hingis. El resultado fue que tenia que darle al menos una parte de razon.
– Quiza -reconocio entonces a disgusto.
– Por ese motivo -prosiguio Hingis-, ha perdido de vista lo esencial, la gran totalidad.
– ?En serio? -Sarah enarco las cejas-. ?Y que es esa gran totalidad, si me permite preguntarselo?
– Si fuera usted sincera consigo misma durante unos segundos y abriera los ojos en vez de cerrarlos ante la realidad, no necesitaria hacerme esa pregunta -arguyo Hingis-. Pero probablemente conoce la respuesta tan bien como yo, aunque no quiera admitirla.
– ?Callese! -lo interrumpio Sarah-. ?No diga nada mas!
– ?Por que no? ?Porque le digo la verdad? ?Porque le pongo delante un espejo y no le gusta lo que ve reflejado en el? ?Porque en el fondo de su corazon sabe perfectamente que esta a punto de volver a cometer el mismo error que ya fue su perdicion en Alejandria?
– ?Que error?
– Por salvar a un ser querido, entra en un juego peligroso. Sigue los indicios y procura interpretarlos a conveniencia, aunque es mas que evidente quien se los ha dado. Cuando nos capturaron y nos hallabamos en poder del ciclope, dijo usted algo que me hizo meditar: que daba igual lo que sus enemigos le exigieran o que objetivos persiguieran, puesto que su unico objetivo era salvar a su amado.
– ?Y?
– Al principio pense que solo habia elegido esas palabras para provocar a nuestro verdugo. Sin embargo, ahora estoy convencido de que hablaba en serio, y esa idea, Sarah, casi me atemoriza mas que cualquier otra cosa. Porque significa que se ha entregado al enemigo y hara todo lo que le exijan sin rechistar… Y que no le importan en absoluto las consecuencias de sus actos, por muy tremendas que sean.
– ?Que consecuencias?
– Vamos, Sarah -dijo Hingis meneando la cabeza-. No me diga que no ha pensado en ello. Usted sabe que fue la hermandad quien enveneno a Kamal y tuvo muy claro desde el principio que todas las pistas que encontraba se las habian dejado cuidadosamente. Incluso el Golem resulto ser un truco, un medio para echarle el cebo.
– ?Y?
– Sus enemigos quieren algo de usted, Sarah, eso es evidente. Y supongo que tiene que ver con el agua de la vida. Ambos sabemos que esa gente no tiene escrupulos, Sarah, y que su ansia de poder y conocimiento es insaciable. ?No ha pensado que tal vez quieran descifrar el secreto de la inmortalidad? ?Que es eso lo que esperan de usted y que esta usted a punto de entregar el mayor misterio del cosmos a una panda de criminales?
– ?Y eso lo afirma precisamente usted? -pregunto a su vez Sarah.
– ?Por que lo dice?
– Me acuerdo muy bien de Alejandria. -Sarah solto una risa amarga-. Ningun esfuerzo ni ningun despliegue economico le parecian exagerados para alcanzar un logro arqueologico sensacional. Usted queria un descubrimiento, queria encontrar sin falta la biblioteca desaparecida, incluso sabiendo que habia varias partes interesadas y que se trataba de mucho mas que de la gloria de la ciencia.
– Cierto -admitio Hingis abiertamente-. Yo era realmente asi, pero eso se acabo. He cambiado -dijo mirando la protesis de su brazo izquierdo-. La perdida me ha cambiado -anadio quedamente.
– Igual que a mi -replico Sarah, de nuevo tranquila y controlada-. Y por eso no soportaria perder de nuevo a un ser amado. ?Puede comprenderme, Friedrich?
Le dedico una mirada tan penetrante que el suizo se sintio desarmado y no pudo por menos que asentir prudentemente.
– Bien -dijo Sarah-. Por lo demas, tiene usted razon con sus objeciones.
– ?Me… me da la razon?
– Por supuesto. Nuestros enemigos intentan manipularnos, igual que antano en Alejandria, y no dudo de que, igual que antes, estan informados de todos y cada uno de nuestros pasos.
– Pero entonces ?por que les sigue el juego? -gimio Hingis, desconcertado.
– Por dos motivos. En primer lugar, porque creo que es la unica esperanza para Kamal. Y, en segundo lugar, porque hay una diferencia sustancial respecto a Alejandria.
– ?Cual?
– Esta vez vamos sobre aviso -contesto Sarah, y en su semblante se dibujo una sonrisa amarga y audaz a la vez-. Y no me encontraran desprevenida, creame. En todo lo que hacemos, debemos estar alerta y ser extremadamente cautelosos… Usted tambien, amigo mio.
– Oh, Sarah. -El suizo lanzo un silbido de alivio que sono como una tetera llena de agua hirviendo al retirarla del fuego-. Y yo que pensaba que habia perdido de vista la realidad…
– Como ve, sigo teniendo los pies en el suelo.
– Es evidente -asintio Hingis-. Pero ?por que ha discutido tan airadamente conmigo?
– Tal vez porque queria saber hasta donde llegaria defendiendo sus convicciones -contesto Sarah.
– ?Y? ?He llegado lo bastante lejos?
– Por supuesto -asintio Sarah-. Acabo de constatar lo que ya intuia: tiene usted buen corazon y un alma valiente.
– Igual que usted -dijo Hingis, devolviendole el cumplido.
– ?De verdad lo cree? -Sarah meneo la cabeza-. Antes me ha preguntado si tenia miedo. Le dire la verdad, Friedrich: ultimamente casi todo me da miedo. Temo al futuro, pero aun mas al pasado. Tengo miedo de lo que pueda pasar y me aterra lo que ya ha ocurrido. Y tengo miedo de perder la unica familia que me queda.
– La comprendo -aseguro el erudito-. ?Y que ocurrira si llega el momento de tomar una decision? ?Si nuestros enemigos amenazan con apropiarse del misterio de la vida y usted tiene que definirse entre el bienestar de Kamal y el del resto de la humanidad?
– Dios no lo quiera -dijo Sarah, palideciendo.
– Amen -replico Hingis, y se levanto del banco para irse-. Una cosa mas -dijo cuando ya tenia el picaporte en la mano-: supongamos que su teoria se confirma y todas esas leyendas tienen un fondo real, que el rio existe realmente, igual que el barquero Caronte, que cruza a los muertos al otro lado…
– ?Si?
– … Entonces ?que se oculta detras de Cerbero, el can de tres cabezas que supuestamente vigila la entrada a los infiernos y se ocupa de que nadie entre y de que nadie salga del Hades? ?Tendra tambien una correspondencia real?
– No lo se, Friedrich -respondio Sarah con voz queda y total sinceridad-. Pero probablemente pronto lo descubriremos…