Acusacion.
Un abierto reproche que no se dirigia a nadie mas que a Sarah…
– ?Como has podido? -musito Kamal en voz baja para que ni los policias ni los criados pudieran entenderlo.
– ?Que quieres decir? -pregunto Sarah, espantada.
– No lo sabia nadie, excepto tu. ?Me has delatado!
Sarah puso ojos como platos, casi le fallo la voz.
– ?E… eso no es verdad! -balbuceo-. No le he contado nada a nadie…
– Y yo no se lo he contado a nadie mas -replico Kamal, simple y contundentemente, mientras cuatro agentes entraban en el vestibulo.
Apartaron sin reparos a Trevor, que les cerraba el paso con sus protestas. Pronto atraparon a Kamal, que opuso resistencia.
– ?Sueltenlo! -exclamo Sarah, acalorada, y se dispuso a acudir presta en ayuda de su amado, sin considerar que con ello se enfrentaba a la ley.
Sin embargo, el canon del revolver que de repente la apunto se lo desaconsejo.
– No se mueva -advirtio friamente el inspector Lester-. No quiero que corra la sangre, pero hare lo que sea necesario para que este peligroso criminal reciba el castigo que merece.
– No es un criminal -se rebelo Sarah-. Se llama Kamal Ben Nara y en su pais es el jefe de una gran tribu orgullosa.
– Es posible -comento Lester friamente, tocandose el bigote con vanidad mientras guardaba el arma por debajo de la levita-. Pero aqui, en Inglaterra, es un criminal buscado y se le tratara como tal. Caballeros, ponganle las esposas y llevenlo al coche.
A traves de la puerta abierta, Sarah pudo ver el coche que estaba parado en el patio, un furgon de transporte de prisioneros iluminado por dos faroles de gas, con ventanas enrejadas y vigilado por dos agentes. Realmente habian salido preparados para cazar a un criminal peligroso…
Las miradas que Kamal le lanzaba mientras le ponian grilletes tintineantes en pies y manos la estremecieron como latigazos, por la gran decepcion que contenian. Casi daba la impresion de que todo el amor, el afecto y toda la ternura que albergaba por ella y que le habia hecho sentir tan intimamente hacia unas pocas horas se hubieran extinguido de golpe.
– Kamal -dijo, y extendio la mano hacia el, pero Kamal se aparto de ella y los agentes se lo llevaron fuera.
El inspector Lester se quedo aun un momento para dedicarle una mirada que contenia algo mas que satisfaccion por haber detenido a quien, a sus ojos, era un criminal peligroso. Tambien habia en ella cierto regodeo y un rastro de desprecio.
En vez de descubrirse como habria requerido la ocasion, se limito a tocar ligeramente el ala del sombrero, se dio media vuelta y siguio a sus hombres fuera. Sarah se quedo con su viejo criado, que le dirigia miradas de desconcierto y de culpabilidad.
– Lo siento, madam -gimio impotente-. No sabia que tenia que hacer.
– No te preocupes, Trevor. Tu no puedes hacer nada -lo tranquilizo Sarah con voz apagada, mientras observaba consternada como se llevaban a su amado. Todo habia sucedido muy deprisa, y si su espanto habia sido tan grande no era por la detencion de Kamal, sino tambien porque el la culpaba a todas luces de ello…
?Tenia que permitir que se fuera asi?
?No!
Tomando subitamente una decision, se precipito hacia el exterior, donde los agentes ya se disponian a meter a Kamal en el carro de prisioneros. La puerta trasera del vehiculo de gran altura estaba abierta y lo empujaron dentro sin miramientos.
– ?Alto! ?Alto! -se acaloro Sarah-. ?No tienen derecho a hacer esto!
– Al contrario, querida, tenemos todo el derecho -informo Lester en un tono marcadamente oficial, y le enseno una hoja de papel-. Esta orden de detencion, extendida personalmente por el ministro de Justicia, me autoriza a tomar las medidas necesarias para prender al presunto asesino y arrestarlo.
– ?Pero no es un asesino! -se acaloro Sarah mientras le subian lagrimas de desesperacion a los ojos. No podia creer que le arrebataran tan subitamente la felicidad que habia sentido durante una breve temporada-. ?Mataron a su esposa y al hijo que esperaba!
– En tal caso, deberia haber acudido a la policia.
– Ya lo hizo, pero no le creyeron.
– Eso no le da derecho a tomarse la justicia por su mano. En su pais, en su tribu o como usted quiera llamarlo, puede que eso este bien, pero aqui, en Inglaterra, impera la ley, y es mi mision aplicarla. A eso se le llama civilizacion.
– Si usted supiera -replico Sarah, esforzandose por contener su ira- cuanto desprecio a la gente de su ralea. Si la educacion que usted ha recibido llegara a ser siquiera la mitad de su arrogancia, sabria que no tenemos la patente de la civilizacion. En la patria de Kamal ya cultivaban la ciencia y la cultura cuando nuestros antepasados aun se escondian en cuevas.
– Esa es su opinion -objeto Lester con frialdad-. Puesto que soy un caballero, me esta vedado darle una respuesta pertinente. Sin embargo, considere que no soy yo el culpable de su dolor, sino usted misma.
– ?Como? ?Que insinua?
– ?Por favor! -musito el inspector, y su semblante se enrojecio-. Usted es una lady de buena familia y no tiene nada mejor que hacer que echarse en brazos del primer salvaje que se presenta, como si fuera usted una…
Lester no prosiguio. La sonora bofetada que estallo en su mejilla izquierda lo hizo enmudecer en seco.
– Eso ha sido un acto de violencia -constato el oficial-. Contra un funcionario de la Justicia. Tendra consecuencias.
– No creo -replico Sarah, apretando los punos y respirando aguadamente-. Tengo amigos muy influyentes. Tambien en Scotland Yard.
– Aun asi, usted no esta por encima de la ley -senalo el inspector, frotandose la mejilla dolorida-. Considerese afortunada de que hoy me sienta generoso, de lo contrario, ordenaria que tambien la arrestasen.
– En tal caso, supongo que deberia estarle agradecida por su generosidad -le espeto Sarah temblando de ira y con la voz impregnada de sarcasmo.
– Por mi, puede usted hacer lo que quiera -replico Lester mientras se daba la vuelta y se acercaba a su caballo, que uno de los agentes sujetaba por las riendas. El coche de prisioneros ya estaba listo para emprender la marcha-. No cambiara nada, su amigo de color tiene que responder ante la justicia.
– Me ocupare de que tenga el mejor abogado defensor que pueda encontrarse -contesto Sarah, desvalida-. Contratare a sir Jeffrey Hull, que detenta el cargo de Q. C. [1] y antiguo abogado del Temple Bar…
– Adelante -la animo Lester, impasible mientras subia a su caballo pio-. Eso no cambia en nada las cosas.
Tomo las riendas, hizo girar al caballo sobre sus cuartos traseros y le dirigio una senal al cochero. El latigo restallo y el carromato se puso en movimiento.