Ordeno a dos de sus hombres que entraran en la cabana y la registraran. Poco despues regresaron con la cantimplora de Sarah en las manos y, sonriendo burlones, se la entregaron al medico.

– Mira por donde -comento el medico-. ?Podria ser lo que buscamos?

– No -contesto Sarah sin pestanear-. Es agua de una fuente normal.

– ?Ah, si? -Cranston sonrio con malicia-. Entonces no le importara que vacie la cantimplora aqui mismo, ?verdad?

– ?Por que iba a importarme?

Sarah no movio un solo musculo, aunque habria preferido gritar. Estaba ocurriendo lo que habia temido durante tanto tiempo: tenia que sopesar distintas vidas.

?Que tenia mas peso?

?El bienestar del hombre al que amaba mas que a nada y por el que habia soportado todo aquello? ?O el de las personas inocentes que resultarian perjudicadas si la hermandad hacia realidad sus descabellados planes?

Sarah tenia que decidir y se odiaba por ello. No queria perder a Kamal, pero sabia que el orgulloso hijo de tuareg jamas habria querido que compraran su vida con la sangre de otros. Aunque Sarah hubiera podido optar por ello, Kamal no se lo habria perdonado nunca…

La joven vio aturdida como Cranston desenroscaba el tapon de la cantimplora y la inclinaba. En cualquier momento se verteria el valioso contenido y se filtraria en el barro… Pero no llego a hacerlo, porque Polifemo lanzo un grito ronco.

– ?No! -clamo a voz de grito, y Sarah se sintio aliviada y espantada a partes iguales-. ?No lo haga!

– Vaya. -Esbozando una amplia sonrisa, Cranston volvio a tapar la cantimplora-. El traidor se ha arrepentido.

– En absoluto -aseguro el ciclope-. Pero el agua aun no ha hecho su efecto. La profecia aun no se ha cumplido.

– Yo no creo en esas paparruchas -aclaro Cranston-. Mi mision consiste en llevar este chisme intacto a la condesa de Czerny, ni mas ni menos.

– Eso vulnera el trato -dijo Sarah-. Yo tenia que llevar personalmente el elixir a Salonica.

– El trato ha cambiado -explico el medico-, y usted tiene la culpa. No deberia haber destruido la fuente de la vida.

– Sera que eso habria cambiado algo -dijo Hingis con retintin-. Su presencia y este ridiculo despliegue son prueba mas que suficiente de que no pensaban cenirse al acuerdo.

– Igual que ustedes -comento Cranston sonriendo-. Por lo tanto, estamos empatados.

Hizo una senal a uno de sus hombres para que se acercara, le entrego la cantimplora y este la introdujo para protegerla en una aljaba metalica que llevaba colgado al hombro con una correa. Acto seguido, el hombre monto en su silla y espoleo al caballo, que relincho encabritado y se lanzo al galope haciendo retumbar sus cascos.

– ?Adonde va? -inquirio Sarah, que no veia desaparecer en la oscuridad de la noche tan solo a un jinete, sino tambien todas sus esperanzas por Kamal.

– Lo sabra a su debido tiempo -respondio Cranston con aspereza.

Luego, el medico ordeno a sus hombres que maniataran a Sarah y a sus companeros. Cuando Polifemo empezo a bufar de ira y amenazo con ofrecer resistencia, los soldados levantaron los fusiles con intencion de disparar.

– ?No, Polifemo! -lo llamo Sarah.

– Prometi protegerla…

– No me protegera si se sacrifica. Si quiere ayudarme, siga con vida, ?entendido?

El ciclope parecio indeciso unos instantes. Luego asintio con un movimiento de cabeza y bajo las manos para permitir que se las ataran.

Los soldados no perdieron tiempo y se prepararon para iniciar la marcha. A Sarah la subieron a un caballo y la ataron a la silla y a los estribos para que no pudiera huir. Hingis y Polifemo tendrian que ir a pie. Dos soldados marcharian detras de ellos, sujetando las largas cuerdas con que les habian atado las munecas.

Sarah abogo en vano por sus amigos. Solo consiguio que Cranston se echara a reir y murmurara algo sobre traicion y castigo antes de subirse a la silla y dar la orden de marcha.

Capitulo 10

Diario de viaje de Sarah Kincaid, anotacion posterior

Han vuelto a apresarnos. Sin embargo, esta vez no nos encontramos en poder de los turcos, sino de mi viejo enemigo, al que he subestimado una vez mas. Los tentaculos de la Hermandad llegan mas lejos de lo que jamas supuse, ni siquiera el ejercito otomano puede escapar a su influencia. A los soldados que nos vigilan no parece importarles a quien sirven mientras la paga sea conforme. Y el dinero no parece ser el problema de la Hermandad…

Hemos cabalgado durante toda la noche. Me he dormido mas de una vez, y de no ser porque las cuerdas lo han impedido, seguramente me habria caido de la silla. Todavia me duelen las sienes y las nauseas aun no han cesado, pero no me quejo porque, comparado con la suerte que corren mis companeros, la mia es una ventura benigna.

Durante unas horas, Friedrich Hingis ha caminado estoicamente, luego se ha derrumbado sin fuerzas una primera vez. A pesar de mis protestas, los esbirros de Cranston lo han obligado a avanzar golpeandolo con la hoja de sus sables, hasta que se ha desplomado inconsciente. Cranston lo ha examinado y, para regocijo de sus hombres, ha ordenado que lo pusieran de traves sobre uno de los caballos de carga, igual que una alfombra comprada en un bazar.

Polifemo no les ha concedido ese triunfo a sus enemigos. Desplegando una fuerza interior inexplicable, ha soportado con valentia todas las fatigas, incluso cuando el sendero subia trazando curvas empinadas por las estribaciones meridionales del monte Tomaros.

Hemos dejado atras las montanas y hemos cruzado el valle del Louros, y me pregunto adonde nos conduce el viaje. Al principio pense que nos entregarian a las autoridades turcas, que probablemente nos condenarian a muerte o al menos a cadena perpetua por la masacre acontecida en el bosque. Sin embargo, nuestros enemigos parecen tener otros planes, porque al despuntar el dia el sol ilumina la franja reluciente del rio Arachthos, que forma la frontera entre el Epiro turco y la Tesalia griega.

Esta claro que se proponen sacarnos del pais…

Arachthos, Epiro, amanecer del 8 de noviembre de 1884

– Quiero bajar -exigio Sarah cuando la comitiva se detuvo por fin.

– ?Para que? -pregunto Cranston.

– ?Usted que cree? -resoplo ella.

Se habia controlado estoicamente durante toda la cabalgada. Pero

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