ruedas, con una manta sobre las rodillas, confinado en una habitacion de tipo hospitalario.

Pero se encontro en un estudio masculino con paredes llenas de libros, sillas de cuero, una vistosa alfombra oriental bajo sus pies y un fuego encendido en el hogar. Miles Sterrett estaba sentado ante un suntuoso escritorio, inclinado sobre unos papeles. Levanto la cabeza y sonrio, luego se levanto y cruzo la habitacion para recibirla.

– Sargento James…

– Senor Sterrett, gracias por recibirme.

Gemma tuvo que levantar la vista al darle la mano, pues Miles Sterrett era alto y esbelto, de rostro delgado y cabello fino que parecia mas rubio que gris a la luz de la chimenea. Llevaba un jersey amarillo palido e inmaculados pantalones oscuros con raya. Solo las ojeras oscuras y una cierta vacilacion en sus movimientos dejaban adivinar una enfermedad.

– Pase, sientese, la senora Milton nos ha traido cafe.

Le indico una de las dos sillas junto al fuego y ocupo la otra. En una mesita baja entre ellos habia una bandeja con tazas y un termo. Cuando fue a coger una taza para ella, Gemma percibio el leve temblor de su mano.

– ?Lo sirvo yo?

Miles se apoyo en el respaldo, poniendo las manos delatoras sobre las rodillas.

– Gracias -dijo aceptando la taza, y cuando Gemma se sirvio la suya, tomo la palabra-. Ahora digame, sargento, que es lo que ocurre. La senora Milton me ha asegurado que Hannah esta bien…

Su afirmacion acababa con un ligero tono de pregunta, y Gemma advirtio que las buenas maneras de Miles Sterrett ocultaban una autentica preocupacion.

– La senorita Alcock esta perfectamente, senor Sterrett. Pero ha habido dos muertes sospechosas en Followdale House esta semana, y por supuesto estamos muy preocupados por la seguridad de todos.

– No querra decir que Hannah…

– No, no, en concreto no, pero cuanto antes resolvamos nuestra investigacion, mas tranquilos estaremos. - Gemma dio un sorbo al cafe; era fuerte y aromatico, tenia poco que ver con el cafe instantaneo o con las submarcas del supermercado-. ?Sabe usted si la senorita Alcock tenia alguna relacion con Sebastian Wade o con Penny MacKenzie?

El movio la cabeza.

– No recuerdo que mencionara a ninguno.

– ?Habia tenido alguna relacion previa con la multipropiedad? ?Le dio alguna explicacion de por que habia escogido ese lugar en particular?

Miles cogio la taza, y Gemma observo que solo la aguantaba entre las manos el tiempo suficiente para beber, luego la devolvia a la mesa.

– En realidad no me dijo nada de ello. Me parecio muy raro, porque Hannah y yo somos amigos desde hace tantos anos que no quiero contarlos. -Sonrio, borrando la severidad de su rostro delgado-. Hannah vino aqui hace casi quince anos, recomendadisima, por supuesto, de un departamento universitario de investigacion. Yo no soy cientifico, y el exito de nuestro trabajo -hizo un gesto circular con la mano- se debe enteramente a la perseverancia y brillantez de Hannah. Sargento… -se interrumpio y miro a Gemma con la frente arrugada-. Usted es demasiado encantadora para que la llame «sargento». ?Puedo llamarla «senorita»? ?o «senora»?

Gemma, que por la calle recibia los silbidos de los gamberros sin parpadear, se sintio enrojecer ante aquel piropo tan cortes. Era un algo machista, reconocio, pero no consiguio ofenderse.

– Bueno, puede llamarme «senora» si lo desea.

– De acuerdo, senora James. Si cree usted que necesita alguna referencia sobre la personalidad de Hannah, no conozco nada en absoluto que sea cuestionable en su pasado o su presente. La considero una amiga y tambien como mi familia, y responderia por su comportamiento en cualquier caso. Desde luego, Hannah no es capaz de matar a nadie.

Las manos, cogidas, se movian convulsivamente al hablar, y Gemma advirtio que el temblor habia aumentado.

– Senor Sterrett, no creo que los oficiales que investigan tomen realmente en cuenta semejante posibilidad, pero tenemos que hacer indagaciones. ?Lo comprende? -Gemma cambio de tema para aliviar su evidente congoja-. ?La clinica tiene el nombre de alguien de su familia?

– De mi esposa. Murio por la enfermedad de Creutzfeld-Jakob hace casi treinta anos. En esa epoca se sabia muy poco de ella, y como yo habia heredado dinero, pense en darle un buen uso. -Volvio a sonreirle-. No se ponga tan triste, senora James. Ya no lloro a mi esposa. Paso hace mucho tiempo. No tuvimos hijos… lo que pudo ser una ventaja, teniendo en cuenta los genes. Su unica hermana era emocionalmente inestable y mi sobrino es una persona insignificante.-Anadio, reflexivo-. Pero no me gustaria que le ocurriera nada a Hannah. No solo por mi. Esta clinica depende de ella, y lo que hacemos aqui tiene mucho valor.

Miles miro fijamente el fuego y termino el cafe, luego dijo, haciendo un esfuerzo:

– Me extrana que Hannah no me haya llamado. Supongo que habra pensado que me preocuparia. No se le habra ocurrido que vendria a verme la policia, bajo los rasgos de una persona tan atractiva.

La sonrisa y el piropo le parecieron forzados esta vez, y Gemma penso que ya llevaba demasiado rato alli abusando de la hospitalidad.

Apuro el cafe, mirando el termo con deseo, y se levanto.

– Me parece que le he cansado. Su recepcionista me comera viva.

Miles solto una carcajada.

– Es su forma de ponerse a la altura de la senora Milton. Rivalizan desde hace anos. -Se levanto, insistiendo en acompanarla. Al llegar a las escaleras le volvio a tender la mano-. ?No le importa que no baje? La senora Milton le abrira la puerta.

– Gracias, senor Sterrett. Lamento mucho las molestias.

Era un formalismo, pero Gemma lo sentia de verdad.

Habia reservado una habitacion en un hotelito a las afueras de la ciudad, y despues de registrarse y deshacer el equipaje, paso la velada marcando el numero de la suite vacia de Kincaid.

* * *

Hannah dormia ovillada en el sofa, donde Anne Percy la habia dejado, con la cabeza medio enterrada bajo el cojin y con la manta que iba deslizandose desordenadamente al suelo.

En suenos recorria las calles suburbanas de su ninez, bajo cerezos en flor. Unas voces familiares que no supo reconocer la llamaban de los jardines, y acelero el paso. Le parecia que su casa estaria al doblar cada esquina, estaba segura de que la encontraria si el insistente repiqueteo cesaba.

El sonido atraveso el borde del sueno, y la llevo a un estado de indolente duermevela. Su primer movimiento instintivo le costo un grunido: tenia dolor de cabeza y los musculos anquilosados. Los paneles de la puerta acristalada le devolvieron su imagen. Habia anochecido del todo, y no sabia si habia dormido horas o minutos. La llamada persistia mientras avanzaba lentamente hacia la puerta, y antes de abrir oyo una voz implorante:

– Hannah, soy Patrick. Por favor, abre, necesito hablar contigo.

La sobrecogio un instante de vacilacion, pero se sonrojo de verguenza. No dudaria de el, no permitiria que el miedo decidiera su vida. La humillacion la habia llevado a rechazarlo en las escaleras, pero luego habia pensado mucho sobre los prejuicios. Retiro el cerrojo con dedos inseguros.

Patrick la miro con atencion antes de hablar.

– ?Como te encuentras?

– Supongo que bien, dentro de lo que cabe. -Sin darse cuenta, Hannah se toco la muneca vendada-. La doctora Percy ha dicho que manana me sentire como si tuviera cien anos, y ya he empezado.

El entro tras ella en el salon y la tapo con la manta, solicito. Tras acercar una silla para sentarse enfrente, dijo con una franqueza desarmante.

– Duncan Kincaid cree que yo he podido empujarte por las escaleras, aunque ha sido muy correcto y no lo ha dicho asi. -Patrick sonrio-. Y me parece que el motivo no era su buena educacion. Hannah -su sonrisa se desvanecio-, ?crees que te he empujado yo?

Ella nego con la cabeza, y dijo con voz cansada:

– No, sinceramente. Se lo habria dicho a Duncan.

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