Lo miro a los ojos por primera vez desde que entro. Parecia como si Patrick hubiera envejecido diez anos durante el curso del dia. Unas arruguitas que no habia advertido antes le rodeaban los ojos. Era como si le hubieran quitado una capa de barniz, penso Hannah, y estuviera alli con el rostro desprovisto de su habitual lustre.
– Menos mal -dijo el, con un suspiro-. Pero es que estoy preocupado por ti. Cuando no se entiende el motivo de algo es muy dificil dejar de pensar en ello.
Hannah no respondio. Se sentia agotada para reiterar su ignorancia una vez mas. Al cabo de un momento, Patrick prosiguio:
– Esta manana me he portado como un bruto contigo. No se por que. Un monton de fantasias infantiles que se desmoronaban, supongo. -Ante la expresion de sorpresa de ella, trato de explicarse-. Bueno, lo de siempre, ya sabes… Primero era mi madre -se llevo la mano a la frente y sonrio-, muerta de parto, bendiciendome con su ultimo aliento. Luego la imaginaba calida, dulce, reconfortante… que me iba a encontrar y me iba a acoger en el seno de otra familia. Fantasias de hijo unico. Nunca -se inclino hacia delante, sonriendo de nuevo- la imagine como una mujer de exito, inteligente, estimulante y atractiva. Ha sido un buen susto, te lo aseguro.
Hannah se paso los dedos por el cabello, consciente de pronto de su aspecto.
– Lo siento -dijo, sin saber muy bien si se referia a haber desvelado su identidad o a no corresponder a la imagen materna que el se habia forjado.
– ?Lo sientes? Tenia que haber superado ese bagaje emocional hace mucho tiempo. Y ni siquiera te he preguntado por mi padre.
Patrick se llevo las manos a las rodillas, y Hannah percibio una repentina vulnerabilidad bajo su actitud desenfadada.
– Me negue a decirles a mis padres quien era, pero supongo que tu mereces saber algo -dijo, con reticencia-. Se llamaba Matthew Carnegie. De una buena familia -torcio la boca con un rictus amargo-. Eso hubiera dicho mi padre. No se que fue de el, no quise volver a verlo. -Proyecto su mente a traves de los barrotes levantados a lo largo de los anos, tratando de recordar lo que le habia atraido de el a los dieciseis anos-. Era rubio, de ahi te viene tu coloracion, y guapo, larguirucho, poco formado todavia. Me hacia reir. -El recuerdo la sorprendio-. Y era tierno.
Patrick la escuchaba reflexivamente.
– No decirselo a tus padres debio requerir mucho valor.
– ?Valor? No, fue pura testarudez. Y que sabia que no toleraria la humillacion de que el se enterara, de que su familia se enterara.
Patrick se inclino hacia delante, con una mirada intensa.
– Hannah, ?crees que podriamos volver a empezar? Quizas no como lo hemos imaginado ninguno de los dos, hemos sido muy poco realistas, pero si como… amigos.
Hannah cerro los ojos, deteniendo una repentina ola de nostalgia.
– Nunca he esperado sustituir a tu madre. Ni serlo, en realidad. Solo buscaba cierta sensacion de pertenencia… de relacion.
Patrick tendio la mano y le toco el hombro con un poco de torpeza, como inseguro de que gesto hacer.
– Mas vale que te deje descansar. -Se levanto-. Hannah, ten cuidado. No soportaria perderte -en su voz habia cierta ironia- ahora que te he encontrado.
Kincaid descubrio, como Patrick Rennie antes que el, que la puerta de Cassie solo estaba entornada. Dio unos golpecitos suavemente. Al no oir respuesta, la empujo despacio.
La unica luz del salon del chalet llegaba de un globo del distribuidor que habia detras, asi que le costo un momento orientarse. La voz de Cassie llego del sillon junto al fuego, malhumorada y concisa.
– Larguese.
Kincaid busco a tientas el interruptor de la lampara de mesa y parpadeo ante el estallido repentino de luz amarilla. Cassie estaba acurrucada en el sillon, palida y despeinada, envuelta en una bata acolchada. Solo sus piernas desnudas y extendidas ante si mantenian su elegancia.
– Deberia empezar por cerrar la puerta -dijo Kincaid, apartando sin ganas la vista de sus piernas para mirarle la cara.
– Ya no tiene mucho sentido, ?no?
Kincaid se apoyo en el brazo del otro sillon, como la vez pasada.
– Parece que ha liado bien las cosas, ?eh? -le dijo con frivolidad.
La rabia brillo en los ojos dorados de ella.
– ?Yo?, por favor. -Aparto la cara y Kincaid pudo ver una marca roja en su mejilla-. Ese bruto me ha pegado.
– ?Quien, Graham?
– ?Graham, claro! Patrick ha actuado como un rey ofendido y se ha marchado corriendo, pero primero ha dejado nuestra situacion bien clara para Graham. ?Quien le ha dado los detalles sordidos? -Cassie lo miro, acusadora.
– Patrick.
– Vaya. -Se le llenaron los ojos de lagrimas, que le resbalaron por la cara. No hizo ningun gesto para secarlas-. Todo se ha acabado.
– ?Se ha acabado Downing Street?
– Es… -empezo Cassie, pero se rindio, demasiado abatida incluso para insultarlo.
– Antes o despues, tenia que ocurrir -dijo Kincaid, mas amable-. El juego era arriesgado.
Cassie se incorporo un poco en su asiento y se seco las mejillas con el dorso de las manos.
– No podia imaginar que Graham fuera tan duro de apartar. -Resoplo por la nariz-. Empezo de manera informal, antes de que conociera a Patrick. Pero cuanto mas intentaba enfriar las cosas con Graham, mas insistente se ponia. Entonces empece a tener miedo de cortar, miedo de lo que podria hacer.
– ?La amenazaba?
Cassie se encogio de hombros.
– No muy claramente. Pero hacia pequenos comentarios… ?Y si alguien le contaba al director que me acostaba con los propietarios? ?Perderia el trabajo? Esas cosas. Yo eso no lo aguantaba. Al principio pude sortearlo. Luego Graham cambio la semana… no tenia que esperar a que acabara el curso porque Angela no estaba en el colegio, y el queria verme.
– Y tuvo la suerte -interrumpio Kincaid- de disponer de la semana de las vacaciones escolares…
– ?La suerte? -Cassie parecio desconcertada-. Podia reservar la semana que quisiera y ademas podia cambiarla cuando prefiriera. Siempre hay gente que esta dispuesta al intercambio. ?Por que tuvo que escoger esta semana? -dijo, y levanto los ojos, implorante. Era una pregunta de la que no esperaba respuesta.
A Kincaid se le ocurrio que estaba mas guapa asi, sin el aspecto sofisticado de estilo americano, con el cabello de color castano desgrenado, su actitud altanera en suspenso. Imaginaba que tambien en la cama perdia esa dureza, y el contraste debia hacerla muy atractiva a Patrick y a Graham Frazer. Dejando de lado sus especulaciones, pregunto:
– ?Que es lo que ha pasado hoy?
Cassie trago saliva y se recogio el cabello por detras de la oreja.
– Que Graham se ha puesto furioso. Yo nunca lo habia visto de ese modo. Pensaba que le habia tomado el pelo…, que lo habia usado, decia. -Levanto la vista hacia Kincaid-. Hoy yo no he participado con muchas ganas. Pero eso Patrick no podia saberlo.
– No. ?Y luego, despues de que Patrick se marchara?
Cassie se llevo un dedo a la mejilla.
– Tuve suerte de que se resolviera tan facilmente. Ahora se ha acabado, por fin.
– ?A que hora de la tarde ha pasado todo esto?
– ?Como voy a saberlo? -grito Cassie-. Toda mi vida se tambalea y usted quiere que me fije en la hora.
– Puede ser muy importante saber que estaban haciendo exactamente cada uno de ustedes cuando a alguien le ha dado por empujar a Hannah por las escaleras. ?Nadie se lo ha preguntado?