– Mejor que dejemos sitio para las masas.

Al llegar a la interseccion con Pilgrim’s Lane, la sombra de la jefatura de policia de Hampstead se levantaba ante ellos. A Kincaid le parecio bastante ironico que hubiera optado por vivir a pocas manzanas de aquel edificio tan evocativo, disenado por J. Dixon Butler, el arquitecto que colaboro con Norman Shaw en el New Scotland Yard. En la imaginacion de Kincaid la niebla se arremolinaba en torno a los gabletes de la epoca de la reina Ana, y los bobbies victorianos corrian presurosos a algun rescate.

Cuando llegaron a Carlingford Road el comandante hablo y rompio el silencio que se habia creado entre ellos.

– ?Y que hay del minino? ?Ha hecho planes para el?

– ?El minino? -repitio Kincaid con cara inexpresiva-. ?Ah!, el gato. No, no he pensado nada. No querra usted…

El comandante ya negaba con la cabeza.

– Yo no puedo tener bichos en casa, me hacen estornudar. Y haria agujeros en la tierra de mis flores. -El bigote se le erizo de asco-. Pero habria que hacer algo.

Kincaid suspiro.

– Ya lo se, vere que se puede hacer. Buenas noches, comandante.

– Senor Kincaid. -Se detuvo al subir las escaleras de la puerta principal-. Creo que hara mas dano que otra cosa excavando en este asunto. Hay cosas que mas vale no remover.

***

Kincaid media el salon de su casa con pasos inquietos. Era todavia temprano, no eran ni las nueve, y estaba cansado pero nervioso, incapaz de centrarse en nada. Hizo un poco de zapeo y apago la tele fastidiado. Ninguna de sus cintas o de sus cedes lo atraian, ni tampoco los libros que no habia podido leer todavia.

Cuando se encontro examinando las fotografias de las paredes, se volvio a mirar la caja de carton marron que estaba en la mesita baja. Una elusion clasica, el rechazo a enfrentarse con una tarea desagradable, o, para ser mas sincero, penso, temia que Jasmine pudiera resurgir de las paginas de su diario, fresca y dolorosamente real.

Kincaid se permitio retrasarlo un poco mas, el tiempo de preparar un cafe. Llevo la taza al salon y se instalo en el sofa dentro del circulo de luz proyectado por la lampara de pie. Tiro de la caja de carton para acercarla un poco y paso los dedos por los bonitos lomos azules de los diarios. Estaban agrietados y tenian incrustado un polvo seco y fino.

Si tenia que hacerlo, entonces empezaria por orden cronologico; en los libros mas antiguos, la Jasmine que habia conocido el seria menos inmediata, y ya habia mirado brevemente el ultimo diario sin encontrar nada util. Saco el mas gastado del fondo de la caja y lo abrio. Las paginas estaban amarillas y se cuarteaban y olian un poco a moho. Kincaid contuvo un estornudo.

Las entradas empezaban en 1951. La letra de la Jasmine de diez anos era pequena y cuidada, las anotaciones triviales y muy concienzudas: los logros de Theo -en los que se intuia ya su actitud posesiva-, los premios ganados en la escuela, una clase de tenis, un paseo con el caballo del vecino.

Kincaid leyo por encima las paginas de un primer cuaderno, de un segundo, de un tercero. Con el pasar de los anos, la escritura cambio, y evoluciono en la tipica y tan reconocible escritura de Jasmine. Algunas veces las entradas saltaban semanas; a veces, meses, y aunque se volvia mas natural, seguia siendo emocionalmente irrelevante. Habia empezado el cuarto libro, cuando una entrada fechada en marzo de 1956 lo hizo parar en seco. Retrocedio hasta el principio y se puso a leer con mayor atencion.

9 de marzo

Theo cumple diez anos. La celebracion de siempre. Lo mismo que el ano pasado y todos los anos anteriores. Los tres en torno a la mesa del comedor, vestidos con nuestras mejores prendas, agobiados, con las contraventanas cerradas, sin hablar. El cocinero ha hecho lo que le parece que ha de ser un pastel de cumpleanos ingles. Horrible, como siempre, pero papa no hacia mas que mirar como perdido y Theo ni siquiera se burlaba. Yo queria gritar.

Papa le ha regalado a Theo un kit de modelo de avion, que, claro esta, a Theo no le importa nada. Al final lo ayudare yo a montarlo, para no herir los sentimientos de papa. He entrenado el caballo de la maldita senora Savarkar durante un mes para ganar el dinero suficiente para comprarle a Theo una raqueta de tenis. A mi el caballo no me molesta, pero la senora S. es una bruja, siempre mostrandose tan superior a nosotros porque somos «pobres ingleses».

Me acuerdo de verdad de la noche en que nacio Theo, o es que he oido las historias del aya tantas veces que no se donde acaban las historias y donde empiezan los recuerdos. Recuerdo gritos y humo y el olor a quemado, pero creo que todo esto sucedio mas tarde y que en mi mente se ha mezclado con los golpes del medico en la puerta y los gritos de mi madre.

22 de mayo

El senor Patel me ha vuelto a pellizcar el brazo en clase. Pasea entre las filas, haciendo ruido como de hojas secas y mirando por encima de nuestros hombros mientras trabajamos. Noto como se acerca por detras y el cogote se me calienta.

Hoy me ha agarrado el brazo por la axila y ha apretado hasta que me he mordido el labio para no gritar. Dice que no he hecho bien los deberes, pero es una excusa para retenerme luego, todo el mundo lo sabe. He oido las risitas de las otras ninas por detras.

«Jasssmine», ha dicho cuando ha dejado salir a los demas, silbando la «s» de mi nombre hasta que se me ha puesto la piel de gallina. «?Te acuerdas de tu madre inglesa, Jasmine? Alguien te tiene que ensenar las cosas, Jasmine.» El se movia alrededor de su mesa y yo retrocedia hacia la puerta, con los libros contra el pecho para que no me lo mirara. «No deberias salir al sol, te hace parecer una chica nativa.» Entonces me sonrio. Parecia una tortuga calva, con su asqueroso cuello retorcido y los ojos centelleantes. He echado a correr antes de que pudiera volver a tocarme, he corrido hasta casa y he vomitado. Ojala pudiera matarlo.

Las marcas de sus dedos se me han vuelto moradas mientras venia a casa. Me he puesto una blusa de manga larga antes de que papa y Theo las vieran. No vale la pena decirselo a papa. Ya lo intente una vez. Se le puso esa mirada vaga, como si quisiera estar en otro lugar, y me dijo que tenia mucha imaginacion.

Ya se por que el senor Patel me ha preguntado por mama. Creen que soy mestiza, por mi color, y porque mama, despues de todo, no era inglesa.

Recuerdo a mi madre. Recuerdo el tacto suave de sus vestidos y el olor a rosas. Me acuerdo de las munecas que me mando de Inglaterra y de las historias que inventamos sobre ellas. «Crece como una verdadera nina inglesa, Jasmine», me decia, «asi sabras como son las cosas cuando volvamos a casa.» Siempre hablaba de eso, de volver a casa. Creo que odiaba este lugar. ?Se puede morir de anoranza de casa?

5 de junio

Theo, el muy burro, le ha dicho a papa que no he ido al colegio mientras ha estado fuera. Papa ha puesto su cara triste y ha dicho que le estaba haciendo la vida dificil, y que a partir de ahora tendria que hablar con el director.

30 de junio

Ayer murio papa. El medico dijo que fue el corazon, algo relacionado con las fiebres que habia contraido cuando llego aqui.

Estaba leyendo el periodico durante la cena. Dijo que no se encontraba bien, como sorprendido,

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