Gemma intuyo el ceno que no podia ver tras las gafas oscuras de Kincaid.

– Las once del domingo y Felicity esta trabajando en el jardin. No va a misa.

– Tal vez vaya a primera hora -dijo Kincaid, divertido.

– No se habia maquillado -replico Gemma-, ni rastro de pintalabios. No me digas que una mujer guapa como Felicity se levanta y va a misa el domingo sin una pizca de maquillaje.

– Muy observadora -Kincaid sonrio con sorna, luego se puso serio-. Tal vez la fe que mantenga a Felicity no es de las que se ven.

Estaban emprendiendo la subida por las faldas de Dorking. Kincaid saco un mapa del bolsillo de la puerta y se lo tendio a Gemma.

– Comprueba si tenemos que tomar la A25 para Abinger Hammer, por favor. -Mientras Gemma abria el mapa, prosiguio-: Meg es originaria de aqui. Dice que su padre tiene un garaje. No esta tan lejos de Londres como para que su familia haya cortado los lazos completamente. ?Crees que…?

– Pronto hay un desvio -interrumpio Gemma-. A25 oeste hacia Guilford. -Cuando Kincaid se dirigio hacia la rotonda, le pregunto-. Perdona, ?que estabas diciendo?

– Es igual, pensemos en la comida.

***

Abinger Hammer era mas una aldea que un pueblo, pocas tiendas y un parque atravesado por un riachuelo. La tienda de Theo Dent, Bagatelas, se encontraba en una curva de la carretera, en frente del salon de te y del reloj del pueblo, dotado con su caracteristico carillon de madera.

Gemma y Kincaid se comieron un bocadillo de queso y tomate sentados al sol en el pequeno jardin tapiado del salon de te. Los bocadillos iban acompanados de unos berros, todo servido alegremente por una camarera adolescente con el cabello rosa y muchos pendientes.

– Una punk de pueblo -dijo Kincaid mientras se metia en la boca un berro con los dedos.

– No creo que haya mucha vida nocturna por aqui -dijo Gemma, quien no habia superado su desden londinense por la vida de pueblo.

– La disco del pueblo, supongo, o los videojuegos del pub, para los que tengan la edad adecuada.

– ?Puaj! -exclamo Gemma con cara de asco.

Kincaid se echo a reir.

– Piensalo, Gemma, ?no es lo que te gustaria para Toby, cuando crezca? ?Sin mas problemas?

Ella sacudio la cabeza.

– No quiero pensar en eso todavia. -Gemma se acabo el bocadillo y espanto un abejorro que daba vueltas en torno a su mesa-. ?Tu creciste en un lugar tan pequeno como este?

– No tanto, no. Relativamente civilizado, para tus estandares. Teniamos un cafe, pero entonces no habia videojuegos, solo dardos.

La sorna de su sonrisa le dijo a Gemma que le estaba tomando un poco el pelo. El abejorro insistente cayo en el te de Kincaid, quien lo saco y se estiro.

– Vamos a ver que estuvo haciendo Theo Dent el jueves por la noche.

Unas campanillas sonaron en la trastienda cuando Gemma y Kincaid entraron en Bagatelas y cerraron la puerta tras ellos. El letrero de «Cerrado» colgado en el interior de la puerta se balanceo ritmicamente, como contrapunto al sonido de las campanillas que se extinguia.

Les costo un momento que sus ojos se adaptaran despues del cegador sol del exterior.

– Parece que tenemos la tienda para nosotros solos -dijo Kincaid bajito, a la vez que miraba a su alrededor-. No vende mucho un domingo por la tarde.

– Hace demasiado buen tiempo -sugirio Gemma. La tienda parecia increiblemente calida y cargada. Haces de luz entraban de forma sesgada por las ventanas sin cortinas, iluminando objetos polvorientos. Gemma se volvio y reviso estantes y mesas atestadas, entre otras cosas, de ceramica china desaparejada, objetos de bronce, cuadros de caza descoloridos, y una caja de cristal llena de botones antiguos.

– Todo esto necesita un dia de lluvia para entrar a verlo -dijo, al tiempo que llevaba hacia el trasluz una mantequillera de porcelana decorada con sauces y entornaba los ojos-. ?Vaya!, esta agrietada, ?que pena!

Oyeron unos rapidos pasos por las escaleras y la puerta de la trastienda se abrio de golpe.

– Lo siento, estaba acabando de… -Theo Dent se detuvo en seco mientras se subia las gafas por el puente de la nariz y miraba anonadado a Kincaid-. ?Senor Kincaid? No le habia reconocido… No me esperaba…

– Hola, Theo, no queria darte un susto. Tenia que haber llamado antes, pero hacia un buen dia para dar un paseo.

Bobadas, penso Gemma, al escuchar las desvaidas explicaciones de Kincaid. Lo conocia lo bastante para saber que su intencion era pillar a Theo desprevenido. Aquello podia ser una curiosidad extraoficial, pero la tecnica de trabajo de Kincaid estaba en marcha.

Kincaid presento a Gemma y dejo nuevamente su relacion abierta a cualquier interpretacion, y Theo le estrecho la mano. Gemma lo observo: era un hombre menudo de cabeza ovalada y una mata de cabello rizado de color castano mezclado con gris, con unas gafas redondas de marco dorado que le daban un aspecto pasado de moda. Tenia las manos pequenas y mas suaves que las suyas.

– Encantada. Tiene cosas preciosas.

Gemma hizo un gesto por la estancia y cogio el primer objeto que le vino a la mano, una porcelana en forma de colmena.

– ?De verdad le gustan? -Theo parecia extremamente complacido. Le dirigio a Gemma una sonrisa radiante, que mostraba unos dientes pequenos, uniformes y blancos-. ?Le gustan los tarros de miel? Mire, mire este. -Cogio de un estante otra porcelana, una casita con el tejado de paja-. Y este. -Ahora era una porcelana blanca, decorada con ratoncitos asomados a unas zarzas-. ?Sabia que los egipcios creian que la miel venia de las lagrimas de Ra, el dios del sol? Ningun faraon era enterrado sin un tarro de miel sellado…

– Theo -Kincaid interrumpio su monologo entusiasta-, ?donde podriamos hablar?

– ?Hablar? -Theo parecio desconcertado. Miro con esperanza a su alrededor, pero al no ver sillas, dijo-: Ah, claro, podriamos subir. -Se volvio y los guio mientras les dirigia miradas de preocupacion por encima del hombro-. Esta poco… Espero que no les importe.

Al parecer, el piso de arriba servia como vivienda y como oficina a la vez, y la oficina consistia en una mesa muy estropeada cubierta con trozos de papel y un viejo telefono de baquelita. Como vivienda no era mucho mejor, en opinion de Gemma: una cama plegable hecha con prisas, y un sillon de cuero eran todo el mobiliario; los dos bien dispuestos delante de un televisor de color y un videocassette. Una cortina tapaba lo que supuso Gemma que serian el bano y la cocina.

– El almuerzo -dijo Theo en tono de disculpa al tiempo que recogia un plato con cortezas de pan y un sobre de sopa instantanea y los dejaba detras de la cortina. Indico a Kincaid el sillon de cuero y desplazo la silla del escritorio para Gemma. Eso lo dejo torpemente de pie, hasta que vio un cajon de embalar vacio, lo volco y lo uso como taburete improvisado. Perdio algo de su inquieta actitud y sonrio, autodestructivo.

– No recibo muchas visitas, como comprenderan. Habria limpiado un poco la casa para Jasmine, si hubiera venido. -Theo respiro hondo-. Bueno, Duncan, ?por que querias verme? No habras traido a esta senora tan guapa para que vea mis colecciones.

Senalo a Gemma cuando hablaba, y ella volvio a tener la impresion de que usaba un tono un poco anticuado.

– Me han llegado los resultados de la autopsia de tu hermana, Theo. Murio por una sobredosis de morfina. - Kincaid hablo suavemente, sin enfasis.

La vista de Theo se extravio, y se quedo tan quieto que Gemma miro a Kincaid interrogante, pero al instante suspiro y dijo:

– Gracias, es lo que habia estado esperando desde que hablaste conmigo el viernes. Has sido muy amable viniendo hasta aqui para contarmelo.

Gemma, que sabia que la amabilidad no habia sido el movil de Kincaid, lo vio sonrojarse ligeramente.

– Theo…

– Fue la sorpresa lo que me dejo tan mal. Ahora he tenido un poco de tiempo para hacerme a la idea, y me doy cuenta de que seria muy propio de Jasmine, pero lo que no entiendo todavia -Theo miro a Kincaid y luego a

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