Gemma, para incluirla en la pregunta- es por que me pidio que la llamara y la fuera a ver hoy.

– Theo -insistio Kincaid-, hay otra posibilidad. El juez de instruccion probablemente dara un veredicto de suicidio, a no ser que aportemos pruebas de lo contrario.

– ?De lo contrario? ?Que quieres decir con lo contrario? -Theo junto las cejas sobre el marco dorado de las gafas.

Kincaid se sento y se inclino hacia Theo mientras le hablaba con mas prisas ahora.

– La morfina pudo darsela otra persona. Tal vez Jasmine le dijo a Margaret la verdad, que habia cambiado de idea con respecto al suicidio, y tal vez a alguien no le gustara esa decision.

– ?No hablaras en serio? -Theo escruto en la expresion de Kincaid algun indicio de broma, pero como no lo encontro se volvio hacia Gemma en busca de confirmacion. Ella asintio.

– Si, habla en serio.

– ?Pero, por que? -La voz de Theo se alzo hasta convertirse en un chillido-. ?Por que iba a querer nadie matar a Jasmine? ?Se estaba muriendo, Dios mio! Tu mismo dijiste que solo le quedaban unos meses. -Respiro y se subio las gafas por el puente de la nariz y luego apunto un dedo acusador hacia Kincaid-. ?Y como iba a darle alguien tanta morfina sin que ella lo supiera?

Un buen punto de vista, penso Gemma, y a Kincaid no se le ha ocurrido.

– No lo se, Theo. Yo he supuesto que fue alguien que ella conocia. En cuanto al por que -el tono de Kincaid se volvio menos conciliador-, alguien podria tener prisa por algun motivo. ?Que sabes de la herencia de Jasmine?

– ?La herencia? -Theo puso cara de incomprension.

– Vamos, hombre, que no hay por que sorprenderse tanto. -Kincaid se levanto y camino por el cuartito-. Alguna idea tendras de como iba a disponer Jasmine de su propiedad. Me conto que habia hecho algunas buenas inversiones desde hacia algunos anos, y el valor del piso es alto. ?Sera todo para ti?

– No lo se. -Theo levanto la vista hacia Kincaid, y a Gemma le dio la impresion de que se habia encogido ante sus ojos-. Pago lo que quedaba de la hipoteca de aqui. Yo estaba sin blanca, en un momento dificil. -Se volvio hacia Gemma en busca de comprension-. Es que algunas cosas no habian salido bien. Nunca habia llegado a pensar lo que pasaria si ella muriera.

Kincaid arqueo las cejas, incredulo, y abrio la boca para protestar, pero cambio de tactica.

– ?Que hiciste el jueves por la noche?

– ?El jueves?

– La noche que murio Jasmine, Theo -apremio Kincaid.

– Pues estuve aqui, como no. ?Donde iba a estar? -Theo parecia muy asustado ahora, casi a punto de llorar.

– Empecemos por el principio -dijo Gemma para sacar a Theo del apuro-. ?A que hora cierra la tienda?

– A eso de las cinco y media, normalmente.

– ?Y ese dia cerro a las cinco y media? ?Y luego que hizo?

– Bueno, ordene un poco y cerre la caja, luego cene enfrente. -Theo parecio mas relajado y miro esperanzado a Gemma por su ayuda. Kincaid se habia acercado a la ventana y miraba la calle.

– ?Enfrente? No he visto ningun restaurante…

– No, no, solo hay el pub abierto por la noche. El salon de te cierra a las cinco. Siempre voy al pub a cenar. La comida es buena, y aqui no puedo cocinar mucho -senalo la cortina-, solo hay una placa.

– Dijiste que no bebias mucho -dijo Kincaid desde la ventana.

Theo se sonrojo.

– No bebo, solo media pinta de sidra dulce de vez en cuando.

Gemma volvio a tomar las riendas.

– ?Que hizo al acabar de cenar? ?Tiene coche?

La pregunta enfurecio a Theo.

– Pues no, no tengo coche, si le puede importar a alguien. Volvi aqui. No hay mucho que hacer en Abinger Hammer. Ademas -sonrio a Gemma, mientras su acceso de mal genio se evaporaba, e indico la television-, tenia una pelicula nueva. Habia llegado al videoclub por la tarde, Niebla en el pasado, de 1942, con Ronald Colman y Greer Garson. Muy buena. Hay un oficial de la Primera Guerra mundial amnesico por la guerra, a quien una mujer salva de pasar la vida en el manicomio… Bueno, da igual. En fin, vi esa pelicula, lei un poco, luego me acoste. -Miro a Kincaid, quien habia vuelto a apoyarse en el respaldo del sillon-. ?Satisfecho?

– Lo siento -dijo Kincaid, en pie mientras le tendia la mano a Theo-, es que me gusta ir al grano. Supongo que tendras que declarar para la investigacion. Te informare de los detalles.

– Encantada de conocerle, Theo. Siento mucho lo de su hermana. -Gemma tomo la mano de Theo, sorprendida de encontrarla helada en aquel ambiente caluroso.

Theo los siguio por las empinadas escaleras y Gemma echo un ultimo vistazo al agrietado tarro de miel antes de que cerrara la puerta tras ellos.

Salieron de la tienda sin hablar y emprendieron el camino junto al rio. Kincaid caminaba con los hombros hundidos y las manos en los bolsillos, sin mirar a Gemma.

– Me has obligado a hacer el papel de policia buena con ese pobre hombre. Y despues te estaba muy agradecido. ?Era eso lo que esperabas, cuando me has pedido que viniera? -Gemma se detuvo y lo obligo a volverse para mirarla.

– No, supongo que es por costumbre. Me siento como si hubiera pegado a un nino, pero Gemma, por Dios, ?como se puede ser tan bobalicon? No puedo creer que nunca llegara a pensar lo que ocurriria con el dinero de Jasmine.

– Vamos, yo no creo que sea estupido, Duncan. -Gemma volvio a caminar y Kincaid la siguio-. Quizas inocente, y un poco fragil. No creo que pienses que Theo tiene algo que ver con la muerte de Jasmine…

– Es por lo desamparado que parece -dijo Kincaid con sorna-. Ha despertado tus instintos protectores. Seguro que alguien debio sentir lo mismo por un asesino como el doctor Crippen.

– No tienes motivos para no creerle -replico Gemma, tocada-. ?Tu has pensado en lo que pasaria con el dinero de tus padres, o el de tu hermano, si murieran de repente?

– No, pero no estan enfermos, ni me mantienen. Parece que Theo sigue necesitando toda la ayuda posible. El negocio no parece muy prospero.

Doblaron un recodo y siguieron el curso del rio hacia el puente, al final del pueblo. Los berros, que brillaban formando motas verdes bajo la luz del sol, crecian abundantemente al borde del agua. Los columpios estaban vacios en el prado, un balancin se mecia suavemente con la brisa, y Gemma se encontro a si misma deseando, de manera intensa, que la escapada de la tarde no tuviera ningun otro motivo mas siniestro que ese paseo por la orilla.

– Son casi las tres, y apuesto a que es el unico pub del pueblo. -Kincaid senalo un edificio bajo, blanco, en el cruce, al otro lado del puente-. Supongo que eso es «enfrente». Si queremos charlar amablemente con el propietario del Bull and Whistle antes de que cierre, vamos ya. -La sorna volvio a aflorar-: Te invito a una sidra dulce.

***

El afable propietario del Bull and Whistle confirmo que, efectivamente, Theo habia cenado alli el jueves por la noche.

– Viene todas las noches a la misma hora. Notaria mas su ausencia que su presencia. El jueves hay lasana vegetal; recuerdo lo contento que se puso cuando lo leyo en la pizarra. El hombre retiro el posavasos de Gemma y la miro con aprobacion.

– ?Algo mas, senorita?

– Ya esta, gracias.

Gemma habia pedido una sidra seca fulminando a Kincaid con la mirada, por lo que el dedujo que estaba harta de que se metiera con ella por su preferencia por las bebidas dulces. Se sento en la barra, a su lado, inescrutable, tajante, tan fria como se lo permitian los colores de los pantalones claros y la camisa canela de algodon. Al mirarla, Kincaid se sintio desalinado.

La pizarra sobre la barra no lucia mas que unas rayas de tiza.

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