secretaria de Denis Childs, una chica regordeta y de cabello oscuro, levanto la vista de la maquina de escribir y le dirigio una amplia sonrisa.

– Buenos dias, senor Kincaid, ?que desea usted?

El comisario jefe tenia el don de escoger personal tan agradable como eficiente, y que mantenia su maquinaria oficial bien engrasada.

– Holly, ?esta? -Kincaid indico la puerta cerrada del despacho interior.

– Esta leyendo informes, creo. No hay nada urgente esta manana, llame a la puerta.

Antes de acabar la frase ya habia vuelto al teclado, y sus dedos volaban sobre las teclas.

El comisario jefe habia montado su despacho con un estilo moderno escandinavo, todo madera clara, mimbre y plantas, y Kincaid sospechaba que el motivo era mas una especie de lucha contra las convenciones que una preferencia especial.

Denis Childs estaba reclinado en la silla detras del escritorio, con un informe en equilibrio sobre las rodillas cruzadas y un cigarrillo se consumia en el cenicero situado en el borde de la mesa. El tamano de Childs hacia que los muebles parecieran insignificantes, y la claridad del conjunto resultaba anemica en comparacion con su cabello negro y sus vivos ojos castanos.

– ?Que ocurre, Duncan? Coge una silla.

Paso la ultima pagina del informe y lo metio en el cesto, apago la colilla y entrelazo las manos sobre la cintura, listo para escucharle atentamente, como de costumbre.

Tras acomodarse en la silla de las visitas, Kincaid conto los detalles de la muerte de Jasmine y sus acciones posteriores.

– Me gustaria llevar a cabo una investigacion oficial -concluyo-. No necesitare muchos refuerzos; en realidad, solo a Gemma y a mi mismo.

Childs lo penso un momento antes de hablar mientras se acariciaba la barriga con los dedos.

– Parece un simple suicidio. Ya sabes que en estos casos lo solemos mirar de otra manera. No ganamos nada en insistir, sobre todo por la familia; sin embargo, si hay alguna prueba directa de que la joven… ?como se llama?

– Margaret Bellamy.

– … de que Margaret Bellamy estuviera presente y ayudara fisicamente al suicidio de tu amiga de algun modo, deberiamos presentar los cargos.

– No puedo descartarlo. Ella dice que no estaba alli esa noche, pero no tiene coartada. -Kincaid se deslizo por el asiento y la silla crujio de forma alarmante-. Aunque esto no tiene ningun sentido. ?Por que menciono el pacto de suicidio? Si no hubiera dicho nada, yo no me habria preocupado tanto como para pedir una autopsia:

– ?Porque estaba bajo un estado de shock? -sugirio Childs mientras encendia un Player del paquete de su mesa y miraba a Kincaid a traves del humo.

Kincaid se encogio de hombros, irritado.

– Lo estaba, cierto, y sin duda no estaba, emocionalmente, en su momento mas lucido, pero no es estupida. Debe conocer la ley, y eso -se sento hacia delante en la silla y se apreto los brazos- es lo que me molesta. Jasmine, sin duda, conocia el riesgo que corria Meg. He leido los libros de Exit -Kincaid no hizo caso de las cejas arqueadas de su jefe- y recomiendan fuertemente que se den a conocer las propias intenciones a amigos y familiares, y se dejen documentos exculpatorios en caso de sospecha.

– ?Una nota de suicidio?

– No necesariamente… si es que queria que se pensase que se trataba de muerte natural, pero Exit recomienda una declaracion de intenciones detallada, firmada y fechada, por si se pone en cuestion la muerte. No estamos hablando de una nota con un «ya no aguanto mas». Jasmine no dejo ni un hilo que yo haya podido seguir.

Childs suspiro y se balanceo suavemente en la silla, adelante y atras.

– ?Y no te encaja con su caracter? Cuando una persona esta enferma no siempre actua…

– No es el primero que me lo dice, pero dudo haber encontrado nunca a nadie tan racional como Jasmine, y sin duda el suicidio puede ser una decision racional para un enfermo terminal.

– ?Has hablado con su abogado? Puede que le haya dejado los documentos de descargo.

– Es lo primero que hare -dijo Kincaid, aliviado con el giro de la entrevista. Sabia que su jefe no abandonaba facilmente un problema una vez habia empezado a preocuparse por el.

– Te dare una autorizacion para acceder a los archivos del abogado. ?Queda algo para los muchachos forenses?

Kincaid solto una carcajada.

– Seria un milagro que quedase nada: el lugar esta limpio. Hay un par de viales de morfina en la nevera, pero es improbable que falte la suficiente para dar cuenta de la muerte de Jasmine. Los traere, pero dudo mucho de que encontremos huellas a las que no hubieran tenido acceso ya. Si ha sido un asesinato, se ha hecho con mucho cuidado. -Se mordio el pulgar mientras pensaba-. Si Jasmine se mato, ?que hizo con el vial vacio de morfina? Lo he registrado todo escrupulosamente.

Childs echo la silla hacia delante para aplastar la colilla.

– Te puedo dar unos dias, si no hay nada mas urgente. Esta manana pongo a Sullivan, nos debe un dolor de cabeza.

La sonrisa perversa, pero benigna que acompano este ultimo comentario alegro a Kincaid de no estar en la piel de Bill Sullivan.

– ?Y Gemma? -pregunto Kincaid.

– La ultima vez que se la asigne a Sullivan casi me dio un ataque. Dos pelirrojos no hacen equipo; al menos, esos dos. Puedes quedartela un par de dias, si ella quiere… y que conste que no puedo darte mas tiempo.

– Bien -dijo Kincaid mientras se levantaba para salir. -Gracias, jefe.

***

Kincaid encontro a Gemma esperandolo en su despacho, acomodada en la silla del escritorio. Cuando hizo ademan de levantarse, el le hizo un gesto negativo y se sento en el borde de la maltratada mesa. La decoracion de su despacho nunca habia pasado de funcional, nunca conseguia que Scotland Yard le asignara mas que estanterias.

Todo el espacio libre del minusculo despacho encerraba libros. El cementerio de libros de mi madre, penso Kincaid mientras repasaba los volumenes apinados en los estantes sin orden ni concierto. Eran volumenes que le llegaban regularmente de la oficina de correos de Cheshire, siempre algo con que «acababa de dar» en la tienda: desde manuales de fontaneria hasta ciencia-ficcion rusa, todo el espectro de los entusiasmos de su madre. En aquella batalla por su educacion continua, Kincaid veia la decepcion de su madre ante su negativa a ir a la universidad, y nunca se resolvia a devolver o a dar los libros, y aunque se burlaba de su madre por sus obsesiones, resultaba imposible crecer entre libros, como el, y no quererlos.

Gemma cerro la carpeta que habia estado examinando y se la tendio a Kincaid.

– El informe de la autopsia de Jasmine. No hay pruebas de pinchazos, la morfina debio suministrarse a traves del cateter.

– No es de extranar.

– He ido a ver al juez de instruccion. Han fijado la vista para el miercoles.

Gemma se levanto y sacudio algunas migas del libro de expedientes, luego cogio un tazon de cafe con restos de pintalabios en el borde. Habia cambiado su traje de chaqueta habitual por un largo cardigan de color azul marino y una falda estampada de una tela suave.

– Esta manana te has puesto las pilas, ?eh? -Kincaid le sonrio-. ?Es ya el segundo desayuno?

Gemma hizo caso omiso.

– He oido que ibas directo a ver al jefe, ?que te ha dicho?

Kincaid se puso serio.

– Tenemos un par de dias, a no ser que llegue algo con lo que no pueda Sullivan; lo demas le toca todo a el. -Dio la vuelta al escritorio y tomo la silla que Gemma habia dejado libre, se apoyo en el respaldo y se puso a contar con los dedos-: lo primero, el abogado de Jasmine; ya voy yo. Me gustaria que tu pasaras por la oficina de Planificacion donde trabajaban Meg y Jasmine y vieras a Meg. Averigua lo que le dijo Jasmine sobre la legalidad

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