– Espere un momento -dijo mientras miraba interrogante a Gemma, pero sin molestarse en retirarse el auricular de la oreja.
– Me gustaria hablar con el encargado de la oficina.
Mostro su identificacion.
La chica se encogio de hombros y puso los ojos en blanco.
– Se referira usted a la senora Washburn, supongo. Arriba, la primera a la derecha -dijo, y volvio a su conversacion interrumpida. Cuando Gemma salia por la puerta, oyo que la chica decia con exagerado desanimo:
– Podria pasarse asi toda la noche, toda. Es que me tiene agotada.
Pobrecilla, penso Gemma con una sonrisa. ?Y que poco curiosa! La mayoria de la gente valora mas el crimen que el sexo.
Llamo a la puerta indicada y esta vez recibio una respuesta seca:
– ?Si? ?Que pasa?
El primer vistazo al irritado rostro de la senora Washburn no le dio esperanzas de una entrevista facil. Los rasgos duros de aquella mujer de mediana edad resultaban mas hostiles todavia por las gafas de montura oscura y el cabello tenido con henna.
Con la mejor sonrisa que pudo, Gemma se presento mientras tendia su identificacion por encima de la mesa, luego aparto la silla del visitante del borde de la mesa y se sento, cruzando las piernas.
– ?Pero que esta…?
– Quiero hablar con usted de Jasmine Dent, senora Washburn.
La senora Washburn se quedo boquiabierta y cualquiera que fuese la queja que iba a pronunciar se le olvido.
Un punto para mi, se dijo Gemma, y prosiguio antes de que su adversaria se recuperara.
– Tengo entendido que trabajaba mucho con la senorita Dent, senora Washburn. Seguro que puede ayudarme.
Sonrio, animosa, y miro la placa de cobre del escritorio. Ponia «Beatrice Washburn» en negras letras mayusculas. Gemma se pregunto si Jasmine habia sentido la necesidad de demostrar su importancia de esa manera, y si era asi, que habia ocurrido con su placa. De hecho, ?que habia sido de los efectos personales que Jasmine debio de haber tenido en la oficina?
– Bueno… Si, claro que trabajaba con Jasmine, ?que tragedia!, pero no se en que puedo…
– Tenemos algunas preguntas sobre las circunstancias de la muerte de la senorita Dent. Comprendera usted que las entrevistas a amigos y socios son un procedimiento rutinario. -Gemma se inclino hacia delante, complice-. Puesto que usted ha ocupado su puesto al morir ella, senora Washburn, he pensado que conoceria usted el trabajo de la senorita Dent y sus relaciones personales.
Negarlo hubiera sido un desastre, y la senora Washburn trago saliva y pico el anzuelo.
– Llegue poco antes de que la enfermedad de Jasmine la obligara a dimitir, asi que no la conoci muy bien.
– Pero ella debio de instruirla a usted…
La senora Washburn solto un bufido de dignidad herida.
– Yo tenia una experiencia considerable como encargada de planificacion antes de llegar aqui. He trabajado con…
– Sin duda hay cosas que aprender en todas las situaciones nuevas. Cada oficina tiene su manera de hacer las cosas, su personalidad, y la senorita Dent estaria familiarizada con ellas…
– Me fue de ayuda, si, pero ella consideraba que las confidencias personales no tenian lugar en la oficina, y yo estaba de acuerdo.
La senora Washburn acabo la frase con una expresion tan acida que Gemma imagino que tal vez se hubiera acercado a Jasmine con el anhelo de un cotilleo y hubiera recibido un bufido.
– ?La senorita Dent se trataba especialmente con alguien de la oficina?
– No esta bien relacionarse con los subordinados. Jasmine lo sabia.
?Trucha vieja!, penso Gemma: Seguro que todas las chicas de la oficina hacian muecas a sus espaldas.
– ?Y que me dice de Margaret Bellamy?
– ?De Margaret? -La irritacion arrugo el duro rostro de la senora Washburn-. Creo que Margaret la iba a ver a veces a casa cuando se retiro, pero no se si eran muy amigas antes.
Gemma se puso en pie.
– Me gustaria ver a Margaret, si le da unos minutos.
– Por supuesto, si es que la encuentra. -La senora Washburn emitio un grunido de fastidio y consulto el reloj-. Esa chica encuentra siempre excusas para alargar el almuerzo y llegar tarde al trabajo. Ya lleva otra vez media hora de retraso, y eso que ya esta amonestada por ello. No va a durar mucho conmigo, eso esta claro.
– La esperare -dijo Gemma, a la vista de que la senora Washburn no la invitaba a hacerlo. Le parecio muy raro que la senora Washburn no le preguntara por que la policia investigaba la muerte de Jasmine. La curiosidad era una condicion humana natural y, para Gemma, la falta de ella en Beatrice Washburn indicaba la existencia de un secreto o un interes solo por si misma muy fascinante.
– Senora Washburn -Gemma se volvio al llegar a la puerta-. ?Quien informo a la oficina de la muerte de Jasmine?
Su duro rostro permanecio inexpresivo.
– No lo se, una de las mecanografas subio a decirmelo: Carla. Se lo tendra que preguntar a ella.
Y volvio al archivo de su escritorio antes de que Gemma cerrara la puerta.
Gemma siguio el leve murmullo de voces hasta el fondo del vestibulo, luego abrio la puerta y asomo la cabeza. La conversacion se detuvo de forma tajante. Habia dos chicas sentadas ante sus ordenadores, con las mesas juntas para dejar espacio en la estancia al revoltijo de archivadores y de mesas de proyectos. Una tercera mesa, con la silla vacia, se encontraba debajo de la ventana.
Las chicas miraron a Gemma, sus rostro recelosos dejaban adivinar que sabian quien era. Habia infravalorado a la recepcionista: los «pajaritos» de la oficina funcionaban, al fin y al cabo.
– Estoy buscando a Margaret Bellamy -dijo inocentemente, mientras entraba y cerraba la puerta.
La chica que tenia mas cerca aparto su silla de ruedas de la mesa y la giro hacia Gemma.
– No esta.
Sonreia vacilante al tiempo que mostraba un diente roto.
– ?Crees que volvera pronto? La esperare.
Las chicas cruzaron una mirada, luego la primera volvio a hablar:
– Mas le vale; si no, esa bru… la senora Washburn la va a poner de patitas en la calle.
– ?Llega tarde? -Gemma se acerco a la primera chica y le tendio la mano-. Me llamo Gemma James.
– Yo, Carla; ella, Jennifer. -Indico con un gesto a la otra chica, que aun no habia abierto la boca.
Carla tenia una mata de cabello castano encrespado recogido con una banda y un rostro agradable de mandibula cuadrada. Las piernas, muy visibles bajo una minifalda elastica, parecian troncos de arbol. La otra chica, Jennifer, Gemma la vinculo con ese tipo de chicas que poseen el gen de la perfeccion; algunas mujeres nacen con el, y es imposible obtenerlo de otro modo: piel inmaculada, rasgos perfectos, cuerpo de modelo, cabello que siempre hacia lo que se esperaba de el, ropa a la ultima moda. Si ademas supiera hablar, no estaria mal, penso Gemma, sorprendiendose de ser tan sarcastica.
– ?Teneis idea de donde puede estar? -Gemma apoyo la cadera en un archivador bajo y consulto el reloj: casi la una y media.
Las chicas volvieron a mirarse, y esta vez debieron de cruzar una senal secreta, porque Jennifer hablo:
– Quizas esta fuera con el novio. -Su suave voz tenia un deje que podria ser del West Country, y los ojos azules mostraban una inteligencia sorprendente-. Estaba muy abatida esta manana. Por la senorita Dent. Usted ha venido por la senorita Dent, ?verdad?
El «pajarito» no solo funcionaba, sino que lo hacia a las mil maravillas.
– En cierto modo -respondio Gemma vagamente-. ?Conoceis al novio de Margaret?