llego la tetera humeante, Gemma echo agua caliente en la taza medio vacia de Margaret sin preguntar, luego aguardo de nuevo.

– No habia fijado la fecha -continuo Margaret, como si no hubiera habido interrupcion, con la vista en el circulo de sus manos en torno a la taza caliente-. Empece a tener miedo cada vez que iba a verla. «?Ha llegado el dia?» «?Me va a decir: estoy lista, Meg, hagamoslo ahora». Se me hacia un nudo en el estomago; me sentia enferma todo el rato. Empece a pensar en que tendria que ponerle la bolsa de plastico en la cabeza si la morfina no actuaba. Un dia parecio muy tranquila, menos inquieta de lo normal. Pense que habria aumentado la morfina. Pero dijo: «No llegare a los cincuenta, Meg, no tiene sentido.» Y supe que se habia decidido.

Gemma sorbio el te aguado y espero. Como Margaret no volvio a hablar, pregunto con suavidad:

– ?Te dio una fecha exacta?

– El dia antes de su cumpleanos. Yo habia pasado noches sin dormir, imaginando verla morir. ?Como seria? ?Como sabria yo cuando habia terminado? No podia soportarlo. Pero no podia decirselo.

Cuando Margaret levanto la vista, Gemma vio que tenia los ojos enrojecidos e hinchados, como si hubiera llorado durante dias.

– ?Se lo dijiste?

– Fue el peor dia de mi vida. No sabia que podia empeorar -Margaret se froto el dorso de las manos con la boca-. Me pase el dia vomitando en el bano de la oficina. Determine que se lo diria en cuanto entrara. -Torcio los labios en una sonrisa ironica-. Pero no me dejo ni acabar: «No te preocupes, Meg, no se si he encontrado o perdido el valor, pero voy a seguir adelante».

– ?Por que la creiste? -pregunto Gemma-. ?Por que no pensaste que estaba intentando desvincularte?

La amplia frente de Margaret se lleno de surcos mientras pensaba.

– No se como explicarlo. No habia… ninguna tension en ella, en absoluto. No habia lucha ni nerviosismo. ?Entiendes?

Gemma reflexiono.

– Si, creo que si. ?No te pidio que te quedaras?

– Un rato. Hice todo lo que solia hacer por ella: dar de comer al gato, ordenar. Luego baje al restaurante indio que tiene comida para llevar y le subi un curry para la cena; en realidad, no podia comer mucho, pero seguia esforzandose.

– Margaret -dijo Gemma, tanteandola con cautela ahora-, ?Jasmine te hablo alguna vez de las implicaciones legales de ayudar a un suicida?

Margaret asintio energicamente.

– Dijo que como no tenia que tocarla ni darle nada, no habria problemas. Y nunca pensamos que nadie se enterara. Jasmine decia que hariamos que pareciera natural… No queria complicaciones.

?Jasmine le habria simplificado las cosas a Margaret, sencillamente? ?Su calma de aquel dia tendria origen en una resolucion mas que en una aceptacion? ?Era tan buena actriz que habia mentido facilmente a las personas que mejor la conocian? Y si era asi, ?por que? Gemma penso en la chica de la fotografia, con esa belleza delicada y una expresion cerrada, casi misteriosa. Una mujer inteligente, una organizadora, una planificadora. ?Habria sido su voluntad ver a Theo el domingo como un fragmento innecesario de direccion escenica? Gemma sacudio la cabeza. No imaginaba a Jasmine ideando algo porque si.

Sin embargo, le faltaba una cosa por preguntar a Margaret.

– Jasmine dejo un testamento, Meg. -Gemma uso el diminutivo que empleaba Jasmine-. ?Te lo conto?

Margaret miraba fijamente la taza vacia, como si la respuesta pudiera hallarse en el dibujo azaroso de las hojas de te.

Gemma espero, sin animarla ni romper la tension que crecia en el silencio.

– Y discutimos. -Las yemas de los dedos se le pusieron blancas por la presion sobre la taza-. Le dije que era muy injusto, pero no quiso escuchar. Dijo que habia hecho lo posible por Theo. Yo no queria sacar provecho de su muerte. Me sentia fatal, como si la hubiera querido por una recompensa. -Miro a Gemma, con los ojos enrojecidos y brillantes por las lagrimas-. Lo entiendes, ?verdad?

Gemma tendio las manos sobre la mesa y puso los dedos en la mano de Margaret.

– ?Le contaste a alguien lo del testamento, Meg, a quien sea?

Margaret aparto la mano de Gemma y la taza vacia se balanceo en el plato.

– ?No! Claro que no. No se lo conte a nadie.

Margaret recogio el bolso y el cardigan, aparto la taza, y al cabo de un momento, Gemma capto el penetrante y acre olor del miedo.

11

– Asunto zanjado.

– Muy bien. Justificalo. -Kincaid aparto la silla del escritorio y apoyo los pies en el ultimo cajon, que estaba abierto. Tenia los ojos leganosos tras una tarde de trabajo de papeleo, cuando Gemma, envuelta en una fragancia de aire fresco y muy excitada, habia entrado como una exhalacion en su despacho.

– Esta aterrada, la pobrecilla. -Gemma dejo de moverse y se sento en el brazo de la silla de las visitas-. No quiero decir que lo supiera de antemano, pero le dijo lo del testamento a ese novio y ahora esta sudando de angustia. -Se inclino hacia delante, enfatica, y con dedos rapidos se arreglo el cabello que el viento habia sacado de la horquilla de su nuca-. Roger estaba esperando a Margaret aquella tarde cuando salio de casa de Jasmine, y le dijo que Jasmine habia cambiado de idea. Se pelean y Roger sale para montar la escena; mas tarde, da excusas para retirarse pronto, pero va a casa de Jasmine.

– El dijo que no habia estado nunca.

Encogiendose de hombros, Gemma replico:

– Pudo mentir. ?Quien va a contradecirle? ?Margaret? -Hizo una pausa y luego prosiguio, mas pensativa-. O quizas dijo la verdad, pero eso no quita que no se asomara a la puerta de Jasmine, con alguna excusa. Sabe ser muy… convincente, creo.

Kincaid se apoyo en la silla, con las manos detras de la cabeza, y sonrio con sorna.

– Entonces, tu tampoco eres inmune a Roger…

Gemma se estremecio.

– Es como estar encerrada con una serpiente. ?Que escalofrios! Me da muy mala espina. Pero ?y si -se puso en pie y empezo a caminar por los limitados confines del despacho- se habia enterado del testamento de Jasmine antes de conocer a Margaret? ?Por que si no es asi iba a querer ligar con ella primero? ?Tendra a todas las mujeres que quiera! Y no me digas -anadio, sonrojandose al ver la sonrisa de Kincaid- que ha captado la pureza de su alma o algo por el estilo, porque no me lo creo.

– Ni yo, pero puede que no sea tan sencillo, de todas formas. -Kincaid recordo la escena que habia presenciado en la habitacion de Margaret. Roger disfrutaba desplegando su atractivo sexual ante ella, y probablemente era solo la punta del iceberg-. Supongamos que tienes razon, Gemma, por inverosimil que sea, ?como pudo Roger enterarse de lo de Jasmine?

– ?Sobornando al abogado?

Kincaid sacudio la cabeza imaginando la contenida indignacion de Antony Thomas.

– Imposible, pero ?y si tienes razon en cuanto a la primera parte y Roger si fue al piso de Jasmine esa noche? No se han visto nunca, da alguna excusa para entrar y luego, ?que? Le dice: «Perdone, ?me permite que le de una sobredosis de morfina?». -Senalo a Gemma con un dedo-. Yo estoy seguro de que no hubo lucha.

– Tal vez le dijera que Margaret la habia estado utilizando, y entonces Jasmine decidiera suicidarse de todas formas.

– El no hubiera tenido mas que esperar. ?Por que iba a poner en peligro el resultado final?

– Tal vez pensara que estaba perdiendo poder sobre Margaret e hizo un ultimo intento desesperado -dijo Gemma, volviendo a acomodarse en la silla y cruzando las piernas.

Se miraron un momento, reflexionando, luego Kincaid se irguio en la silla y cerro el cajon de una patada.

– No hay pruebas, Gemma. Ni una. Reconozco que Roger tiene pinta de sospechoso, pero tendremos que seguir excavando. Y tampoco Theo me convence del todo. -Consulto su reloj y se estiro, se aflojo el nudo de la

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